domingo, 28 de junio de 2009

Cuba: Otro socialismo posible

Entrevista con Mariela Castro Espín

Reconocida por su labor en defensa de los derechos de las personas gays, lesbianas, bisexuales, travestis y transexuales, Mariela Castro Espín aboga por la promoción de un socialismo más justo, dialéctico, inclusivo y, sobre todo, participativo.

Por Dalia Acosta para IPS, en La Habana -Castro Espín es directora del gubernamental Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) y principal impulsora de una resolución que aprobó, a mediados de 2008, la realización de operaciones de cambio de sexo en el sistema de salud estatal cubano.
La participación podría ser la clave del socialismo en el siglo XXI, sostuvo la experta, de 46 años e hija del presidente de Cuba, Raúl Castro, y de Vilma Espín, una luchadora por los derechos de las mujeres y minorías sexuales, líder histórica de la Revolución Cubana, fallecida en 2007.
En conversación con IPS, esta mujer que el 16 de mayo encabezó la primera conga callejera contra la homofobia en la historia de esta isla caribeña habló sobre los momentos que marcaron su vida para llevarla a ser lo que es hoy, sobre la participación socialista y las esperanzas de una Cuba sin el bloqueo de Estados Unidos.
IPS: En 2004, usted recibe a un grupo de travestis y transexuales que buscaban ayuda. Hoy se le reconoce como la impulsora de un grupo de reformas a favor de los derechos de la diversidad sexual en Cuba. ¿Siempre fue comprensiva hacia la diferencia?
MCE: Fue parte de un proceso de toma de conciencia como ciudadana cubana que ve la realidad, escucha y pregunta. La vida en este país me ha enseñado a no ser una simple interpretadora de la realidad sino a formar parte de ella, a participar, incluso a tratar de cambiar lo que no me gusta o lo que creo justo deba cambiarse.
IPS: ¿Algún momento importante para llegar a ser la persona que es hoy?
MCE: Muchos. Cuando estaba en el primer año de la Universidad viví el proceso de profundización de la conciencia revolucionaria en las filas de la Unión de Jóvenes Comunistas, un proceso que no me gustó y enfrenté como pude y creí mejor.
Me molestaban mucho el extremismo, los prejuicios y detestaba la frase diversionismo ideológico porque la veía como un instrumento de los oportunistas.
También me marcó el éxodo masivo por el puerto del Mariel en 1980. Para mí fue un golpe de aprendizaje ver cómo muchas de aquellas personas que eran muy extremistas cuando la profundización revolucionaria salían corriendo para el Mariel y, aún hoy, muchos de los que habían sido sancionados están aquí, participando de la Revolución.
Y me marcó el período especial (la crisis económica iniciada a principios de la pasada década). Me hizo volver a pensar sobre cuál es el socialismo que queremos. Es muy interesante ver todo lo que se ha logrado en 50 años de Revolución en soberanía plena y en búsqueda de justicia social, pero todavía tenemos que avanzar mucho en términos muy amplios.
IPS: ¿Cuál sería su apuesta? ¿Cómo debería ser el socialismo para que siga siendo una opción válida, tanto en el presente como en el futuro de la nación?
MCE: Yo sí sigo apostando por el socialismo, pero por uno basado en un enfoque dialéctico, donde estamos obligados a atender todas las contradicciones que van surgiendo y marcando los cambios hacia el desarrollo.
IPS: ¿Cómo podría sumarse a esa joven generación que hoy se dice que no siente compromisos con nada ni con nadie?
MCE: A través de mecanismos de participación. Para mí es fundamental una democracia socialista participativa. No sólo a nivel de declaración política o a nivel teórico, sino en la creación de los mecanismos en la práctica social.
Esa es la salvación del socialismo como opción histórica y la única manera de que la juventud sienta que forma parte de este proyecto porque participa de él y porque le aporta sus criterios, inquietudes y críticas.
A la juventud hay que crearle un espacio en el que ella entre a formar parte de una realidad que se está inventando, que se está creando, en la que se está experimentando y en la que ella se está comprometiendo porque forma parte de esa realidad, que está haciéndola también.
IPS: ¿Ha llevado ese principio a la actual campaña del Cenesex a favor de la diversidad sexual?
MCE: Es exactamente lo que estamos haciendo. El Cenesex abre espacios de participación porque solo no puede, ni debe; lo que hacemos es abrir el espacio e ir elaborando proyectos conjuntamente. No hay nada más fascinante que la participación porque todos asumimos responsabilidades.
Si los mecanismos de participación se desarrollan y perfeccionan en la sociedad cubana van a enriquecer mucho nuestro proceso y también al socialismo pues ésta ha sido una arista floja en toda su historia.
Cuba, este país que es tan auténtico, original, delicioso y tan contradictorio, puede aportar también al socialismo como sistema el socialismo criollo del Caribe, de lo que somos.
Lo otro es ponerse un traje que no te sirve, que no tiene que ver contigo.
IPS: Con la llegada de Barack Obama a la presidencia de Estados Unidos se ha hablado mucho de la posibilidad de una flexibilización de las sanciones de ese país contra Cuba. ¿Cómo imagina a esta isla sin bloqueo?
MCE: Una Cuba sin bloqueo es una Cuba prospera. Y, como le pedí a San Pedro cuando fui al Vaticano, prosperidad para Cuba. Primero, pensé pedir el fin del bloqueo, pero me dije que esa sería sólo una parte de la solución. Prosperidad, con y sin bloqueo.
El día que quiten el bloqueo nos quitarán un peso muy grande para sobrevivir en relación con el mundo.
Pero, junto con eso, será fundamental perfeccionar los mecanismos de la democracia socialista, porque el levantamiento del bloqueo por sí sólo no impulsará la prosperidad. Tenemos que mejorar nuestro sistema social.
IPS: ¿Qué piensa de la teoría de que el sistema socialista cubano no resistiría el impacto del levantamiento del bloqueo?
MCE: Estar vivo es peligroso y la Revolución Cubana ha estado siempre en peligro. Más peligro del que ya hemos vivido, creo que no. Creo que sería una oportunidad, peligrosa, pero una oportunidad, y tenemos que aprovecharla al máximo.
Sería fundamental para Cuba, como para cualquier país. ¿Qué país puede sobrevivir a un bloqueo? Cuba sobrevivió, pero con qué alto costo en muchos sentidos.
IPS: ¿Comparte la opinión de que vivimos en un país en que todo se ve a través del prisma de las relaciones con Estados Unidos?
MCE: Todo pasa por ahí. Hemos elaborado la cultura del bloqueo y tendremos que elaborar los aprendizajes de la Cuba sin bloqueo que quiere sobrevivir con un sistema socialista, en mi criterio, más desarrollador, más inclusivo y dialéctico.
El socialismo no podría despegarse de un enfoque dialéctico de interpretación y de desarrollo, si vamos a resistir al impacto del levantamiento del bloqueo. Todo lo que hagamos tendrá que estar en función de garantizar la soberanía, sin descuidar los mecanismos internos que no deben ser tan estrechos como han sido.
Yo tengo todavía energía, ilusión y fuerza para seguir luchando por este socialismo. Sé que la Revolución ha desarrollado muchos mecanismos de defensa ante la hostilidad constante y con mucho recurso del imperialismo estadounidense.
Y no es una frase trillada, es un sistema imperial expansivo, intensivo, muy cruel y hay que seguir luchando para no ceder ante la violencia, ante las presiones que vamos a seguir teniendo. Cuando hay convicción en un camino no se cede, pero lo importante es que ese camino lo hagamos de la manera más inteligente posible.
IPS: ¿Que no se vire contra la propia población cubana?
MCE: Exactamente. Que no se vire contra nosotros mismos. Por eso el desarrollo de mecanismos de participación es la clave. ¿Cómo queremos que sea el socialismo cubano? ¿Cómo queremos hacerlo? ¿Cómo lo vamos a hacer? ¿Y cuáles son los principios en los que no podemos ceder?
Por supuesto, dignidad nacional, soberanía, justicia social, porque buscando desarrollo no vamos a caer en mecanismos de explotación, pero sí hay mecanismos –tal vez de cooperación en el plano de la economía– que nos pueden permitir prosperar, satisfacer las necesidades crecientes de la población y fortalecer, tal vez a través del sistema fiscal, las posibilidades del Estado.
IPS: ¿Qué espera de Obama?
MCE: En mi criterio personal, no tiene muy buenos asesores para Cuba ni para América Latina. Ojalá podamos tener un diálogo, un acercamiento. Por su biografía personal me parece una persona maravillosa, pero ya cuando asume el rol de presidente tiene que usar otro traje. Y es muy difícil. Me imagino que él quisiera hacer muchas cosas que no puede hacer.
IPS: ¿Piensa que, aunque Obama no logre cambios sustanciales durante su mandato, el solo hecho de haber sido elegido es un importante síntoma de cambio?
MCE: Sí, pero el mundo necesita una respuesta de Obama. El mundo necesita cambios en Estados Unidos, ese país que le exige tantos cambios al mundo, en función de los intereses de pequeños grupos de poder.
El mundo le está exigiendo a Estados Unidos cambios profundos para sobrevivir.
No podemos aspirar a que Estados Unidos deje de ser el imperio, por ahora, y mucho menos sólo por Obama, pero, por lo menos, que los estadounidenses le hayan elegido es un síntoma de que ellos también quieren cambios.
Como dicen en la Santería (religión afrocubana) cuando se le desea suerte a alguien, siempre digo Aché para Obama. Aché para que logre todo lo que pueda, todo lo que le sea posible.

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