Ana
María Hernández López*
Una
significativa presencia de mujeres jóvenes marcó este 14 Encuentro
Feminista Latinoamericano y del Caribe “Diversas pero no
dispersas”, que lo llenó de alegría, color, ánimo y rebeldía
desbordante. Sin duda siguen pendientes demandas tan sustantivas como
el aborto libre y gratuito, la libre opción social, la no violencia
contra las mujeres y la participación social y política en
igualdad. No obstante, que en muy pocas regiones se han tenido
avances significativos, la mayoría de las mujeres de América Latina
y el Caribe viven una contante de amenaza de ver retroceder lo que se
ha ganado.
Durante
tres días hubo un intenso intercambio de ideas, las uruguayas como
buenas anfitrionas, propiciaron ambientes amables, organizados,
sensibles, ellas emanan calidez y afabilidad, sin grandes
protagonismos durante el encuentro las cosas se sucedieron de forma
como estaba planeado, con humor, sin grandes filas, todo fluyo en una
convivencia sin lugar.
En
un escenario fuera de todo convencionalismo, el
Encuentro se llevó a cabo en la Rural
del Prado,
del 23 al 25 de noviembre de 2017 en Montevideo, Uruguay, lugar donde
se realizan exposiciones de ganado, rodeos, pero que contaba con todo
lo necesario para recibir a las 2,200 mujeres asistentes, cifra que
anunciaron las organizadoras en la inauguración del evento.
Argentinas y brasileñas
fueron las delegaciones más grandes, pero hubo mujeres de Chile,
Colombia, Costa Rica, Perú, Panamá, Honduras, Puerto Rico,
Venezuela, Haití, México, Nicaragua…, también había holandesas,
inglesas, italianas, francesas…, de muy diversas regiones del mundo
con la única intención de juntarnos y seguir buscando las formas de
dejar de estar dispersas.
El sello feminista:
transgresor, rebelde, creativo, innovador no faltó en esta versión
del Encuentro, por ello más que un discurso a la vieja usanza,
tuvimos una inauguración escenificada, que al mismo tiempo
comunicaba los objetivos, formas de trabajo, comidas, alojamientos,
asistencia, nos hacia reír a montones al mostrarnos tal como somos
las feministas y el movimiento amplio de mujeres.
Fue
un encuentro de los que más me han agradado, pues no hubo tantos
conflictos, se debatió, todas hablaron y todas escucharon.
Y
todas hablamos…
Este
encuentro feminista que se realiza cada dos años, es un espacio, que
desde hace mucho, dejo de tener una sola mirada sobre la cual
trabajar, pues es imposible que los acuerdos giren en torno a una
sola problemática dada la complejidad de cada una de nuestras
regiones, se recibieron 300 propuestas de ejes a discutir!!!!!, de
las cuales surgieron los temas de las 10 mesas.
Pero
algo que siempre nos dan estos encuentros es que podemos escuchamos,
y así prestamos atención a los urgencias de las otras, de las
nuestras, de la de todas, con una amplia diversidad de temas
políticos, sociales, económicos y culturales, que se abordaron en
10 asambleas matutinas, tituladas: cuerpo, subjetividad y derechos;
racismo y discriminación; violencias urbanas: vivienda, movilidad;
desafíos y perspectivas de la economía feminista; democracia Estado
laico y fundamentalismo; los nombres de los feminismos; guerras y
resistencias: expulsiones, tierra, territorio; violencia de género:
ni una menos; autonomías y poder: dilemas y desafíos; y
autocuidado, protección y buen vivir feminista. Todas aportan,
debaten, señalan, denuncian.
La
propuesta metodológica de las organizadoras priorizó los debates
colectivos por sobre las exposiciones de las “expertas”, en su
lugar preguntas provocadoras propiciaron el debate, guiado por reglas
asumidas colectivamente y principios que conforman la larga tradición
feministas. Los debates mañaneros lograron “dar
voz a todas las experiencias, luchas y protagonistas, para abrir la
palabra y la escucha colectiva; entender las diferencias dentro del
movimiento, como un valor de pluralidad y libertad de pensar y hacer;
recuperar los saberes situados, surgidos de luchas en contextos
concretos, con su historia y desigualdades, que cruzan la vida de las
mujeres, atravesadas por etnia/raza, orientación sexual, clase,
edad, entre otras; apostar al diálogo como una cultura política
contra hegemónica que pretende construir un “nosotras” en
pluralidad y diversidad, que reconoce las desigualdades que nos
atraviesan; compartir y aprender lenguajes, miradas y expresiones que
cuestionen prácticas heteronormativas, etnocéntricas,
adultocéntricas y/o excluyentes; y unir la palabra y el cuerpo en
movimiento, la reflexión y la acción, y recuperar las culturas
locales, territoriales, y las formas de ser y estar en tanto
persona/colectivo”.1
Lo
anterior, como hemos dicho por la mañana, y, por la tarde, se
sucedieron las actividades que nos brinda más cercanía, pues nos
juntamos por eso que nos “late”, que nos invita a organizarnos,
me refiero a los espacios autoconvocados por cada organización,
grupo, persona o personas para llevar adelante actividades de todo
tipo, de las 136 programadas, llaman mi atención: Feminismo y
academia; comunicación y género; democracia paritaria feminista,
libre de acoso; marco para el análisis de poder; nacer con derechos;
capitalismo y patriarcado: mancuernas de la desigualdad; mujeres
música y contracultura; creación de intervención urbana feminista;
la colonia en el cuerpo, en la casa y en la nación; sexplorándonos;
juventud, aborto e incidencia; etc. Tres días de un intenso
intercambio de emociones, ideas, gustos y caminos.
Un
hecho importante a destacar fue la presencia de un grupo de
trabajadoras sexuales numeroso y muy combativo que
plantearon el derecho a ser nombradas tal como ellas se reconocen.
Otras compañeras, participantes de la política abolicionista,
consideraron que la prostitución no es trabajo y propusieron que se
profundice el debate sobre lo que significa la mercantilización de
los cuerpos y de las vidas.
8
de marzo: las mujeres volvemos a parar el mundo
En
la plenaria final con esta afirmación se cerró el 14 Encuentro
Latinoamericano y del Caribe, cuyas asistentes votamos unánimemente
volver a organizar un 8 de marzo: “internacional y combativo, que
dé cuenta de nuestra fuerza, que le dé voz a las que ya no pueden
gritar por la violencia feminicida, que anime a sumarse a cada vez
más mujeres, que se proponga cambiarlo todo desde la potencia de
nuestro deseo para que tenga sentido decir Ni
una menos, porque vivas y libres nos queremos.
De
la Mesa 6: “Los nombres de los feminismos”, surgió la propuesta
del Paro Internacional de Mujeres precedido por una semana de
movilización, que comenzaría el 2 de marzo, aniversario del crimen
de Berta Cáceres, exigiendo “justicia para Berta”, y justicia
por todos los feminicidios políticos y territoriales, como los casos
de Macarena Valdés en Chile, de Bety Cariño en México, de las
compañeras de Colombia, y de todas las mujeres asesinadas por
defender sus territorios frente a las políticas extractivistas
neoliberales.
La
actividad culminaría el 8 de marzo, que se cumplía un año del
crimen de las niñas asesinadas en Guatemala, brutal feminicidio de
niñas y adolescentes indígenas, pobres, que salieron a denunciar la
violencia sexual. Es un día para denunciar todos los modos de
explotación sexual de niñas, jóvenes, mujeres.
El
8 de marzo paramos por cada uno de nuestros derechos, y también por
nuestros deseos, por el reconocimiento de todos los cuerpos y de
todas las vidas.
Como
cada Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, el final tiene
como marca distintiva la marcha contra la violencia hacia las
mujeres: 25 de noviembre, y este no fue la excepción, así que
marchamos por las bellas calles de Montevideo, Uruguay, con gran
aceptación por parte de sus habitantes. Después vienen las
despedidas, a veces hay llanto al abrazar a las nueva amigas,
colegas, o paisanas por las nuevas fraternidades creadas.
*Feminista, editora de
Cuadernos
Feministas,
profesora-investigadora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de
México.
Notas:
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