Por Marusia López
Resistir es rechazar el poder impuesto y demostrar que las relaciones democráticas, incluyentes y amorosas son posibles y que el poder compartido es necesario…Resistir es regresarle la dignidad los grupos tradicionalmente excluidos de y luchar porque nos convirtamos en protagonistas de la transformación social. Resistir es encontrarnos, dialogar, reconocernos, debatir y aliarnos entre mujeres…Hermanarnos, percibirnos iguales, hacernos cómplices y generar estrategias compartidas para protegernos de la represión, de la violencia, de la exclusión, del olvido. Aliarnos desde la autonomía, desde el respeto, pero también desde la claridad de que el contexto nos obliga que superar nuestras diferencias y que estas no nos separen ni nos aíslen (Discurso inaugural)
Uno de los rasgos más significativos del contexto político actual en México sea la cínica y unilateral ruptura del pacto social por parte de quienes detentan el poder público con el pleno consentimiento de lo poderes fácticos. Si bien en cierto que la histórica y creciente desigualdad social, la impunidad y la corrupción casi endémicas al sistema político anunciaban desde hace años profundos resquebrajamientos en la frágil normalidad democrática de los últimos dos sexenios, la profundización del modelo neoliberal y la total negativa a cuestionarlo y modificarlo; la salida autoritaria instaurada por el gobierno en turno a través de la cual se pretende militarizar el país, criminalizar a los movimientos sociales, cerrar o ignorar los mecanismos de diálogo y participación ciudadana existentes y limitar las libertades fundamentales so pretexto de preservar la seguridad, no hace sino profundizar la polarización social existente y elevar los riesgos de la ya evidente ingobernabilidad.
El Estado ha dado la espalda a la sociedad mexicana, pero de manera particular a las mujeres. Ello resulta evidente al permitir que el ejército con toda impunidad viole y agreda sexualmente a mujeres como ha ocurrido en Veracruz, Guerrero, Coahuila y Sinaloa tan solo en los últimos dos años (pero de manera más constante desde la militarización impulsada por el actual ejecutivo); al impulsar como estrategia de control social la tortura, la violencia sexual, la intimidación y encarcelamiento de luchadoras sociales, o al restringir sus derechos sexuales y reproductivos a través de políticas y medidas conservadoras y que vulneran el carácter Laico del Estado como son los recursos de inconstitucionalidad que la Procuraduría General de la República y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos que pretenden obligar a legisladores y legisladoras del Distrito Federal a que retiren las modificaciones legales que permitieron la despenalización del aborto en el Distrito Federal.
Estas y otras violaciones a los derechos humanos de las mujeres fueron denunciadas durante el Encuentro de Mujeres en Resistencia, un evento plural organizado por el Espacio Feminista y el Colectivo Hoaxyacac en el que participaron más de doscientas mujeres de más de treinta movimientos sociales de diversos estados de la república Mexicana y de siete países de América Latina. Según las observaciones de varias de las convocantes, desde los años ochentas no se había dado una convocatoria tan amplia desde el movimiento feminista hacia mujeres de otros movimientos. El trabajo de incidencia en políticas públicas, de creación de marcos jurídico institucionales más favorables a la igualdad de género tanto en el ámbito nacional como internacional, entre otras cosas, que concentró la atención de una parte significativa de las organizaciones feministas durante los noventas, tuvo como saldo (tal y como ocurrió con otras organizaciones civiles), el distanciamiento y desarticulación con las mujeres que se fueron sumando activamente a diversas organizaciones de masas. Así que unos de los primeros resultados del Encuentro fue el hecho de haber reconocido la necesidad de este acercamiento y constatar que dicha está presente también en las compañeras de otros movimientos.
Durante dos días las participantes compartieron historias personales y colectivas de represión y violencia que conmovieron profundamente a todas y cada una de las asistentes, quienes por momentos dejamos que las lágrimas expresaran la rabia que tales testimonios nos provocaron. La apertura que tuvieron las compañeras para compartir experiencias sumamente dolorosas, para escucharse y dejarse tocar por las otras fue quizá uno de los mayores aprendizajes del Encuentro. Muchas de ellas era la primera vez que participaba en un encuentro de mujeres, otras pertenecían a movimientos que tienen diferencias entre si, la gran mayoría no nos conocíamos pero todas hablamos en primera persona, desde nuestra propia experiencia y nuestra identidad como mujeres; sin ocultar los miedos ni las dudas pero con claridad de lo mucho que significa el trabajo que hacemos para la construcción de una sociedad donde la libertad, la justicia y la dignidad no sean moneda de cambio.
La afinidad y la solidaridad generada después de escuchar los testimonios nos permitió aprender que, más allá de las diferencias, compartimos la misma rabia y soñamos la misma utopía. Ello resulta particularmente importante si tomamos en cuenta que, sin negar la enorme diversidad de condiciones y realidades que encarnan, al interior de los propios movimientos podemos ubicar algunas problemáticas comunes tales como la dificultad para establecer alianzas estratégicas entre ellos, las resistencias para construir agendas más integrales en donde que expresen la diversidad social y en las que no parezca que hay unos derechos más importantes o urgentes que otros, y la pervivencia de prácticas antidemocráticas y sectarias. Estas limitaciones han sido uno de los factores que evita que los movimientos sociales nos constituyamos en un actor social capaz de hacer contrapeso a los poderes fácticos e impulsar colectivamente la construcción del nuevo pacto que nuestro país reclama. Una de las características de las expresiones de la izquierda mexicana pareciera ser la división, la fragmentación y el descrédito, es por ello que la identificación y el reconocimiento logrado entre las participantes del Encuentro fue una lección para todas y esperamos que lo sea de igual manera para los compañeros de lucha.
Teniendo como punto de partida este acercamiento no resultó difícil proponer múltiples formas de articulación y fortalecimiento mutuo. Algunas de las propuestas fueron:
Articular un mecanismo de acción rápida frente a casos de represión contra luchadoras y defensoras de los derechos humanos, que nos permita denunciar públicamente y ante instancias nacionales e internacionales de derechos humanos, defender jurídicamente a las compañeras detenidas o presas políticas y protegernos de futuras agresiones.
Propiciar dentro de nuestras organizaciones y movimientos una mayor participación y liderazgo de las mujeres estableciendo cuotas, promoviendo la formación política, incorporando nuestra agenda en las prioridades de nuestra organización, generando alternativas para las tareas domésticas y la crianza de hijos e hijas no sea un obstáculo para la plena participación de las mujeres, etc.
Combatir el modelo neoliberal, no solo a través de las acciones de protesta y resistencia que ya realizamos, sino a través del impulso de alternativas locales como son las redes de economía solidaria entre mujeres.
Participar activamente en la creación de medios alternativos de comunicación como las radios comunitarias y promover un mayor acceso e incidencia en los medios masivos de comunicación, que nos permita modificar los contenidos sexistas que actualmente están presentes.
Promover a más mujeres comprometidas con los derechos de las mujeres para cargos de representación popular, sobretodo en el congreso y en los municipios
Para las organizaciones feministas convocantes fue un gran aprendizaje constatar que nuestras luchas históricas por la participación política de las mujeres y por el reconocimiento de nuestra identidad, problemáticas y derechos han sido asumidas por muchas mujeres que desde otras trincheras luchan por la superación de las estructuras que generan la opresión y que de cara al contexto actual tenemos que reorientar nuestras estrategias para lograr una mayor articulación entre mujeres que pueda hacerle frente a los embates de una derecha que ha declarado públicamente la guerra a las libertades fundamentales y a los derechos ya conquistados.
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