Lucero
Circe López Riofrio*
La definición
etimológica de defender significa alejar
de un ataque, rechazar un ataque o hacer descender el efecto de un
ataque o agresión, que puede asociar territorio.
Ese territorio es el cuerpo de las mujeres y lo que he hecho es
defender el cuerpo de las mujeres que fueron acosadas sexualmente o
bien que han sido asesinadas, así como defender mi propio
territorio, mi cuerpo, mi palabra y mi trayectoria en la defensa de
los derechos humanos de las mujeres. Defender a las mujeres tiene
riesgos dentro de un sistema patriarcal, eso debemos tenerlo en
cuenta en todo momento, mucho más si este se trata del camino que
conlleva a la búsqueda de justicia, ese camino al que reconocemos
como jurídico.
En el año
2013, una joven estudiante valiente y llena de dignidad emprendió
–sola– una denuncia para que le creyeran que su honor, su cuerpo
y su palabra habían sido violentados por las autoridades de la
Facultad de Psicología de la Universidad Michoacana de San Nicolás
de Hidalgo (UMSNH) ese año, quienes resolvieron que no podían
resolver ese hecho pero que para que las cosas marcharan bien se le
cambiaría de espacio al denunciado sin pensar en la seguridad de la
denunciante, comunicado que sólo le fue notificado a él, pero nunca
a la estudiante. Este hecho provocó que ella ya no buscara ayuda,
pese a que en el Código Penal de Michoacán ya existía el delito de
acoso sexual, no hubo el acompañamiento por parte de la institución
educativa o de alguna organización para que pusiera la denuncia
correspondiente ante algún Ministerio Público, como se cree y se
sigue creyendo que debe hacerse, sin tomar en cuenta si la agredida
quería o podía hacerlo, si tenía miedo, ya que anteriormente nadie
le había creído, su dicho y su reconocimiento como ciudadana a
vivir una vida libre de violencia había sido puesto en cuestión.
Quienes
denuncian penalmente por ataque al honor, son quienes están
arropados por el poder político y económico, siempre piensan que
estos hechos nunca se sabrán, que nunca se les cuestionará ni se
les echará en cara, pero no siempre sucede así, resulta que en
enero de 2015, en una reunión de trabajo privada convocada por el
Instituto Nacional de las Mujeres, la Comisión Nacional para
Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, la Comisión
Nacional de Derechos Humanos, la Secretaría de la Mujer de Michoacán
y las dos personas “seleccionadas” como parte del equipo de
trabajo para analizar la Alerta de Violencia de Género para el
estado de Michoacán después la solicitud que había hecho como
Directora de Humanas sin Violencia, A.C. en diciembre de 2014.
Unos días
antes llegó a mi correo una petición de apoyo de algunas
organizaciones feministas y defensoras de derechos humanos de
Michoacán en donde se me informaba que uno de los integrantes del
equipo de trabajo había sido acusado ante las autoridades escolares
de la Facultad de Psicología de la UMSNH de acoso sexual y que no
podía ser parte de ese equipo; por lo que contacte a las mujeres que
realizaron las quejas y en mi experiencia como defensora de derechos
humanos de las mujeres, particularmente en violencia, al escucharlas
sabía que estaban diciendo la verdad y que tenían miedo, creí en
su palabra, creía en ellas y en esa reunión al finalizar el
objetivo principal para el cual habíamos sido citadas, señale que
teníamos conocimiento de que había quejas o denuncias en contra del
integrante del equipo de trabajo que se presentaba como académico de
la Facultad de Psicología de dicha universidad, por lo que no podía
formar parte de un equipo que pretendía investigar la violencia
contra las mujeres, es decir, hable con la verdad y actúe con
responsabilidad.
Eso desató
aún más su enojo y violencia, generó que su mamá me llamará al
término de la reunión y realizará ante algunas personas
comentarios como “que eso no se quedaría así” y “que cómo
era posible que me apoyarán”, los cuales fueron de reclamo y me
hizo saber que demandarían penalmente y, así fue, pues en diciembre
del 2015 ante un Ministerio Público de la Procuraduría General de
Justicia del Estado a sugerencia de una institución defensora de los
derechos humanos del estado me demandó; previamente ya había sido
admitida una queja ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos en
contra de nosotras que firmamos la petición de que este “académico”
no fuera parte del equipo de trabajo.
La queja del
académico procedió de manera rápida, de forma inaudita, y las
instituciones que se supone deben defender los derechos humanos de
las mujeres a una vida libre de violencia, esta vez se ponían al
servicio de un sistema patriarcal para amedrentar a las
organizaciones firmantes. Cabe señalar que el “académico”
renunció por voluntad propia ese mismo mes de enero de 2015 al
equipo de trabajo. En enero de 2016, me citó la Procuraduría
General de Justicia del Estado (PGJE) para conciliar y mediar con
este “académico”, pero hay que mencionar que en todo momento la
mediadora me amedrentó y me impidió saber de qué se me acusaba,
incluso se me negó copia de los documentos que en ese momento me
hicieron firmar en donde yo renuncie señalando que la violencia
contra las mujeres no se medía ni se concilia y que renunciaba a
esos mecanismos porque tenía derecho a defender derechos humanos de
las mujeres.
Fue hasta
enero de 2018 que se me notificó que estaba en juicio y se me citó
en el Juzgado de la 7ma. Sala Penal, en dicha reunión se me vínculo
a proceso explicándome que había actuado con dolo y que había
atacado el honor de este “académico”, que se había visto
afectado al no poder dormir y sufrir insomnio; se me indicó que los
dichos de las testigas presentadas por el afectado tenían valor
probatorio, el nombre de las testigas que él presentó en favor de
su dicho fueron Rubí de María Gómez Campos y Delia Villalobos
Arciga, la primera integrante del equipo de trabajo para la Alerta
contra la violencia de género de Michoacán (AVGM), feministas
ambas con las cuales yo había mantenido relaciones de profunda
amistad, trabajo y respeto.
En este
momento del conflicto, también se me sugirió hablar con las
autoridades del estado para que pararan la situación que estaba yo
enfrentando, a lo cual me negué porque de hacerlo pondría en duda
la verdad de las mujeres que habían me habían confiado y también a
mí misma, por lo cual decidí, en compañía de mis amigas
feministas, asesoras/es jurídicos enfrentar la vinculación a
proceso por el delito de ataque al honor y el dolo, además de la
reparación del daño de aproximadamente cerca de un millón de
pesos, de manera colectiva, sororal, solidaria, con la contribución
y aportación de muchas personas del estado muy valiosas para
defenderme y apelar el acto de vinculación que se había formulado
en mi contra, no sólo por parte de este “académico”, sino del
patriarcado y no que sólo era hacía mi como defensora de derechos
humanos, ya que en toda la audiencia se me cuestionó y se me
ofendió, se ridiculizó mi proceder como defensora de derechos
humanos, por parte del defensor coadyuvante de la CEAV
Michoacán, se me cuestionó como feminista, pero también como
mujer, fui violentada no únicamente por el sistema de justicia, sino
por todo el aparato institucional que integra a los tres poderes del
estado de Michoacán que se supone deben actuar con verdad,
objetividad y justicia.
Paradójicamente
haberme colocado como defensora más no como víctima también
implicó que algunos organismos internacionales que defienden los
derechos humanos de las mujeres no pudieran o quisieran garantizarme
los mecanismos que permitiesen mi protección, incluso también he
recibido críticas al haberme “dejado” defender por hombres
abogados, brillantes, sabedores del sistema de justicia, sensibles y
profundamente humanos. Lo único que puedo argumentar es que supe, en
compañía con mi amiga y hermana Verónica Cruz Sánchez, dejarme
defender y aprender a defenderme y hacer juntas un proyecto integral
y frontal en donde la dignidad no es un tema a cuestionar sino
vivirlo para acceder a la justicia, teniendo ahora como pendiente
seguir con la defensa de las víctimas, ya que siguen sin justicia y
que hasta que no accedan a la misma, nosotras no les dejaremos,
implique lo que tenga que implicar.
*
Defensora feminista de los derechos humanos de las mujeres. Directora
de Humanas
sin violencia, A.C.
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