Por Sara Lovera
Al comenzar marzo, con motivo del Día Internacional de la Mujer y habida cuenta de las campañas oficiales para algo considerado “celebración”, los mensajes en medios electrónicos reafirmando un perfil de cierto tipo de mujeres, aquéllas que no transgreden las reglas establecidas, tuvieron hasta 400 impactos informativos, entre el 2 y 10 de marzo.
Entre el 16 y 20 de marzo, se realizó en México el XI Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, donde se reunieron mujeres que si transgreden las reglas establecidas.
En este encuentro donde acudieron mil 600 mujeres de la región, donde se puso en la picota a los partidos de izquierda que no responden con realidades a las mujeres, al que acudieron las empleadas del hogar feministas a decir que basta de ser tratadas como esclavas, donde las mujeres analizaron las constituciones y las jóvenes criticaron duramente al régimen y se denunciaron todas las formas de impunidad que mantienen las estadísticas de violencia y asesinato de mujeres en las mismas cifras en México y otros países como Guatemala, no hubo información en los medios.
Vi un par de fotos al comienzo, una crónica de la marcha, una entrevista en televisión, todo ello en el Distrito Federal, y no fue noticia a pesar de que se llamó a conferencias de prensa y a pesar de que el encuentro, el número XI fue patrocinado, entre otras fuentes, por el Gobierno del Distrito Federal y de que asistieron mujeres políticas, directoras y exdirectoras de institutos estatales de las mujeres, funcionarias muy diversas, hasta ex subsecretarias y toda clase de mujeres políticas.
No apareció como noticia por miedo. Me hizo recordar la reacción de los medios cuando precisamente en el Claustro de Sor Juana mujeres de todos los grupos, partidos políticos, denominaciones burocráticas, se reunieron para conmemorar el 50 aniversario de haber logrado el voto ciudadano. Los medios dijeron que la reunión pretendía crear un gineceo para tomar la presidencia de la República, nos llamaron arguenderas.
Recuerdo también cuando se hizo una campaña para hacer una huelga de mujeres y fue promovida oficialmente desde el Programa de la Mujer del Distrito Federal, era entonces jefe de gobierno Cuauhtémoc Cárdenas. Hubo tal reacción que los locutores decían que se iba a subvertir la vida social, porque un sábado, las mujeres no haríamos el desayuno ni tenderíamos camas. El miedo a la voz transgresora de las mujeres es realmente sorprendente.
Ocultar el desarrollo y las discusiones del XI Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe también tiene que ver con la forma como se organizó la estrategia de medios, en caso de que haya habido.
La organización del encuentro desestimó un hecho fundamental: en los medios, Como en el tejido social, hasta el 50 por ciento de las personas que laboran en ellos somos mujeres. Desestimó las redes de periodistas profesionales que existen a lo largo de la región; desestimó la creación de organismos e instituciones que son parte de los medios de comunicación.
Lamentablemente, la falta de una estrategia de medios impidió la oportunidad de dar a conocer a las otras mujeres, los debates y los hallazgos que las feministas discutieron durante el XI Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe.
Parece que esta omisión fue a propósito, intencionada y que los medios, caja de resonancia del poder y parte del poder mismo, decidió ocultarnos.
Mientras las otras mujeres, con motivo de marzo, fueron llamadas por el sistema y las instituciones a volver a casa, a ocuparse del cuidado hijos y enfermos, a realizar su doble jornada sin chistar, a ser ubicadas como víctimas y promovidas a admitir que ese es su papel principal.
Lo grave es que no se puede ir para atrás. Las mujeres están en el tejido social, en la producción y fuera de casa hace muchos años. En tanto, el feminismo que ha sido el motor de los cambios legislativos e institucionales, ahora queda claro que no ha sido reconocido por los medios y sus agentes, pero también por quienes decidieron marginar a las periodistas profesionales. Es una verdadera tragedia y lo es porque también hay autoritarismo en quienes se creen únicas depositarias del movimiento feminista.
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