Nuevos escenarios y retos para el feminismo
Josefina Chávez Rodríguez*
Que una mujer haya llegado a la presidencia de la república, por primera ocasión en la historia de México, ha sido un hecho histórico. En un país de profundas raíces patriarcales con una cultura machista que permea todos los ámbitos sociales y las relaciones humanas. Un país que no ha logrado la erradicación de la violencia extrema contra las mujeres, el feminicidio. El acceso de una mujer al poder presidencial, tiene un efecto simbólico potente, al romper las barreras de los prejuicios y las normativas de los roles masculino y femenino. Que las mujeres puedan dirigir una nación, fortalece el proceso histórico de la lucha por la igualdad y contra la discriminación, proporciona evidencia contundente para sustentar con más potencia los pasos que siguen en la lucha feminista.
También ha sido novedoso que dos mujeres hayan sido las principales contendientes en la campaña electoral representando proyectos políticos contrapuestos. La periodista Yuriria Sierra coordinó un libro en donde 100 mujeres, de muy diversas trayectorias profesionales y posturas políticas, se explayaran a partir de la pregunta ¿Y que esperamos las mujeres mexicanas de quien será la primera entre nosotras? El libro Presidenta, más de 100 mujeres te escriben, permite conocer las expectativas, propuestas, exigencias, y una gran multiplicidad de matices y tonos en la forma como estas mujeres le escriben a las dos candidatas, Claudia y Xóchitl.
Si nos preguntamos como llegamos a este momento vale la pena recordar y enlazar hechos, algunas historias relevantes de las luchas de las mujeres, que iluminan el pasado, y donde estamos ahora, para no perder la perspectiva que nos interesa continuar impulsando y construyendo desde la rebeldía en el combate contra el capitalismo patriarcal y desde la necesidad estratégica de la independencia política frente al estado y sus instituciones.
Recuerdo lo que dijeron las zapatistas en marzo de 2018, en el contexto del Encuentro de las Mujeres que Luchan. Explicaron con la metáfora del monte:
En todo el mundo podemos decir que hay mujeres, un bosque de mujeres, que lo que las hace iguales es que son mujeres…
Somos iguales porque todas somos mujeres y somos diferentes como lo árboles del monte que son pino, ocote y otros.
Más allá del bosque de mujeres que describen las zapatistas, somos distintas por diferencias de clase, de ideología, de ubicación política. Claudia Sheinbaum ha sido elegida presidenta porque significa la continuidad del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, de un proyecto político partidario.
Es muy significativo que el 62% de los votantes por Claudia Sheinbaum hayan sido hombres lo que si bien podríamos aventurar contradice el prejuicio de que “no quieres que te mande una mujer”, sin embargo también podría explicarse por este elemento de continuidad. La llegada de Claudia al poder presidencial tiene pues complejas explicaciones en contextos históricos políticos del país, así como de la larga lucha de las mujeres por la representación política.
Muchas expectativas indudablemente ha generado la llegada de una mujer a la presidencia, así como muchos resabios y criticas relacionadas con el papel de Obrador hacia el movimiento feminista más importante de las últimas décadas al cual descalificó y agredió múltiples veces desde un presidencialismo autoritario patriarcal y machista. El movimiento no olvida el trato y la criminalización vivida en el sexenio de López Obrador en muchos estados y en el caso de la Ciudad de México. Claudia Sheinbaum esta en una vitrina. Su gobierno es continuidad del de AMLO y su proyecto político. Un proyecto político que no es feminista. Es la primera presidenta gracias a una lucha del feminismo que viene de atrás mucho antes del gobierno de AMLO.
Primeras mujeres candidatas a la presidencia
Esta mirada hacia atrás en nuestra lucha encuentra a dos mujeres emblemáticas de luchas fundamentales que mantienen plena vigencia y que han sido retomadas por el feminismo anticapitalista. Ambas candidaturas cada una en su contexto y momento histórico trabajaron contracorriente pues enfrentaron una visión discriminada y patriarcal del papel de las mujeres.
Rosario Ibarra de Piedra. Como parte de esta historia, debe destacarse el hecho de que la compañera Rosario Ibarra, nieta de una mujer sufragista, en otro contexto y con un perfil radical, fue la primera mujer en la historia de México en ser postulada como candidata presidencial en 1982 y en 1988 por el Partido Revolucionario de las y los Trabajadores (PRT). Símbolo histórico, además, de la lucha contra la represión y por la libertad de presos y desaparecidos políticos desde antes de 1982 pero también en la campaña de 1988 como referente de la izquierda socialista en la lucha contra el Partido Revolucionario Institucional (PRI). La candidatura presidencial de Rosario empujó el reclamo por el derecho de las mujeres a ser votadas a las principales responsabilidades políticas y ejecutivas, así como la obligación de los partidos de postular también candidatas a cargos de elección popular. El impacto de su candidatura en las mujeres movilizadas de los sectores populares que la apoyaron fue inmenso; se identificaron con las madres de los desaparecidos que vivieron el proceso de salir de la casa a la lucha, del ámbito de lo doméstico al espacio de lo público. También hay que recordar que esta candidatura sirvió de cobertura y símbolo lésbico-gay pues tuvo sus primeras candidaturas en esta campaña.
María de Jesús Patricio Martínez. Marichuy se convirtió en la primera mujer indígena como candidata independiente en 2006 a la Presidencia de la República. Impulsada por el Consejo Nacional Indígena (CNI) y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional ( EZLN). Una prioridad de su campaña fue para visibilizar a los pueblos originarios, el llamado a la organización de la resistencia contra las políticas neoliberales y capitalistas. Destaca en su campaña que incorporó demandas contra el machismo, el feminicidio, la discriminación y las violencias que viven las mujeres. El impacto de esta candidatura inédita en las zapatistas generó un proceso posterior de organización colectiva entre las mujeres de los Caracoles que se organizaron y lanzaron una invitación inclusiva para la realización del Encuentro de las Mujeres que Luchan. Miles de mujeres respondieron a esta convocatoria cuyo resultado fue un encuentro también histórico y masivo, nunca antes visto en el país. Una nueva generación de mujeres zapatistas han sido fortalecidas pues orgullosas se pueden reconocer en esta candidatura.
Una larga lucha: del voto a la paridad
En su discurso, después de haber ganado la votación, la nueva presidenta consciente del significado simbólico de su triunfo, dijo que no llegaba sola, “llegamos todas”. Si nos enlazamos con la historia de las luchas de las mujeres en los dos últimos siglos hay camino recorrido previamente por luchadoras y feministas de muy diversos orígenes sociales y colocaciones políticas que abrieron camino. Es resultado de décadas de lucha del movimiento amplio de mujeres y del feminismo. El camino ha estado lleno de obstáculos; el congreso constituyente de 1917, al no incorporar el derecho al voto para las mujeres, contribuyó a que en las décadas posteriores las mujeres se organizaron en la lucha por el sufragio. Se revelan, lanzan candidaturas independientes, y muy diversas acciones a lo largo y ancho del país. La conformación del El Frente Único Pro derechos de la Mujer es un ejemplo de ello. En 1947 se obtuvo el derecho ciudadano a votar y participar en elecciones municipales. El voto se obtiene el 17 de octubre de 1953.
Se consiguió el voto pero la incorporación de las mujeres en las listas de representación política como candidatas a diputadas y senadoras significó otro tramo más de acciones y alianzas para remontar los prejuicios en contra de la participación política de las mujeres en las candidaturas. Fue hasta el año de 1974 que se logró la igualdad en la constitución.
Muchos años después varias iniciativas abonaron al reconocimiento de la participación política de las mujeres en las candidaturas. En 1991 mujeres de distintos partidos políticos de la izquierda y grupos feministas tomaron el acuerdo de impulsar que los partidos incluyeran en sus listas las propuestas de candidaturas feministas. En 1992, en el VIII Encuentro Feminista se impulsa el lanzamiento de la Campaña Ganando Espacios, por acciones afirmativas para las mujeres mexicanas. Instaló una simbólica Constituyente feminista en la ciudad de Querétaro y elaboró un Plan de Igualdad y un encuentro de esta campaña a fines de enero de 1994. En 1996 se instaló la Convención Nacional de Mujeres para la Transición a la Democracia, que concluyó un proceso de nueve meses de debate con un acto el 5 de octubre de ese año con un acuerdo plural sobre acciones afirmativas. La década de los noventa y la crisis política nacional será también un escenario de cambios y evolución de sectores del feminismo, entre otros, se amplían las alianzas plurales que abonan en la representación política de las mujeres de los partidos políticos.
El horizonte feminista
El tercer elemento histórico que me interesa destacar del contexto histórico en el cual se da el triunfo de la primera mujer presidenta es el ascenso del movimiento feminista a nivel latinoamericano y mundial en los últimos 7 años. Un potente movimiento crítico que ha cambiado y reconfigurado al movimiento feminista y abonado para la reconstitución más allá del feminismo de corte institucional, de nuevas corrientes, nuevas organizaciones y alianzas. Un movimiento que ha potenciado la lucha contra las violencias machistas a nivel internacional, la lucha por el derecho a decidir de las mujeres, por el aborto libre seguro y gratuito, desde las polacas, pasando por la marea verde argentina que impactó al nuevo movimiento feminista mexicano, hasta la iniciativa de la Huelga Internacional de Mujeres.
Los avances en la paridad y en la representación pública de las mujeres en estas elecciones marcan en efecto un hito histórico en la lucha por la igualdad y los derechos de las mujeres en México, desde que se aprobó el derecho a votar en todas las elecciones en 1953.
Una primera conclusión es que el resultado de las elecciones introduce nuevos aires y nuevas expectativas para las mujeres, el punto clave es no perder la autonomía organizativa y la independencia política con respecto al nuevo gobierno como movimiento. La pérdida de radicalidad y la institucionalidad del movimiento fue uno de los resultados de los triunfos de la oposición y que se volvieron gobierno en el pasado. No hay que bajar la guardia, hoy más que nunca continuar fortaleciendo los procesos colectivos de organización, las resistencias y la presión política son necesarios. La calle es nuestra.
* Feminista participante en el movimiento desde 1975, impulsora de diversas iniciativas y fundadora de agrupaciones feministas. Directora de Cuadernos Feministas.
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