sábado, 29 de diciembre de 2018

Mujeres que luchan contra el capitalismo patriarcal, defendiendo la alegría.

Podemos escoger hermanas y compañeras [...] o acordamos luchar juntas, como diferentes que somos, en contra del sistema capitalista patriarcal que es quien nos está violentando y asesinando.”
Palabras a nombre de las mujeres zapatistas al inicio del Primer Encuentro Internacional de Mujeres que Luchan, Chiapas, México, 8 marzo 2018
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El Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que Luchan es un hito en la historia del movimiento amplio de mujeres y feminista, asistieron casi nueve mil mujeres de 35 países y más de dos mil mujeres zapatistas. El Encuentro fue convocado por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena - Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y a nombre de las niñas, jóvenas, adultas, ancianas, vivas y muertas, concejalas, juntas, promotoras, milicianas, insurgentas y bases de apoyo zapatistas; se llevó a cabo en el Caracol Cuatro Morelia, de Zona Tzotz Choj, Chiapas, México, del 8 al 10 de marzo de 2018.
Es el tiempo de las mujeres
El registro de María de Jesús Patricio Martínez, Marichuy, vocera del Concejo Indígena de Gobierno (CIG), como aspirante a una candidatura independiente a la Presidencia de la República para las elecciones de 2018, la primera mujer indígena nahua en buscar ser candidata a presidenta, abrió la posibilidad de la reorganización de la izquierda anticapitalista en México.
La iniciativa del Congreso Nacional Indígena (CNI) de crear el CIG y proponer a su vocera Marichuy como candidata a la Presidencia de la República buscó visibilizar a los pueblos originarios, impulsar la organización y movilización, cuyo fin estratégico fue la articulación de los dolores y las luchas en el país, además de señalar el carácter criminal del sistema y de esta forma abrir la posibilidad de desmantelar al sistema capitalista, patriarcal, racista y clasista.
Asimismo, al ser mujer indígena, Marichuy también representó a quienes viven una doble o triple opresión. Ella habló como mujer indígena, madre y trabajadora, en un país donde diariamente asesinan a siete mujeres y donde a la mayoría les son violados sus derechos. La vocera del CIG dio eco a las demandas de las mujeres, se pronunció contra el machismo, el feminicidio y nombró la discriminación, desigualdad y las violencias que viven específicamente las mujeres a nivel mundial.
Así, con la iniciativa política de la campaña de Marichuy el CNI se fortaleció y el EZLN también se reposicionó y volvió a hacer presencia política en un contexto electoral.
De esta manera, de octubre de 2017 a febrero de 2018, se hizo el recorrido de Marichuy a través de todo el país, con el cual se buscaba la recolección de las 866 mil 593 firmas que el Instituto Nacional Electoral exigía para el registro de su candidatura. Pero sobre todo, como explicó Marichuy, se proponía hacer el llamado a la construcción de espacios de organización, de autogestión, de resistencia y de rebeldía. Por lo que, el éxito de la campaña se debe ubicar en este terreno y no en el número de firmas que no se consiguieron.
En este contexto, el EZLN lanzó la Convocatoria al Primer Encuentro, Internacional Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que Luchan, difundida el 29 de diciembre de 2017. Una convocatoria que se planteó anticapitalista, antipatriarcal y autónoma. Este llamado inmediatamente encontró una respuesta importante de mujeres, colectivas, del movimiento feminista y amplio de mujeres, quienes han impulsado un repunte en las movilizaciones a nivel internacional e intensamente a nivel regional latinoamericano, desde la primavera violeta de 2016.
La iniciativa de las zapatistas, de realizar el Primer Encuentro de sólo mujeres, a propósito del 8 de marzo - Día Internacional de las Mujeres, fue histórica al lograr reunir a miles de mujeres de distintas nacionalidades, razas, lenguas, edades, credos, colores y tamaños para que por tres días se miraran, hablaran, escucharan y festejaran, y con ello alimentaran las luchas que cada una da.
Todas nos organizamos
El llamado a realizar el Encuentro en territorio zapatista fue atendido por miles de mujeres desde los diversos mundos y luchas de resistencia frente a las violencias del sistema capitalista  patriarcal. Mujeres agrupadas o de forma individual, quienes buscan transformar esta realidad y construir la dignidad y la justicia.
A cada una implicó mayor o menor grado de organización previa para la participación. En México, país sede, muchos de los esfuerzos se realizaron desde colectivas y diversas organizaciones coordinadas desde las Redes de Apoyo del CIG, por lo que se impulsaron todo tipo de actividades para poder costear el viaje hacia las montañas del sureste mexicano y garantizar la asistencia al Primer Encuentro, desde 27 estados de la República.
En el caso de la Ciudad de México, durante más de dos meses se llevaron a cabo reuniones preparatorias para asistir al Encuentro, a cargo de las compañeras de Mujeres y la Sexta, con el fin de coordinar todos los aspectos logísticos, operativos y de seguridad para viajar juntas a Chiapas.
Al ser una convocatoria del Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN y de las Comandantas, se atendieron todas las medidas y necesidades para garantizar la seguridad de las asistentes. Porque no podemos olvidar la guerra del gobierno mexicano contra los Caracoles Zapatistas, contra su lucha y resistencia, así como la política de militarización y represión contra la población y los territorios del país, de modo que la seguridad de todas fue un tema de central importancia.
Tercera llamada. Iniciamos
“¡Chile, tomate y cebolla, al capitalista y al machista lo metemos a la olla!”
Coro de un rap elaborado en uno de los talleres durante el Primer Encuentro de Mujeres que Luchan.
Desde la madrugada del 7 de marzo, las zapatistas comenzaron a recibir a las más de ocho mil mujeres que asistimos al Encuentro. Así, durante seis días, porque fue hasta el domingo 11 de marzo que salimos del Caracol Torbellino de Nuestras Palabras, todas las condiciones necesarias nos fueron dadas por las compañeras zapatistas. Es decir, desde la organización del espacio físico, su uso, mantenimiento y seguridad. Se trató, sin duda, de un evento desbordado en asistencia que logró dar respuesta a todas las necesidades propias de un encuentro enorme. Las zapatistas hicieron cocinas y comedores colectivos, donde cocinaron y trabajaron todos los días para que pudiésemos obtener alimentos muy económicos. Ellas trabajaron en tienditas donde pudimos obtener café, bebidas, golosinas, cigarros, etc. Además, dispusieron de auditorios, tarimas, baños, regaderas, canchas para las actividades deportivas, la montaña para acampar, tomas de agua potable y de electricidad, salones amplios para reuniones, sillas, algunas mesas que todas pudimos usar. Fue un espacio siempre con la presencia de compañeras zapatistas encargadas de la seguridad, atentas a cualquier tipo de situación a cualquier hora, para dar oportunas respuestas logísticas, médicas y de cualquier tipo de orientación.
El Primer Encuentro dio inicio el jueves 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras, a las 6 de la mañana, con Las mañanitas a cargo del gran cuarteto zapatista “Dignidad y la Resistencia”, cuyas integrantes son originarias del Caracol de Oventic. Un poco más tarde, a las 9am, fue inaugurado formalmente con las palabras de las mujeres zapatistas, en voz de la Insurgenta Erika, seguidas de las palabras de las zapatistas de los cinco Caracoles: La Garrucha, La Realidad, Morelia, Oventic y Roberto Barrios.
Por la tarde del 8 de marzo, las zapatistas de los cinco Caracoles representaron, a través de obras de teatro y narraciones, la historia del EZLN, su lucha por la autonomía, el contexto en cual surgió, la lucha de resistencia que decidieron realizar, y resaltaron cómo vivían las mujeres antes del levantamiento zapatista y el lugar de la lucha de las zapatistas en toda esta historia y su proceso de autonomía, organización y fuerza, historia que lleva 24 años.  
Los días 9 y 10 de marzo, las asistentes realizaron más de 200 actividades registradas anteriormente, que si bien muchas fueron canceladas, otras tantas se realizaron improvisadamente. Estas actividades fueron una bella expresión de las herencias, tradiciones, las artes, las ciencias y experiencias de los feminismos y movimientos de mujeres.

De tal manera, las mujeres asistentes y las zapatistas hicieron posibles: danzas, ceremonias, batucadas, cantos, humor, lectura de poesía, lecturas y composiciones de cuentos, presentaciones de obras de teatro, performances, yoga, meditaciones, exposiciones fotográficas, y conciertos por las noches para  bailar y cantar juntas. Además, se realizaron innumerables talleres de cientos de temáticas como sanación, autocuidado feminista, autodefensa, escritura, rap, ginecología natural, tejido, bordado, medicina tradicional, derechos humanos de las mujeres, astronomía, internet feminista, lenguaje no sexista, feminismos, etc. También se llevaron a cabo torneos de fútbol, voleibol y basquetbol. Así como, conversatorios sobre todas las luchas contra todos los tipos y modalidades de violencia que como mujeres enfrentamos de manera cotidiana; sobre todas las estrategias que como mujeres construimos para defender nuestras vidas y territorios, para resistir tanto las violencias del sistema capitalista patriarcal, como los despojos y desplazamientos violentos, el genocidio de comunidades y pueblos originarios, y la violación sistemática de los derechos humanos en los más de 30 países de los que provinieron las mujeres y de México.
Como asistentes al Encuentro compartimos las reflexiones de quienes plantean que este Primer Encuentro de Mujeres que Luchan salió de las lógicas comunes de hacer feminismos, porque este fue un momento de ruptura y quiebre del imaginario social con nuestras formas de vivir los feminismos, y que además sentó nuevas subjetividades para transformar de forma colectiva y responder juntas a la actual escalada de violencia feminicida.

El ambiente en el Encuentro fue de completa libertad y seguridad, todo lo contrario a la inseguridad que vivimos las mujeres en la sociedad actual, en todo el país, en las calles, en las ciudades, en los pueblos. Estuvimos protegidas por milicianas zapatistas y en un cerco que impedía la entrada de hombres o de cualquier otra interrupción. Una concentración de miles de mujeres en total libertad y sin conflictos, es un gran logro. La organización y seguridad garantizada por todo el EZLN fue fundamental. Ninguna otra organización, incluso feminista, podría haber organizado una reunión de mujeres tan amplia y plural con esas características.

¿La realización del Encuentro fue un ejemplo del separatismo feminista? Consideramos que no. El Encuentro fue convocado por el EZLN, una organización mixta. Las responsables y organizadoras fueron las mujeres zapatistas, pero convocado desde una organización mixta. Las mujeres del EZLN propusieron un Encuentro de mujeres en el marco de una reunión propia, autónoma de mujeres. Las zapatistas nos compartieron cómo fue su proceso de organización y de decisión sobre las formas y contenidos del Encuentro. También, las zapatistas nos relataron que para ellas fue una experiencia nueva, un gran esfuerzo y un proceso de organización que duró meses, que fue un ejercicio de autonomía dentro del EZLN, donde a los zapatistas les tocaron otras tareas. Pocas organizaciones políticas podemos afirmar que sostenemos el derecho de las mujeres a tener sus propias reuniones como mujeres.
La creación de espacios de mujeres cuesta e implica mucho trabajo, energía y negociaciones. Un encuentro de estas magnitudes y características fue resultado de meses de discusión, organización y alianzas de las compañeras zapatistas, el cual nos impactó de forma positiva a casi nueve mil mujeres, que compartimos esos días en la unidad, en la diversidad, con nuestras diferencias. Sin duda, una iniciativa que para la diversidad de los feminismos y movimientos de mujeres abre oportunidades para alianzas y construcción del feminismo anticapitalista y antipatriarcal.
El sistema patriarcal nos ha impuesto normativas agobiantes y violentas, porque todo el trabajo de las mujeres es fundamental para el sostenimiento de esta sociedad. Por ello, en la historia, las mujeres han creado los espacios en los cuales cuestionar esos roles y estereotipos impuestos, profundizar la autoconciencia sobre qué significa ser mujer, para la reflexión, el análisis, la alquimia, la invención y la experimentación de formas libres de violencia, espacios autónomos que hoy se han vuelto imprescindibles.

 
Al siguiente paso
Antes del levantamiento zapatista, las mujeres indígenas ya habían construido procesos organizativos colectivos, que posteriormente al primero de enero de 1994 se multiplicaron con el aporte fundamental de la irrupción de las zapatistas, a través de su Ley Revolucionaria de Mujeres. Así, la construcción de la autonomía ha sido parte fundamental de la lucha de los pueblos originarios, pero también lo fue para fortalecer el trabajo y la toma de conciencia como mujeres indígenas. Durante el Primer Encuentro, las zapatistas nos relataron, a través de sus palabras, representaciones, canciones y participaciones, que su lucha por conquistar derechos y espacios específicamente de mujeres no ha sido sencilla, sin embargo, les ha sido urgente organizarse y tejer redes en la lucha por sus derechos, la defensa de sus pueblos y territorios.
La lucha de las mujeres indígenas es de largo alcance. El Primer Encuentro nos dejó ver y aprender de este proceso de resistencia en la vida de las zapatistas, quienes participaron organizadas a través de comisiones para llevar a cabo todas las tareas necesarias, como la producción y el registro audiovisual de todo el Encuentro.  Pero también, con la participaron cientos de mujeres, jóvenas y niñas en todas las actividades del Encuentro. Cada taller, danza, batucada, conversatorio o cualquier actividad tuvo una participación militante de las zapatistas, con cuaderno en mano. Esta tarea fina de construcción y transformación cotidiana, dinámica entre la autonomía y las tareas generales de la resistencia durante el Encuentro, expresó una fuerza profundamente inspiradora. Una experiencia única.
El acuerdo fue “seguir vivas y seguir luchando”. Durante la clausura del Encuentro, las zapatistas recordaron que la noche del 8 de marzo cada una de ellas encendió una luz con una vela. Una luz que bien puede representar lo que cada una desde su mundo decida interpretar como lo que puede compartir de esta experiencia. Una luz con la que cada una de las asistentes regresó a su mundo y compartirá con quienes pueda. Una luz que cada cual cuidará para que se mantenga iluminando como una fuerza, una motivación, un amuleto o una idea sobre el hecho de que en todo el mundo mujeres de todas los sectores y condiciones económicas, sexuales, culturales, viven una guerra a muerte contra el sistema capitalista patriarcal al que han decidido hacerle frente. Y una luz con la cual también afirmamos que mundos justos, dignos y alegres son posibles.
La tarea que resulta del Primer Encuentro es intentar realizar encuentros en nuestros mundos con otras mujeres, según nuestros tiempos y nuestros modos, sobre cómo nos oprimen, cómo organizar las fuerzas anticapitalistas antipatriarcales, cómo garantizar la vida de la humanidad sin pasar por el genocidio ecocidio del capitalismo patriarcal, cómo tejer solidaridad y reconocimiento entre las luchas.
El llamado a este Encuentro se dio en un momento de ascenso de la lucha de las mujeres: jóvenas, indígenas, trabajadoras, desempleadas, amas de casa, defensoras de derechos humanos y defensoras del territorios perseguidas y acosadas, estudiantas, familiares de víctimas de feminicidio y desaparición forzada, periodistas, académicas y muchas más que fortalecen los feminismos desde diversos espacios a partir de procesos autónomos de organización. El Primer Encuentro fue un claro y renovador ejemplo de ello. Un espacio para mirarnos y reconocernos desde el ser mujeres que, en un sistema que todos los días atenta contra nuestras vidas, nos compromete a seguir luchando por la vida y la alegría.
El sistema capitalista y el patriarcado nos ponen grandes obstáculos por delante, porque la violencia rapaz contra nuestras vidas se agudiza como respuesta a nuestras resistencias y capacidad de transformar la realidad. Nuestros retos radican en la capacidad de tejer fino entre nosotras, en un momento en el que es evidente que esta lucha también es al interior de los movimientos, donde se ha vuelto necesario y urgente reabrir discusiones sobre los objetivos comunes de nuestras luchas. Encontrarnos y reconocernos en espacios como lo fue el Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que Luchan también se vuelve fundamental para tomar aire en esta lucha de largo aliento en la que es necesario construir y construirnos colectivamente.
Aime Jezabel Pérez y Alicia Mendoza Guerra,
integrantes de la Comisión de Trabajo Feminista del PRT, Sección Mexicana de la IV Internacional. Abril 2018.

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