“Podemos escoger
hermanas y compañeras [...] o acordamos luchar juntas, como
diferentes que somos, en contra del sistema capitalista patriarcal
que es quien nos está violentando y asesinando.”
Palabras
a nombre de las mujeres zapatistas al inicio del Primer Encuentro
Internacional de Mujeres que Luchan, Chiapas, México, 8 marzo 2018
.
El
Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y
Cultural de Mujeres que Luchan es un hito en la historia del
movimiento amplio de mujeres y feminista, asistieron casi nueve mil
mujeres de 35 países y más de dos mil mujeres zapatistas. El
Encuentro fue convocado por el Comité Clandestino Revolucionario
Indígena - Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN) y a nombre de las niñas, jóvenas, adultas,
ancianas, vivas y muertas, concejalas, juntas, promotoras,
milicianas, insurgentas y bases de apoyo zapatistas; se llevó a cabo
en el Caracol Cuatro Morelia, de Zona Tzotz Choj, Chiapas, México,
del 8 al 10 de marzo de 2018.
Es
el tiempo de las mujeres
El
registro de María de Jesús Patricio Martínez, Marichuy, vocera del
Concejo Indígena de Gobierno (CIG), como aspirante a una candidatura
independiente a la Presidencia de la República para las elecciones
de 2018, la primera mujer indígena nahua en buscar ser candidata a
presidenta, abrió la posibilidad de la reorganización de la
izquierda anticapitalista en México.
La
iniciativa del Congreso Nacional Indígena (CNI) de crear el CIG y
proponer a su vocera Marichuy como candidata a la Presidencia de la
República buscó visibilizar a los pueblos originarios, impulsar la
organización y movilización, cuyo fin estratégico fue la
articulación de los dolores y las luchas en el país, además de
señalar el carácter criminal del sistema y de esta forma abrir la
posibilidad de desmantelar al sistema capitalista, patriarcal,
racista y clasista.
Asimismo,
al ser mujer indígena, Marichuy también representó a quienes viven
una doble o triple opresión. Ella habló como mujer indígena, madre
y trabajadora, en un país donde diariamente asesinan a siete mujeres
y donde a la mayoría les son violados sus derechos. La vocera del
CIG dio eco a las demandas de las mujeres, se pronunció contra el
machismo, el feminicidio y nombró la discriminación, desigualdad y
las violencias que viven específicamente las mujeres a nivel
mundial.
Así,
con la iniciativa política de la campaña de Marichuy el CNI se
fortaleció y el EZLN también se reposicionó y volvió a hacer
presencia política en un contexto electoral.
De
esta manera, de octubre de 2017 a febrero de 2018, se hizo el
recorrido de Marichuy a través de todo el país, con el cual se
buscaba la recolección de las 866 mil 593 firmas que el Instituto
Nacional Electoral exigía para el registro de su candidatura. Pero
sobre todo, como explicó Marichuy, se proponía hacer el llamado a
la construcción de espacios de organización, de autogestión, de
resistencia y de rebeldía. Por lo que, el éxito de la campaña se
debe ubicar en este terreno y no en el número de firmas que no se
consiguieron.
En
este contexto, el EZLN lanzó la Convocatoria al Primer Encuentro,
Internacional Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres
que Luchan, difundida el 29 de diciembre de 2017. Una convocatoria
que se planteó anticapitalista, antipatriarcal y autónoma. Este
llamado inmediatamente encontró una respuesta importante de mujeres,
colectivas, del movimiento feminista y amplio de mujeres, quienes han
impulsado un repunte en las movilizaciones a nivel internacional e
intensamente a nivel regional latinoamericano, desde la primavera
violeta de 2016.
La
iniciativa de las zapatistas, de realizar el Primer Encuentro de sólo
mujeres, a propósito del 8 de marzo - Día Internacional de las
Mujeres, fue histórica al lograr reunir a miles de mujeres de
distintas nacionalidades, razas, lenguas, edades, credos, colores y
tamaños para que por tres días se miraran, hablaran, escucharan y
festejaran, y con ello alimentaran las luchas que cada una da.
Todas
nos organizamos
El
llamado a realizar el Encuentro en territorio zapatista fue atendido
por miles de mujeres desde los diversos mundos y luchas de
resistencia frente a las violencias del sistema capitalista
patriarcal. Mujeres agrupadas o de forma individual, quienes
buscan transformar esta realidad y construir la dignidad y la
justicia.
A
cada una implicó mayor o menor grado de organización previa para la
participación. En México, país sede, muchos de los esfuerzos se
realizaron desde colectivas y diversas organizaciones coordinadas
desde las Redes de Apoyo del CIG, por lo que se impulsaron todo tipo
de actividades para poder costear el viaje hacia las montañas del
sureste mexicano y garantizar la asistencia al Primer Encuentro,
desde 27 estados de la República.
En
el caso de la Ciudad de México, durante más de dos meses se
llevaron a cabo reuniones preparatorias para asistir al Encuentro, a
cargo de las compañeras de Mujeres y la Sexta, con el fin de
coordinar todos los aspectos logísticos, operativos y de seguridad
para viajar juntas a Chiapas.
Al
ser una convocatoria del Comité Clandestino Revolucionario
Indígena-Comandancia General del EZLN y de las Comandantas, se
atendieron todas las medidas y necesidades para garantizar la
seguridad de las asistentes. Porque no podemos olvidar la guerra del
gobierno mexicano contra los Caracoles Zapatistas, contra su lucha y
resistencia, así como la política de militarización y represión
contra la población y los territorios del país, de modo que la
seguridad de todas fue un tema de central importancia.
Tercera
llamada. Iniciamos
“¡Chile, tomate y
cebolla, al capitalista y al machista lo metemos a la olla!”
Coro
de un rap elaborado en uno de los talleres durante el Primer
Encuentro de Mujeres que Luchan.
Desde
la madrugada del 7 de marzo, las zapatistas comenzaron a recibir a
las más de ocho mil mujeres que asistimos al Encuentro. Así,
durante seis días, porque fue hasta el domingo 11 de marzo que
salimos del Caracol Torbellino de Nuestras Palabras, todas las
condiciones necesarias nos fueron dadas por las compañeras
zapatistas. Es decir, desde la organización del espacio físico, su
uso, mantenimiento y seguridad. Se trató, sin duda, de un evento
desbordado en asistencia que logró dar respuesta a todas las
necesidades propias de un encuentro enorme. Las zapatistas hicieron
cocinas y comedores colectivos, donde cocinaron y trabajaron todos
los días para que pudiésemos obtener alimentos muy económicos.
Ellas trabajaron en tienditas donde pudimos obtener café, bebidas,
golosinas, cigarros, etc. Además, dispusieron de auditorios,
tarimas, baños, regaderas, canchas para las actividades deportivas,
la montaña para acampar, tomas de agua potable y de electricidad,
salones amplios para reuniones, sillas, algunas mesas que todas
pudimos usar. Fue un espacio siempre con la presencia de compañeras
zapatistas encargadas de la seguridad, atentas a cualquier tipo de
situación a cualquier hora, para dar oportunas respuestas
logísticas, médicas y de cualquier tipo de orientación.
El
Primer Encuentro dio inicio el jueves 8 de marzo, Día Internacional
de las Mujeres Trabajadoras, a las 6 de la mañana, con Las
mañanitas
a cargo del gran cuarteto zapatista “Dignidad y la Resistencia”,
cuyas integrantes son originarias del Caracol de Oventic. Un poco más
tarde, a las 9am, fue inaugurado formalmente con las palabras de las
mujeres zapatistas, en voz de la Insurgenta Erika, seguidas de las
palabras de las zapatistas de los cinco Caracoles: La Garrucha, La
Realidad, Morelia, Oventic y Roberto Barrios.
Por
la tarde del 8 de marzo, las zapatistas de los cinco Caracoles
representaron, a través de obras de teatro y narraciones, la
historia del EZLN, su lucha por la autonomía, el contexto en cual
surgió, la lucha de resistencia que decidieron realizar, y
resaltaron cómo vivían las mujeres antes del levantamiento
zapatista y el lugar de la lucha de las zapatistas en toda esta
historia y su proceso de autonomía, organización y fuerza, historia
que lleva 24 años.
Los
días 9 y 10 de marzo, las asistentes realizaron más de 200
actividades registradas anteriormente, que si bien muchas fueron
canceladas, otras tantas se realizaron improvisadamente. Estas
actividades fueron una bella expresión de las herencias,
tradiciones, las artes, las ciencias y experiencias de los feminismos
y movimientos de mujeres.
De
tal manera, las mujeres asistentes y las zapatistas hicieron
posibles: danzas, ceremonias, batucadas, cantos, humor, lectura de
poesía, lecturas y composiciones de cuentos, presentaciones de obras
de teatro, performances, yoga, meditaciones, exposiciones
fotográficas, y conciertos por las noches para bailar y cantar
juntas. Además, se realizaron innumerables talleres de cientos de
temáticas como sanación, autocuidado feminista, autodefensa,
escritura, rap, ginecología natural, tejido, bordado, medicina
tradicional, derechos humanos de las mujeres, astronomía, internet
feminista, lenguaje no sexista, feminismos, etc. También se llevaron
a cabo torneos de fútbol, voleibol y basquetbol. Así como,
conversatorios sobre todas las luchas contra todos los tipos y
modalidades de violencia que como mujeres enfrentamos de manera
cotidiana; sobre todas las estrategias que como mujeres construimos
para defender nuestras vidas y territorios, para resistir tanto las
violencias del sistema capitalista patriarcal, como los despojos y
desplazamientos violentos, el genocidio de comunidades y pueblos
originarios, y la violación sistemática de los derechos humanos en
los más de 30 países de los que provinieron las mujeres y de
México.
Como
asistentes al Encuentro compartimos las reflexiones de quienes
plantean que este Primer Encuentro de Mujeres que Luchan salió de
las lógicas comunes de hacer feminismos, porque este fue un momento
de ruptura y quiebre del imaginario social con nuestras formas de
vivir los feminismos, y que además sentó nuevas subjetividades para
transformar de forma colectiva y responder juntas a la actual
escalada de violencia feminicida.
El
ambiente en el Encuentro fue de completa libertad y seguridad, todo
lo contrario a la inseguridad que vivimos las mujeres en la sociedad
actual, en todo el país, en las calles, en las ciudades, en los
pueblos. Estuvimos protegidas por milicianas zapatistas y en un cerco
que impedía la entrada de hombres o de cualquier otra interrupción.
Una concentración de miles de mujeres en total libertad y sin
conflictos, es un gran logro. La organización y seguridad
garantizada por todo el EZLN fue fundamental. Ninguna otra
organización, incluso feminista, podría haber organizado una
reunión de mujeres tan amplia y plural con esas características.
¿La
realización del Encuentro fue un ejemplo del separatismo feminista?
Consideramos que no. El Encuentro fue convocado por el EZLN, una
organización mixta. Las responsables y organizadoras fueron las
mujeres zapatistas, pero convocado desde una organización mixta. Las
mujeres del EZLN propusieron un Encuentro de mujeres en el marco de
una reunión propia, autónoma de mujeres. Las zapatistas nos
compartieron cómo fue su proceso de organización y de decisión
sobre las formas y contenidos del Encuentro. También, las zapatistas
nos relataron que para ellas fue una experiencia nueva, un gran
esfuerzo y un proceso de organización que duró meses, que fue un
ejercicio de autonomía dentro del EZLN, donde a los zapatistas les
tocaron otras tareas. Pocas organizaciones políticas podemos afirmar
que sostenemos el derecho de las mujeres a tener sus propias
reuniones como mujeres.
La
creación de espacios de mujeres cuesta e implica mucho trabajo,
energía y negociaciones. Un encuentro de estas magnitudes y
características fue resultado de meses de discusión, organización
y alianzas de las compañeras zapatistas, el cual nos impactó de
forma positiva a casi nueve mil mujeres, que compartimos esos días
en la unidad, en la diversidad, con nuestras diferencias. Sin duda,
una iniciativa que para la diversidad de los feminismos y movimientos
de mujeres abre oportunidades para alianzas y construcción del
feminismo anticapitalista y antipatriarcal.
El
sistema patriarcal nos ha impuesto normativas agobiantes y violentas,
porque todo el trabajo de las mujeres es fundamental para el
sostenimiento de esta sociedad. Por ello, en la historia, las mujeres
han creado los espacios en los cuales cuestionar esos roles y
estereotipos impuestos, profundizar la autoconciencia sobre qué
significa ser mujer, para la reflexión, el análisis, la alquimia,
la invención y la experimentación de formas libres de violencia,
espacios autónomos que hoy se han vuelto imprescindibles.
Al
siguiente paso
Antes
del levantamiento zapatista, las mujeres indígenas ya habían
construido procesos organizativos colectivos,
que posteriormente al primero de enero de 1994 se multiplicaron con
el aporte fundamental de la irrupción de las zapatistas, a través
de su Ley
Revolucionaria de Mujeres.
Así, la construcción de la autonomía ha sido parte fundamental de
la lucha de los pueblos originarios, pero también lo fue para
fortalecer el trabajo y la toma de conciencia como mujeres indígenas.
Durante el Primer Encuentro, las zapatistas nos relataron, a través
de sus palabras, representaciones, canciones y participaciones, que
su
lucha
por conquistar derechos y espacios específicamente de mujeres no ha
sido sencilla, sin embargo, les ha sido urgente organizarse y tejer
redes en la lucha por sus derechos, la defensa de sus pueblos y
territorios.
La
lucha de las mujeres indígenas es de largo alcance. El Primer
Encuentro nos dejó ver y aprender de este proceso de resistencia en
la vida de las zapatistas, quienes participaron organizadas a través
de comisiones para llevar a cabo todas las tareas necesarias, como la
producción y el registro audiovisual de todo el Encuentro. Pero
también, con la participaron cientos de mujeres, jóvenas y niñas
en todas las actividades del Encuentro. Cada taller, danza, batucada,
conversatorio o cualquier actividad tuvo una participación militante
de las zapatistas, con cuaderno en mano. Esta tarea fina de
construcción y transformación cotidiana, dinámica entre la
autonomía y las tareas generales de la resistencia durante el
Encuentro, expresó una fuerza profundamente inspiradora. Una
experiencia única.
El
acuerdo fue “seguir vivas y seguir luchando”. Durante la clausura
del Encuentro, las zapatistas recordaron que la noche del 8 de marzo
cada una de ellas encendió una luz con una vela. Una luz que bien
puede representar lo que cada una desde su mundo decida interpretar
como lo que puede compartir de esta experiencia. Una luz con la que
cada una de las asistentes regresó a su mundo y compartirá con
quienes pueda. Una luz que cada cual cuidará para que se mantenga
iluminando como una fuerza, una motivación, un amuleto o una idea
sobre el hecho de que en todo el mundo mujeres de todas los sectores
y condiciones económicas, sexuales, culturales, viven una guerra a
muerte contra el sistema capitalista patriarcal al que han decidido
hacerle frente. Y una luz con la cual también afirmamos que mundos
justos, dignos y alegres son posibles.
La
tarea que resulta del Primer Encuentro es intentar realizar
encuentros en nuestros mundos con otras mujeres, según nuestros
tiempos y nuestros modos, sobre cómo nos oprimen, cómo organizar
las fuerzas anticapitalistas antipatriarcales, cómo garantizar la
vida de la humanidad sin pasar por el genocidio ecocidio del
capitalismo patriarcal, cómo tejer solidaridad y reconocimiento
entre las luchas.
El
llamado a este Encuentro se dio en un momento de ascenso de la lucha
de las mujeres: jóvenas, indígenas, trabajadoras, desempleadas,
amas de casa, defensoras de derechos humanos y defensoras del
territorios perseguidas y acosadas, estudiantas, familiares de
víctimas de feminicidio y desaparición forzada, periodistas,
académicas y muchas más que fortalecen los feminismos desde
diversos espacios a partir de procesos autónomos de organización.
El Primer Encuentro fue un claro y renovador ejemplo de ello. Un
espacio para mirarnos y reconocernos desde el ser mujeres que, en un
sistema que todos los días atenta contra nuestras vidas, nos
compromete a seguir luchando por la vida y la alegría.
El
sistema capitalista y el patriarcado nos ponen grandes obstáculos
por delante, porque la violencia rapaz contra nuestras vidas se
agudiza como respuesta a nuestras resistencias y capacidad de
transformar la realidad. Nuestros retos radican en la capacidad de
tejer fino entre nosotras, en un momento en el que es evidente que
esta lucha también es al interior de los movimientos, donde se ha
vuelto necesario y urgente reabrir discusiones sobre los objetivos
comunes de nuestras luchas. Encontrarnos y reconocernos en espacios
como lo fue el Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico,
Deportivo y Cultural de Mujeres que Luchan también se vuelve
fundamental para tomar aire en esta lucha de largo aliento en la que
es necesario construir y construirnos colectivamente.
Aime Jezabel Pérez
y Alicia Mendoza Guerra,
integrantes de la
Comisión de Trabajo Feminista del PRT, Sección Mexicana de la IV
Internacional. Abril 2018.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario