sábado, 3 de junio de 2017

Libertades por venir: futurología de las libertades de acá del norte

Meritxell Calderón Vargas*

Cuando hablamos de libertades muchas veces —me refiero estrictamente de la producción de saberes de la materia que provienen de mentes en o de Baja California, México—, cometemos el error de abordar el tema únicamente desde un ámbito legal, sociológico o filosófico; al hablar de derecho “a algo” o “acceso a” cierta circunstancia casi siempre nos estancamos en los aspectos que parecen ser “legales” y muchas veces son meramente procesales, esto es, se concentran en decir o buscar la vía para obtener ese derecho únicamente desde y en las instancias que el sistema jurídico tradicional puede ofrecer. Que si es o no un delito, que si vas a demandar o no, a quien perjudica tu tranquilidad, que si las víctimas tienen derecho a la verdad y a la reparación del daño, que si los testigos de las violencias son quienes deben tener o no la voz. Todos estos son temas muy importantes y han logrado hacer parte del Derecho Vigente a la Justicia de Género (esa de la que habla Salette, jurista feminista de Brasil), que han hecho parte de la práctica de gobiernos que no han llegado a entender la Reforma de Derechos Humanos de 2011 en México, acciones gubernamentales que, de no haberse luchado desde la sociedad civil y grupos organizados de mujeres y feministas, muy difícilmente se hubieran logrado, pero que si son pensadas como si el Derecho nos ofreciera la mejor respuesta, dejan muy lejana la solución a la desigualdad y los conflictos sociales que perpetúan la discriminación y la falta de empatía entre las personas, que fomentan un comportamiento contra las especies y el rechazo a la naturaleza.
Muchos de los temas donde se menciona a una persona “en desventaja” o “grupo vulnerable”, sector especialmente oprimido y/o discriminado de la sociedad o cuando se discute de género y/o violencias, el análisis tiende a centrarse en temas que sirven para impresionar incautos en un café cultural de la Ciudad de México o se van hacia lugares que se proponen buscar el acceso de estas personas y sectores a servicios gubernamentales o a lograr un actuar o dejar de hacer de alguna autoridad o al cambio cultural que es necesario que esté redactado en las políticas públicas y a reclamar acciones que el Estado está obligado a hacer, programar y presupuestar, y todo lo anterior es importante que suceda, lo que vemos que se puede mejorar es que muchas veces ahí nos quedamos, desenfocamos el lente de las acciones que podemos realizar en espacios de la sociedad donde no pasa el derecho, donde el gobierno no llega, donde realmente el acceso a la justicia es una realidad que parece del futuro y donde el sistema electoral y de partidos importa tanto o menos que una colección de pokemones (#gottachatemall).
Estamos en un momento donde es cada vez más importante hacernos responsables del derecho, ya que rige nuestras formas de organizarnos, castigarnos, vigilarnos; en las “formas jurídicas” están incluidas las maneras en que es aceptable por la sociedad que nos quiten lo que pensamos nuestro como casa, carro y sustento y nuestra libertad de tránsito, de expresión y hasta de formación.
Los “sectores más oprimidos” o quienes somos hipócritamente llamadas por quienes diseñan las políticas públicas como “grupos vulnerables”, cuando se trata de derecho casi siempre le vemos la peor cara a Themis, porque llega a nuestras casas cuando tenemos una orden de aprehensión, nos van a embargar algo, cuando nos demandan por una falta de pago o cuando algo hay algún daño que repararle a alguien más. Pocas veces las normas nos sonríen, pocas veces nos ayudan a reclamar algún derecho o a lograr justicia.
En Baja California casi nadie vota, últimamente siempre gana el “voto blanco”, partidos que eran 5ta o 6ta fuerza política en el estado ya ni registro alcanzan y muchas convocatorias públicas que implican participación ciudadana quedan tan desiertas como los espacios inhabitados en la Rumorosa donde sólo el aire y algunos halcones y borregos cimarrones han pasado.
Las reuniones de los partidos que antes se llenaban de mujeres líderes de colonias que seguían a las fuerzas políticas tradicionales, ahora sólo se ven ocupados los salones enormes con algunas cuantas mujeres que van cuando tienen la oportunidad de “escaparse un rato” y que, muchas de ellas se quedan al cuidado de sus nietos y que son fieles a los colores de sus partidos casi más por terquedad que por estrategia y asisten a algunas reuniones por compromiso moral consigo mismas o con sus familias. Las amazonas ya no corren persiguiendo su libertad por las montañas de la Baja como cuando los españoles temían llegar a estas tierras por miedo a ser sometidos por aquellas mujeres morenas y de piernas ágiles y largas que cazaban y peleaban mejor que muchos hombres.
Miles de personas discriminadas acá en el norte podemos imaginarnos derechos y libertades que personas en el sur del país no, esto, porque tenemos modo de cruzar “al otro lado” y vivir por un rato en algunos espacios, lo que se siente estar donde las personas que te “ven feo” —discriminan— por ser lesbiana pueden ser sancionados, donde quien no te dé un servicio por tu apariencia física puede ser multado. Por una parte es una ventaja y por otra una desventaja, ya que el crecer o sobrevivir viendo programas de televisión como “La Ley y el Orden: Unidad de Víctimas Especiales” o “911”, hacen pensar a muchas personas que en la práctica y en la vida real, donde los aires de la “Rosa de Guadalupe” no soplan ni en vacaciones de invierno, tendrán los mismos derechos como víctimas que en los programas de televisión producidos en Estados Unidos.
La lucha ideológica en el norte del país es casi una fantasía, la balanza acá está más cargada a la derecha que a cualquier otro lado y existe la necesidad de sostener un activismo que reclame derechos y que desdibuje los mitos sobre la “justicia” y las “libertades” que mucha gente supone que tiene, eso de despertar a la realidad es clave en estos lugares.
No han bastado los límites al poder que suponen las comisiones de derechos humanos, no han sido suficientes los esfuerzos de algunas personas de la izquierda tradicional bajacaliforniana. Muchas feministas y mujeres de las izquierdas nos ocupamos de estar en los espacios de poder sin organizar claramente cómo es que ese poder nos ayudaría a avanzar a las mujeres, a pesar y en contra de la misoginia de Estado, porque muchas, nos hemos dedicado a asesorar al Estado para ese avance lento de las políticas feministas.
Exigir castigo a perpetradores de crímenes contra las mujeres no es la única respuesta, las recientes y ya no tan nuevas reformas, los derechos humanos y la mediación en la sociedad, y no sólo el ámbito gubernamental, traen aires frescos donde a pesar del hedor a sociedad disciplinaria hay espacios donde se puede insistir y exigir que la participación ciudadana debe ser parte importante y la transparencia y rendición de cuentas una vía, es así donde las libertades y los derechos humanos del futuro, presentimos, tienen cabida.
La organización donde colaboro, la Red Iberoamericana Pro Derechos Humanos A.C. solicitó la Alerta de Género para el Estado de Baja California pensando en la urgencia de poner en vigencia los derechos de las mujeres, adolescentes y niñas que ya se están disfrutando en otros estados del país y es ahí desde donde luchamos.
De la mano con el Búnker Cultural y AMORH, la Red ha trabajado enfocada y pensando en los Derechos y Libertades por venir, donde tenemos puestos nuestros esfuerzos y dedicación, trabajando con mecanismos que pueden ser parte del Estado y del sistema de normas, pero no únicamente desde ahí, ya que estamos consientes que las libertades se tienen que vivir y conocer desde el arte y otros espacios físicos y del saber, espacios abiertos donde prevalezca el diálogo y se pueden vivir costumbres sociales que nos llevarán a vivir en igualdad y sin discriminación, no sólo en los espacios gubernamentales, si no también en las familias y en nuestra propia concepción del ser.

* Abogada, Coordinadora de la Red Iberoamericana Pro Derechos, activista feminista.


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