Penelope Duggan**
En
los próximos meses y años estaremos obligados a intensificar nuestras
demandas
por justicia social, a convertirnos en más militantes en nuestra defensa
de
las poblaciones vulnerables. Aquellos que siguen defendiendo la supremacía
masculina,
blanca
y hetero-patriarcal, más vale que se cuiden.
Ángela Davis Marcha de las Mujeres en Washington el 21 de enero de 2017.
Evento histórico
Las marchas
alrededor del mundo del 21 de enero de 2017 fueron un evento histórico. Por
primera ocasión, desde las marchas contra la guerra del 15 de febrero de 2003,
millones de personas en diferentes países y en los siete continentes se
manifestaron el mismo día y por las mismas razones, tanto como un gesto de
solidaridad internacional pero también con la claridad de cómo las mismas
dinámicas políticas están en juego internacionalmente.1
En los
Estados Unidos el nivel de la movilización superó las manifestaciones en contra
de la guerra de 2003 y en Gran Bretaña lo repitieron. Las Marchas fueron
iniciadas y dirigidas por y con la movilización mayoritaria de mujeres.
Mientras que el detonante fue la elección de Trump como presidente de EU, y la
reacción frente al anuncio y los probables ataques a los derechos de las
mujeres en ese país bajo su administración, la respuesta internacional también fue
provocada por los ataques y el temor de nuevos a esos mismos derechos de las
mujeres alrededor del mundo. La marea en ascenso de la extrema derecha y de la
reacción religiosa, subrayan el hecho de que los derechos de las mujeres –a
elegir, al trabajo, a vivir sus vidas como quieran– nunca están definitivamente
ganados.
Mientras que el ímpetu vino de las mujeres de todas las
edades, mujeres de color, mujeres de las etnias minoritarias, mujeres
migrantes, mujeres con discapacidades, defendiendo sus derechos, las marchas también
movilizaron a aquellos involucrados por los ataques que vendrán con la
administración de Trump –y de fuerzas similares alrededor del mundo– sobre los
derechos de los migrantes, de los negros, del medio ambiente.
En los Estados Unidos la movilización tuvo un carácter
verdaderamente masivo, según he visto por la lista de movilizaciones que se han
registrado.2 Aún las protestas de algunas decenas, incluso de
personas en lo individual que están registradas, muestran cómo la extensión del
deseo de levantarse y de ser parte del recuento contra Trump y sus políticas
caló hondo.
Por supuesto que una movilización así de espontánea fue
extremadamente heterogénea, atrayendo a las mismas marchas a feministas
radicales, demócratas y seguidoras de Hilary Clinton, activistas de los derechos
de los negros, fuerzas de la izquierda radical anticapitalistas… Eso fue un
enorme y notable logro en los Estados Unidos, pero también a nivel mundial.
Algunos comentaristas de izquierda tienden a subestimar
el significado de estas movilizaciones, argumentando que fueron dominadas por
las fuerzas burguesas, blancas, liberales, prodemócratas. Que esas fuerzas
estuvieron presentes y que pudieron haber tomado la iniciativa, es innegable.
Pero todos los informes alrededor del mundo destacan el hecho de que muchos,
muchos, de los manifestantes fueron jóvenes, espontáneos y nuevos en las
movilizaciones. ¿Habría peor táctica para la izquierda anticapitalista,
feminista y diversa que dejar a esas personas dialogando sólo con las
feministas institucionales, liberales y del sistema? Un texto de Susan Pashkoff
escrito para Resistencia Socialista en Gran Bretaña dice: “Es esencial que las feministas
socialistas y la izquierda participen en este movimiento y no sólo critiquen
desde fuera. Necesitamos estar ahí, empujando los límites más hacia la izquierda,
para apoyar las demandas de las mujeres de la clase trabajadora, de las mujeres
de color, de camaradas LGBTQ y las mujeres discapacitadas. Necesitamos asegurarnos
que este potente movimiento no sea aprovechado por aquellos que pudieran
subvertir sus objetivos para imponer las necesidades de los partidos políticos
tradicionales y del movimiento feminista liberal”.3
La necesidad de las marchas debe ser para todas las mujeres,
y en particular para las que sufren y han sufrido las formas más duras de
opresión, explotación y discriminación, como las mujeres negras y de las minorías
étnicas, las personas LGBTQ, mujeres discapacitadas, mujeres de la clase
trabajadora, que fueron fuertemente expresadas desde el inicio. La “Visión Guía
y Definición de Principios” en EU fueron más allá del feminismo liberal y
tomaron las demandas y las luchas de las mujeres de color y de la clase
trabajadora.4 Verdaderos esfuerzos fueron realizados para asegurar que
las coorganizadoras a nivel nacional en EU reflejaran esta diversidad, pero
como todo movimiento vivo esos esfuerzos deberán continuar si es que se ha de
desarrollar un movimiento en marcha, en curso, más allá de esta oleada de
protesta.
Pashkoff señala:
[…] si esperas que este naciente movimiento entienda el
hecho que es en la intersección de raza, clase y género que la opresión de las mujeres
es más sentida, entonces tenemos que estar ahí para asegurarnos que las voces
de las mujeres de color, de la clase trabajadora, de las personas LGTBQ y
mujeres discapacitadas sean escuchadas y que sus demandas sean tomadas en
cuenta. Es un movimiento naciente, si esperas que no habrá errores y que no se colocarán
demandas equivocadas, estas esperando demasiado. No obstante, si el movimiento ha
de crecer y convertirse en el poderoso movimiento de protesta por la justicia
social planteado por Ángela Davis en su discurso en Washington, tendrá que ir
más allá de esta diversidad organizada para convertirse en la expresión de las
luchas de las mujeres en contra de todas las formas de opresión, explotación y discriminación.5
Pero los movimientos toman tiempo y esfuerzo para crecer
y construirse. Como la autora feminista marxista Cinzia Aruzza escribió el 22
de enero:
Las movilizaciones de masas casi nunca empiezan cuando
las esperamos, casi nunca tienen las características que esperaríamos o
consideraríamos como las políticamente adecuadas, casi nunca tienen coherencia
política, no están libres de las contradicciones y divisiones presentes en la
sociedad o de los prejuicios culturales y las deficiencias políticas que los
caracterizan.
No son eventos mágicos desconectados del continuum de la
vida social aunque tienen la capacidad y el potencial de crear discontinuidad y
rupturas. Son procesos desorganizados, contradictorios, donde los resultados no
están dados por adelantado y la solidaridad es algo que hay que lograr. Las
últimas 48 horas han mostrado el potencial de una nueva temporada de
movilizaciones de masas y que esto esté pasando especialmente en un día de movilizaciones
de mujeres es mucho más relevante.
Por supuesto, un posible, y quizá probable escenario es
que el Partido Demócrata y sus similares terminen domando, cooptando y eventualmente
matando su potencial. Pero la decisión relevante que tenemos que hacer es si
queremos de una vez entonar el panegírico funerario de una movilización que
pudo haber sido o si queremos ser consecuentes con nuestro deseo de cambiar
este mundo y tener un análisis político serio, no moralista, sobre las limitaciones,
la composición y el potencial de estos dos últimos días, y qué y cómo es lo que
tenemos que hacer para ayudar al crecimiento y radicalización de la lucha”.6
Este es el reto que enfrentan fuerzas anticapitalistas y feministas
en EU y alrededor del mundo en el despertar de esta ola de protesta. Lo que
está en juego, y también las posibilidades abiertas, indudablemente que son más
grandes en lo inmediato en EU. Pero como mujeres que luchan por defender y
ampliar sus derechos en todo el mundo, este movimiento de protesta es una señal
de las posibilidades para construir movimientos propios, ya sea por los derechos
al aborto en Irlanda y en Polonia, en contra de las violencia en India o en
Sudáfrica, en contra de los feminicidios en México y por los derechos de las
mujeres como derechos humanos en todas partes.
La historia no puede ser borrada como las páginas en el
internet
La
activista de los derechos civiles, Ángela Davis habló en la Marcha de las
Mujeres en Washington el sábado 21 de enero frente a una multitud de cientos de
miles que se reunieron en la capital del país para protestar por la
administración de Trump. Davis quien es conocida por escribir libros como
Mujer, Raza y Clase donde hizo un apasionado llamado a la resistencia y urgió a
quienes le escuchaban a volverse más militantes en sus demandas de justicia
social por los próximos cuatro años de la presidencia de Trump.
Palabras de Ángela Davis Marcha de las Mujeres en Washington
el 21 de enero de 2017:
En un momento difícil de nuestra historia, recordemos que
nosotras, miles, millones de mujeres, personas trans, hombres y jóvenes que estamos
aquí en la Marcha de las Mujeres, nosotros representamos a las poderosas
fuerzas del cambio que están decididas a evitar que las culturas moribundas del
racismo, el hetero-patriarcado se levanten de nuevo.
Reconocemos que somos agentes colectivos de la historia y
que la historia no puede ser eliminada como las páginas web. Sabemos que nos
reunimos esta tarde en tierras indígenas y seguimos la guía de los primeros
pueblos que a pesar de la violencia genocida masiva nunca han renunciado a
luchar por la tierra, el agua, la cultura, su pueblo. Especialmente saludamos hoy
a los Sioux de Standing Rock.
Las luchas de la libertad de los negros que han moldeado
la naturaleza misma de la historia de este país no pueden ser borradas con el movimiento
de una mano. No podemos olvidar que las vidas negras son importantes. Esto es
un país anclado en la esclavitud y el colonialismo, lo que significa que para
bien o para mal la historia misma de los Estados Unidos es una historia de
inmigración y esclavitud. Extender la xenofobia, lanzar acusaciones de
asesinato y violación y construir muros no borrará la historia.
Ningún ser humano es ilegal.
La lucha por salvar el planeta, detener el cambio
climático, garantizar la accesibilidad del agua de las tierras de los Sioux de
Standing Rock, de Flint, Michigan, Cisjordania y Gaza.
La lucha por salvar nuestra flora y fauna, por salvar la
atmósfera, es el punto cero de la lucha por la justicia social.
Esta es una marcha de mujeres y esta marcha de las
mujeres representa la promesa del feminismo en contra de los poderes
perniciosos de la violencia estatal. Y un feminismo inclusivo e interseccional
que nos invita a unirnos a la resistencia al racismo, a la islamofobia, al
antisemitismo, a la misoginia y a la explotación capitalista.
Si, saludamos a “Fight for 15”. Nos dedicamos a la
resistencia colectiva. Resistencia a los multimillonarios especuladores
hipotecarios y gentrificadores. Resistencia a los privatizadores de la salud.
Resistencia a los ataques contra los musulmanes y contra los migrantes.
Resistencia a los ataques contra personas con discapacidad.
Resistencia a la violencia estatal perpetrada por la
policía y a través del complejo industrial penitenciario.
Resistencia a la violencia institucional e íntima de
género, especialmente contra las mujeres trans de color. Los derechos de las
mujeres son derechos humanos en todo el planeta y por eso decimos libertad y
justicia para Palestina.
Celebramos la inminente liberación de Chelsea Manning y
Oscar López Rivera pero también pedimos: ¡libertad para Leonard Peltier!, ¡Libertad
para Mumia Abu-Jamal!, ¡Libertad para Assata Shakur! En los próximos meses y
años seremos llamados a intensificar nuestras demandas de justicia social para
que seamos más militantes en nuestra defensa de las poblaciones vulnerables.
Aquellos que aún defienden la supremacía masculina blanca
y hetero-patriarcal: ¡Más vale que se cuiden! Los siguientes 1,459 días de la
administración de Trump serán 1,459 días de resistencia: resistencia en las
bases, resistencia en las calles, resistencia en las aulas, resistencia en el
trabajo, resistencia en nuestra arte y en nuestra música.
Esto es sólo el inicio y en las palabras de la inimitable
Ella Baker “Nosotros los que creemos en la libertad no podemos descansar hasta que
llegue”. Gracias.
*
Traducción de Josefina Chávez.
**
Feminista editora de International Viewpoint, militante del NPA en Francia.
Notas
1. Muchas
fotos, videos y artículos han informado de las manifestaciones. Para una prueba
ver The Huffington Post “38 Stunning
Photos From Women’s Marches Around The World”.
2. Ibid.
3. Susan
Pashkoff, Socialist Resistance. Are
we witnessing a moment or a movement? Ver las rutas propuestas para el
movimiento: “Las mujeres enojadas pueden volver a casa al día siguiente de la
marcha para llevarnos a un partido-movimiento híbrido dirigido por mujeres en
cada estado que sea lo suficientemente disciplinado para gobernar, con
militancia local focalizada devotamente en actualizar una fuerza capaz de
asaltar el control de los consejos de las ciudades y de las alcaldías durante
las elecciones intermedias a lo largo de EU, en preparación de un golpe
electoral a la presidencia en 2020”, Micah White, The Guardian, 19 January 2017, “Without a path from protest to
power, the Women’s March will end up like Occupy”. Experiencias como las que se
han visto en los gobiernos municipales del PT en Brasil y de Podemos en el
Estado Español han mostrado que no es fácil “tomar el poder” incluso a nivel
municipal.
4. Ver
“Guiding Vision and Definition of Principles”.
5. Las organizadoras han entendido este punto y lo están
atendiendo a su manera, ver Susan Chira and Jonathan Martin, 22 January 2017 New York Times, “After Success of
Women’s March, a Question Remains: What’s Next?”.
6. Cinzia Arruzza es autora de Relaciones peligrosas. Matrimonios y divorcios entre marxismo y
feminismo.
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