Sylvia Marcos*
Marichuy baja corriendo
las escaleras en la casa de Carmona y Valle. Trae su pelo mojado
suelto y en sus manos acarrea ropa que acaba de lavar después de
ducharse y se dispone para la reunión de inmediato con los
integrantes de la Asociación Civil que la apoya y al Concejo
Indígena de Gobierno. Entre estos personajes que forman la AC están
Pablo González Casanova, Juan Villoro, Fernanda Navarro, Magda
Gómez, Gilberto López y Rivas, Juan Pablo Rulfo y muchos más
artistas e intelectuales reconocidos y afamados por sus obras.
Marichuy principalmente nos escucha y nos comparte dificultades y
otros obstáculos en sus visitas, recorriendo literalmente, todo el
país, con pueblos y comunidades originarias y frecuentemente
alejadas, desposeídas y marginadas. No pierde piso y se sostiene.
Sabe que es su tarea ahora y la hace con convicción. Hace días
estuvo hablando con varias comunidades de los altos de Chiapas y
luego con comunidades de la sierra de Puebla y también en Tepoztlán,
Morelos y en la gran reunión de más de 30,000 personas en la UNAM.
Sus visitas incluyen comunidades pequeñas de no más de mil de
habitantes como Mesa Colorada de los Guarijios en la Sierra Madre
Occidental o Tamazulapan Mixe en el norte de Oaxaca. Los destinos de
sus visitas no se eligen ni por el número de habitantes ni por la
importancia para la política nacional. En una entrevista, al inicio
de su gira, recordaba que eran 523 comunidades y 93 regiones las que
habían enviado delegados, un total de 1,482 a la Asamblea
Constituyente del Congreso Nacional Indígena (CNI) en mayo 2017 en
la Universidad de la Tierra o CIDECI, en San Cristóbal.
María de Jesús cruza y
engarza mundos
“Se necesita mucha
fuerza” responde con un suspiro a mi pregunta. María de Jesús
Patricio, Marichuy, es la vocera del Concejo Indígena de Gobierno.
Expresa las decisiones del colectivo CIG… Hasta ahora y desde
octubre 2017, ha recorrido cientos de kilómetros diariamente sin
reposo y visitado múltiples comunidades. Llega a través de veredas
y brechas, come y duerme donde puede acompañada por las concejalas y
concejales que pueden acompañarla, a sus propios costos. Del CNI,
financian sus desplazamientos a través del país. Hay que recordar
que el CIG y ella tomaron la decisión de no aceptar los fondos que
ofrece el INE a aquellos que se proponen iniciar una pre-campaña
para una candidatura independiente. Hace ya varios meses que camina
explicando que ahora “llegó la hora de los pueblos”, “llegó
la hora de las mujeres” y que “vamos por todo”. Las más son
comunidades alejadas, pequeñas, las que no cuentan para las campañas
políticas nacionales: son en su gran mayoría comunidades de pueblos
originarios de este país.
Estuvo también en
Oxochitlán, comunidad limítrofe entre los estado de Tabasco y de
Chiapas, a donde llegaron pocas personas pero un gran número de
policías locales. Sin desanimo, ella sigue la ruta trazada por el
colectivo del CIG y sus concejales y concejalas, una pareja por
comunidad. Un varón y una mujer elegidos por consenso en cada
comunidad para formar este Concejo Indígena de Gobierno.
María de Jesús es
madre de tres niños. Trinidad, el mayor, anda en los 14 años. Ella
y su esposo se turnan
en los de cuidados a los hijos y a veces la encontramos con alguno de
ellos, que la acompaña. Está haciendo los malabarismos de una mujer
casada con niños y con una profesión de médica tradicional que
ahora la conmina a dedicarse a una gira política.
“A mí me tocó” me
dijo en el 2001, cuando habló frente a la Cámara de diputados al
lado de la comandanta Esther del EZLN. Su tono revela convicción, no
alegría ni triunfo, habla sin orgullo, sin pena, sin protagonismo.
Simplemente segura de que es el tiempo de hacer esta labor mandada
por los colectivos CIG
y CNI.
Ella fue co-fundadora del CNI en 1996. Desde entonces, su voz y
su autoridad se han mantenido silenciosamente adentro, organizando,
motivando y coordinando las actividades y el crecimiento de esta
magna organización que agrupa tantas comunidades indígenas de
pueblos originarios en México. Durante varios años, su colaboración
organizativa se ha vuelto visible
en las
reuniones con el EZLN, en el CIDECI de San Cristóbal.
Marichuy es una mujer
indígena que demuestra con hechos, lo que afirmara el Sub Galeano en
2016: “Los pueblos originarios son quienes más oportunidades
tienen de sobrevivir la tormenta y los únicos con la capacidad de
crear ‘otra cosa’”. Ella sabe y lo afirma que la lucha va más
allá de la propuesta electoral y que ésta ha sido un mero escaño y
oportunidad para llegar a todos los lugares recónditos del país en
donde la explotación y el despojo convocan
los
sentires y las rabias de todos los de abajo de México. Esa es una
propuesta profunda: tejer puentes entre todos aquellos que sufren los
mismos dolores y rabias. Significa enlazar y no integrar.
Como mujer… ¿qué
sabemos de Marichuy?
Lo que ha trascendido al
ámbito público sobre Marichuy es muy revelador. Es una médica
tradicional, maestra de herbolaria en la Universidad de Guadalajara.
Ha defendido el uso curativo de plantas medicinales que habían
empezado a ser normadas y penadas legalmente por instituciones de
salud del país. Logró detener este abuso y defender el conocimiento
herbolario que ella considera importante transmitir a las
generaciones venideras de los pueblos. Se apoyó, para este logro, en
una asamblea con otros 700 médicos tradicionales indígenas. Por 20
años, ella ha trabajado en su clínica en Tuxpan, Jalisco en donde
hacía curaciones tradicionales, de las llamadas por la academia
“medicinas paralelas” o indígenas. Son tratamientos afincados en
otras coordenadas epistémicas. Los conocimientos que ella defiende y
propone conservar no son estrictamente herbolarios sino que cruzan
los linderos de la lógica dicotómica dominante y se asientan en la
analogía como la ha sistematizado Giorgio Agamben.
Nació y creció en el
estado de Jalisco de padres de tradición nahua. Sufrió las
discriminaciones de etnia y género y la pobreza que es
desafortunadamente el fardo de los pueblos indígenas. Pero María de
Jesús Patricio se rebeló. Una anécdota nos la retrata. Cuando
aparece ante el INE en octubre 2017 para presentarse como aspirante
candidata, ella llega vestida con su indumentaria ritual: falda
larga, tipo enredo de lana, camisa blanca tejida en un telar
tradicional y un tocado entretejido circular pleno de simbología. Su
rebeldía la hizo vestirse con la ropa que le impedían usar para ir
a la escuela o atender asuntos legales e institucionales en su
pueblo. Contrariamente, ésta misma vestimenta era también la que la
obligaban a usar cuando el gobierno quería simular que ella, como
indígena, había aceptado la venta y/o renta abusiva de sus tierras
ejidales para la agroindustria capitalista favorecida por el Estado.
Era la manera en que el poder estatal quería demostrar que existía
anuencia a esta explotación desde los mismos pueblos indígenas en
su territorio. Marichuy elije, ahora, esta indumentaria ante el INE:
ahora que debería ir vestida como mujer “presidenciable” y
urbana, ella elige la indumentaria ritual para re-significarla. Ahora
es ella, su comunidad y el CNI que eligen presentarse así, con su
propia voz su propia identidad, para cuestionar el poder electoral
nacional proponiendo sus formas colectivas de gobernar.
Consistentemente,
durante su recorrido, Marichuy ha elegido, vestir como se visten las
mujeres en cada una de las comunidades y pueblos en donde ha
presentado la propuesta. En territorio zapatista y en cada Caracol de
los cinco que visitó, llegó engalanada con los soberbios huipiles o
con las camisas bordadas según la región a la que arribó. Durante
estos recorridos, Marichuy estaba resplandeciente, feliz, sonriente.
Era una forma corpórea de decir yo soy Uds. Uds. son yo. Mi voz es
su voz, la propuesta viene del CIG a través mío porque soy Uds. y
somos en colectivo todas. Su voz es mi voz decimos desde las
ciudades.
María de Jesús, como
“curandera”, pertenece a ese dominio de sabidurías “otras”
que también se ha designado como
“espiritualidad
indígena”. Diagnostica y trata las enfermedades adentro de
conceptos holísticos, integrales, propios de los pueblos indígenas
y de medicinas urbano-populares afincadas en influencias indígenas.
Su clínica es un reducto no sólo para la salud, sino también para
la integralidad del “vivir bien”, que incluye la lucha y la
rebeldía ante las injusticias sufridas.
Enlaza la Sierra Madre
Occidental, en territorio limítrofe entre zonas Yaqui, Seri,
Rarramuri, con la capital del país. No necesita dejar de ser
curandera para ser “nuestra máxima candidata para la presidencia
de México”, como lo afirmara Pablo González Casanova en el
Hemiciclo a Juárez el 24 de enero 2018.
María de Jesús
Patricio se mueve en esos varios espacios. Los percibe, los reconoce
y eso le ayuda
a ser
la voz de los múltiples abajos
de México, en una multiplicidad que parece tan dispar, tan imposible
de tejer y armonizar, tan difícil de articular. Lucha por una
recreación de identidad colectiva que engloba lo urbano de abajo
también, y que, como fenómeno emergente, ahora acepta tener como
referente a los pueblos originarios. En ella nos articulamos todas y
todos. Nos representa a todas y todos… de abajo y en lucha por
lograr un mundo más justo. Su recorrido y sus palabras son una
denuncia constante de un sistema capitalista ya caduco y
disfuncional. Un sistema que daña simplemente por seguir su propia
lógica.
Ella se propone
superar las fronteras artificiales entre l@s trabajador@s del campo y
de la ciudad tanto cuanto las fronteras artificiales, creadas por
“donaciones clientelares” del Estado o por las investigaciones
etnográficas que afirman diferencias étnicas insalvables. Lo dice
claro, aquello que ella ha encontrado en todos los pueblos por donde
ha pasado, algo que une las experiencias de todos esos pueblos y
comunidades, es, ante todo, el despojo sufrido a manos de agencias
del gobierno aliadas con empresas capitalistas. La escuchamos decirlo
consistentemente, casi en cada uno de los lugares a los que llega.
Retoma las voces que la acogen y las revierte ampliándolas.
Aproximadamente una
tercera parte de la tierra productiva en México ha sido concesionada
a mineras extranjeras o compañías madereras o a las eólicas. Los
ríos sufren las represas y la contaminación tóxica. La violencia
paramilitar y narco-paramilitar y la represión del Estado acompañan
esta ola extractivista para “limpiar” las tierras de su
población, lo cual ha resultado en migración forzada y/o
desplazamiento interno de millones de personas. La radicalidad
anticapitalista de
Marichuy
emerge
casi a diario y en cada lugar que toca. Y además, sus denuncias y
demandas están cohesionadas por las formas comunalistas de
coordinación entre los pueblos.
A su lado, cientos de
comunidades del CNI han declarado su intención de desmontar la malla
de complicidad entre el extractivismo, el narcotráfico, los partidos
políticos y el Estado mexicano, afirmando que los únicos lugares no
invadidos por la violencia del narcotráfico, la extorsión y la
complicidad ente los partidos políticos y los cárteles, son estos
sitios de autogobierno autónomo donde hay tejido social intacto o
reconstruido y mecanismos de autodefensa comunitaria. Son aquellos
territorios en donde el feminismo indígena de hoy se encuentra en la
lucha contra el capital extractivo y todas sus secuelas, sin dejar de
reclamar los espacios y la dignidad de las
mujeres.
A estas alturas,
después de ese recorrido intenso por casi todo el país, María de
Jesús Patricio cuenta con datos duros y experiencias recabadas al
día. Ella retoma cuidadosamente los datos y las situaciones
concretas como se viven en cada lugar. Sus discursos son material
para estudiar la historia económica y social del México de abajo,
hoy.
¿Y cómo habla del
feminicidio que plaga nuestra realidad social?
Tomando en cuenta la
posición subalterna de las culturas indígenas en el país y los
modelos de subordinación genérica que se padecen en todos lados, la
propuesta que enarbola Marichuy es clara.
Lo que podemos comentar
aquí, en éste espacio restringido, se ubica entre la academia y los
procesos organizativos de justicia social. María de Jesús habla de
los feminicidios como una plaga y un cáncer que carcome la realidad
toda. Ella marca nuevos derroteros en el proceso colectivista
feminista. “La mujer”, confió en la TV ante tres entrevistadores
varones, “es el símbolo de las comunidades, y en México está en
segundo plano, y no sólo en las comunidades, sino en todos lados”.
Esta frase incomodó a los tres periodistas que se removieron,
inquietos, en sus asientos.
Marichuy lo tiene
claro y ha denunciado especialmente la violencia y el feminicidio.
“Entonces, atentar contra la vida de las mujeres, contra su
integridad, su dignidad y sus derechos es atentar contra la vida
misma y para un pueblo es profundamente autodestructivo, pues el
colectivo sagrado que imaginamos y por él que luchamos es lo que
defendemos como mujeres indígenas” (Netza).
“Nos deben la justicia
por los feminicidios que junto con la tortura sexual y la
desaparición forzada de mujeres son el odio de los capitalistas
hecho política pública; la impunidad garantiza el sostenimiento del
patriarcado y la dominación que son la base del enriquecimiento de
los poderosos (San Pedro Tlanixco). “Para quienes soñamos el
nacimiento de un nuevo mundo, donde de verdad quepan todos los
mundos, esa es la única vía que tenemos por lo que el silencio, el
miedo, el machismo y el patriarcado capitalista que nos mal gobierna
son el odio mismo de los poderosos contra la vida… debemos
agrietarlos con la lucha y la organización como mujeres que somos
para tomar el papel que nos reclama la historia” (Netza).
Febrero 7, 2018.
Citas para colocar en
algún lugar de la formación
“Cuando violan,
desaparecen, encarcelan o asesinan a una mujer es como si toda la
comunidad, el barrio, el pueblo o la familia hubiera sido violada,
desaparecida, encarcelada, o asesinada, buscando por medio de ese
luto y miedo, colonizar y pervertir el tejido que hay en nuestro
corazón colectivo para adueñarse de todo cuanto somos y convertirlo
en la mercancía que necesita para la acumulación insaciable de
dinero y poder que hace a los capitalistas lo que son” (Netza).
“Un crimen de odio es
un crimen capitalista, entonces no nos callemos ante ello y
respondamos con digna rebeldía y organización, porque es cierto que
cuando la sangre es de una mujer, la herida es de todas y todos, es
de nuestra madre y nuestras hijas, es de nuestras abuelas y es de
nuestra madre tierra, que es la luz que nos guía para hacer parir
una nueva civilización autónoma y rebelde y que hoy nos pide que
nos levantemos por las que todavía no nacen” (CNI, domingo 10,
2017).
*Antropóloga feminista,
investigadora y conferencista internacional. Integrante de la Red de
Feminismos Descoloniales.
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