sábado, 29 de diciembre de 2018

¿Para qué defender derechos humanos de las mujeres?

Lucero Circe López Riofrio*

La definición etimológica de defender significa alejar de un ataque, rechazar un ataque o hacer descender el efecto de un ataque o agresión, que puede asociar territorio. Ese territorio es el cuerpo de las mujeres y lo que he hecho es defender el cuerpo de las mujeres que fueron acosadas sexualmente o bien que han sido asesinadas, así como defender mi propio territorio, mi cuerpo, mi palabra y mi trayectoria en la defensa de los derechos humanos de las mujeres. Defender a las mujeres tiene riesgos dentro de un sistema patriarcal, eso debemos tenerlo en cuenta en todo momento, mucho más si este se trata del camino que conlleva a la búsqueda de justicia, ese camino al que reconocemos como jurídico.
En el año 2013, una joven estudiante valiente y llena de dignidad emprendió –sola– una denuncia para que le creyeran que su honor, su cuerpo y su palabra habían sido violentados por las autoridades de la Facultad de Psicología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) ese año, quienes resolvieron que no podían resolver ese hecho pero que para que las cosas marcharan bien se le cambiaría de espacio al denunciado sin pensar en la seguridad de la denunciante, comunicado que sólo le fue notificado a él, pero nunca a la estudiante. Este hecho provocó que ella ya no buscara ayuda, pese a que en el Código Penal de Michoacán ya existía el delito de acoso sexual, no hubo el acompañamiento por parte de la institución educativa o de alguna organización para que pusiera la denuncia correspondiente ante algún Ministerio Público, como se cree y se sigue creyendo que debe hacerse, sin tomar en cuenta si la agredida quería o podía hacerlo, si tenía miedo, ya que anteriormente nadie le había creído, su dicho y su reconocimiento como ciudadana a vivir una vida libre de violencia había sido puesto en cuestión.
Quienes denuncian penalmente por ataque al honor, son quienes están arropados por el poder político y económico, siempre piensan que estos hechos nunca se sabrán, que nunca se les cuestionará ni se les echará en cara, pero no siempre sucede así, resulta que en enero de 2015, en una reunión de trabajo privada convocada por el Instituto Nacional de las Mujeres, la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la Secretaría de la Mujer de Michoacán y las dos personas “seleccionadas” como parte del equipo de trabajo para analizar la Alerta de Violencia de Género para el estado de Michoacán después la solicitud que había hecho como Directora de Humanas sin Violencia, A.C. en diciembre de 2014.
Unos días antes llegó a mi correo una petición de apoyo de algunas organizaciones feministas y defensoras de derechos humanos de Michoacán en donde se me informaba que uno de los integrantes del equipo de trabajo había sido acusado ante las autoridades escolares de la Facultad de Psicología de la UMSNH de acoso sexual y que no podía ser parte de ese equipo; por lo que contacte a las mujeres que realizaron las quejas y en mi experiencia como defensora de derechos humanos de las mujeres, particularmente en violencia, al escucharlas sabía que estaban diciendo la verdad y que tenían miedo, creí en su palabra, creía en ellas y en esa reunión al finalizar el objetivo principal para el cual habíamos sido citadas, señale que teníamos conocimiento de que había quejas o denuncias en contra del integrante del equipo de trabajo que se presentaba como académico de la Facultad de Psicología de dicha universidad, por lo que no podía formar parte de un equipo que pretendía investigar la violencia contra las mujeres, es decir, hable con la verdad y actúe con responsabilidad.
Eso desató aún más su enojo y violencia, generó que su mamá me llamará al término de la reunión y realizará ante algunas personas comentarios como “que eso no se quedaría así” y “que cómo era posible que me apoyarán”, los cuales fueron de reclamo y me hizo saber que demandarían penalmente y, así fue, pues en diciembre del 2015 ante un Ministerio Público de la Procuraduría General de Justicia del Estado a sugerencia de una institución defensora de los derechos humanos del estado me demandó; previamente ya había sido admitida una queja ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos en contra de nosotras que firmamos la petición de que este “académico” no fuera parte del equipo de trabajo.
La queja del académico procedió de manera rápida, de forma inaudita, y las instituciones que se supone deben defender los derechos humanos de las mujeres a una vida libre de violencia, esta vez se ponían al servicio de un sistema patriarcal para amedrentar a las organizaciones firmantes. Cabe señalar que el “académico” renunció por voluntad propia ese mismo mes de enero de 2015 al equipo de trabajo. En enero de 2016, me citó la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) para conciliar y mediar con este “académico”, pero hay que mencionar que en todo momento la mediadora me amedrentó y me impidió saber de qué se me acusaba, incluso se me negó copia de los documentos que en ese momento me hicieron firmar en donde yo renuncie señalando que la violencia contra las mujeres no se medía ni se concilia y que renunciaba a esos mecanismos porque tenía derecho a defender derechos humanos de las mujeres.
Fue hasta enero de 2018 que se me notificó que estaba en juicio y se me citó en el Juzgado de la 7ma. Sala Penal, en dicha reunión se me vínculo a proceso explicándome que había actuado con dolo y que había atacado el honor de este “académico”, que se había visto afectado al no poder dormir y sufrir insomnio; se me indicó que los dichos de las testigas presentadas por el afectado tenían valor probatorio, el nombre de las testigas que él presentó en favor de su dicho fueron Rubí de María Gómez Campos y Delia Villalobos Arciga, la primera integrante del equipo de trabajo para la Alerta contra la violencia de género de Michoacán (AVGM), feministas ambas con las cuales yo había mantenido relaciones de profunda amistad, trabajo y respeto.
En este momento del conflicto, también se me sugirió hablar con las autoridades del estado para que pararan la situación que estaba yo enfrentando, a lo cual me negué porque de hacerlo pondría en duda la verdad de las mujeres que habían me habían confiado y también a mí misma, por lo cual decidí, en compañía de mis amigas feministas, asesoras/es jurídicos enfrentar la vinculación a proceso por el delito de ataque al honor y el dolo, además de la reparación del daño de aproximadamente cerca de un millón de pesos, de manera colectiva, sororal, solidaria, con la contribución y aportación de muchas personas del estado muy valiosas para defenderme y apelar el acto de vinculación que se había formulado en mi contra, no sólo por parte de este “académico”, sino del patriarcado y no que sólo era hacía mi como defensora de derechos humanos, ya que en toda la audiencia se me cuestionó y se me ofendió, se ridiculizó mi proceder como defensora de derechos humanos, por parte del defensor coadyuvante de la CEAV Michoacán, se me cuestionó como feminista, pero también como mujer, fui violentada no únicamente por el sistema de justicia, sino por todo el aparato institucional que integra a los tres poderes del estado de Michoacán que se supone deben actuar con verdad, objetividad y justicia.
Paradójicamente haberme colocado como defensora más no como víctima también implicó que algunos organismos internacionales que defienden los derechos humanos de las mujeres no pudieran o quisieran garantizarme los mecanismos que permitiesen mi protección, incluso también he recibido críticas al haberme “dejado” defender por hombres abogados, brillantes, sabedores del sistema de justicia, sensibles y profundamente humanos. Lo único que puedo argumentar es que supe, en compañía con mi amiga y hermana Verónica Cruz Sánchez, dejarme defender y aprender a defenderme y hacer juntas un proyecto integral y frontal en donde la dignidad no es un tema a cuestionar sino vivirlo para acceder a la justicia, teniendo ahora como pendiente seguir con la defensa de las víctimas, ya que siguen sin justicia y que hasta que no accedan a la misma, nosotras no les dejaremos, implique lo que tenga que implicar.

* Defensora feminista de los derechos humanos de las mujeres. Directora de Humanas sin violencia, A.C.

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