José Martínez Cruz.
Doña Petra era abuela querendona. No se le despegaba su nieto José Ángel. Donde quiera que iba ella él ahí estaba. Desde pequeño tenía buen andar. Se quedaba dormido en su regazo. Inocencia. Ternura.
Doña Petra era abuela querendona. No se le despegaba su nieto José Ángel. Donde quiera que iba ella él ahí estaba. Desde pequeño tenía buen andar. Se quedaba dormido en su regazo. Inocencia. Ternura.
¿Cuántos
sentimientos puede despertar un niño con su dulce sonrisa como única arma
para enfrentar el mundo? Así era José Ángel. Como todos los niños. Como el
nieto de una luchadora social. Doña Petra tenía siempre en mente a los
suyos.
A los que murieron en la masacre de Aguas Blancas, cuando policías
municipales acribillaron a decenas de personas, durante el gobierno de
Rubén Figueroa. A los que permanecen en la cárcel acusados bajo tortura de
ser feroces criminales. A los más jóvenes que le causaban dolores de
cabeza cuando salían con la banda del barrio a pelearse entre pandillas y
regresaban con el ojo morado. A sus nietas que siempre las impulsó a estudiar para
que supieran defenderse, porque si de algo se lamentaba era que no sabía
leer, no hubo posibilidad de ir a la primaria allá en la sierra.
Siempre
tenía una palabra amable, una sonrisa discreta, un regalo para los demás,
como las frutas que cortaba de sus propios árboles para llevarlos a sus
amistades. Ella iba al día. Sus ingresos eran magros. Su hija Joaquina es
una diestra trabajadora de la construcción. Y nadie en la familia rehúye
ir a las labores del campo.
Ahí, en el Valle
de san Quintín, donde trabajaban sus hijos como jornaleros agrícolas,
llegó en mala hora un comando de policías privados comandados por el señor
Gallo, y a punta de pistola los secuestraron y torturaron para que se
declararan culpables de otro no menos aberrante crimen cometido en contra de
Paola, su hija. El calvario de la persecución, de la represión y la
migración forzada que
vivieron en Guerrero, se extendió a Morelos y hasta Baja California.
vivieron en Guerrero, se extendió a Morelos y hasta Baja California.
Narcoguerrilleros,
fue la acusación. No pudieron demostrarle nada. La detuvieron
arbitrariamente, la torturaron, la violaron y la agredieron continua y sistemáticamente. No la doblegaron. Se tragaba sus lágrimas. No
lloraba ante los policías, que se sentían humillados. Se guardaba sus lágrimas
para compartirlas con los suyos. Sólo de vez en cuando. Cuando sentía que
el piso se hundía. Cuando un sudor frío perlaba su frente. Su frente
destrozada hoy por balas criminales que se llevan también a José su hijo y
al pequeño Angel de 4 años.
Y aquí, frente a una tumba donde se van
acomodando uno a uno los tres ataúdes, el llanto desconsolado de sus
hijas, sus nietas, su familia grande, se escucha allá a lo lejos, en la
memoria profunda, en la voz de Oscar Chávez esa canción que dice: “Ya se
murió el angelito/ya lo llevan a enterrar/y no quisiera llorar/la muerte
de este angelito no fue muerte natural/fue del sistema social que nos mata
de a poquito”.
Y un compromiso queda: no descansaremos hasta que la
justicia se siente entre nosotros, eso, doña Petra, amiga y compañera, se
lo podemos asegurar, como esa flor y esa vela que servirá para alumbrar
esos caminos que sus ancestros recorren. Enjuague sus lágrimas amargas,
doña Petra, que no se por qué diantres no puedo evitar que afloren a
mis ojos.
Petra Benítez/ Sepelio en Jiutepec Morelos; http://www.youtube.com/watch? v=0dhSANxSL-c
Petra Benítez/ Sepelio en Jiutepec Morelos; http://www.youtube.com/watch? v=0dhSANxSL-c
Firmas por
feminicidio de Doña Petra Benítez Barrios
Agradecemos nos
puedan enviar a la brevedad su firma para un desplegado, a este mismo correo de
la cidhmorelos@gmail.com, mismo que será dirigido a las autoridades del
gobierno de Morelos y a la opinión pública.
La violencia
feminicida y el feminicidio como grado máximo de esa violencia es una afrenta
más a la dignidad humana, en medio de la degradación social y la
impunidad prevaleciente, en un estado de Morelos que vive desangrándose
cotidianamente, ante la violencia criminal e institucional en un proceso de
militarización creciente a través de un programa “Morelos Seguro” que sólo ha
significado que en 15 días se hayan presentado más de dos decenas de
ejecuciones, superando 170 casos en 5 meses.
Doña Petra
Benitez Barrios, mujer campesina y luchadora social, junto a su joven hijo José
de 22 años y su nieto José Angel de apenas 4 años de edad, fueron asesinados en
su domicilio en los hechos ocurridos en la colonia Maravillas de Axexentla, en
el municipio de Jiutepec, Morelos, el día 23 de mayo de 2012.
Demandamos que
esta masacre ocurrida bajo el gobierno panista de Marco Adame, en el mismo día
de que se cumplieron 50 años de la masacre de la familia de Rubén Jaramillo por
el gobierno priísta, sea investigada a fondo y no quede en la impunidad como
han quedado la mayoría de los homicidios, ejecuciones, desapariciones, que han
ocurrido en Morelos.
Repudiamos la
criminalización que hace la PGJ de Morelos con las víctimas al presentarlos con
antecedentes penales falsos y exigimos que respete los derechos humanos de las
víctimas y de sus familiares. Que no ofenda la memoria de una luchadora social
como doña Petra y que tenga la mínima ética de respeto frente al crimen atroz
de un menor de 4 años.
Cuernavaca,
Morelos, 26 de mayo de 2012.
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