Historia
Nosotras somos resistencia
Susana Vidales*
Al estar escribiendo este artículo, me llegó la invitación para el Foro Nacional Feminista por la Igualdad Sustantiva, convocado por las consejeras del INMUJERES, el jueves 12 de septiembre del 2024. Después de escuchar a las compañeras de organizaciones no gubernamentales, académicas y de instituciones, que vinieron de todos los estados del país, me quedó claro que la lista de pendientes en la agenda feminista es larga, y que este sexenio no fue favorable a nuestros intereses.
El Foro cambió un poco los sentimientos encontrados que me generó este tiempo de mujeres y el histórico triunfo de Claudia Sheimbaum a la Presidencia de la República. Aunque sigo sin emocionarme, lo que quizá sea porque vengo del feminismo de los años setenta del siglo XX y, afortunadamente, me ha tocado vivir una buena cuota de momentos históricos en relación al avance de los derechos político electorales de las mujeres, en su mayoría generados por las luchas del propio movimiento feminista.
Pero ¡claro que hay que celebrar que tenemos presidenta¡ Un logro en esta lucha feminista que ha tenido altas, bajas, mareas, olas y estancamientos. Y qué bien que se aplique la paridad en el gabinete y hasta haya algunas feministas encabezando secretarías. Aunque hay que irse con cuidado en aquello de entregar el corazón, y todo lo demás, como canta Alejandra Guzmán. Y lo digo porque la utilización de nuestras demandas por parte de los gobiernos, los partidos políticos y sus candidatos han sido una constante.
Y para cerrar este tema de las primicias, la que más me ha emocionado fue la candidatura de Rosario Ibarra por el PRT en 1982, pero en otra entrega les cuento, porque hoy voy a recordar un poco de historia, personal y política, en relación a los momentos históricos del movimiento feminista.
Propuesta de ley ciudadana por la Maternidad Libre y Voluntaria
Una de las primeras acciones políticas del nuevo movimiento feminista mexicano, en la que participé, fue llevar a la Cámara de Diputados, en 1977, la iniciativa de ley ciudadana por la Maternidad Voluntaria, que incluía la despenalización del aborto y había sido elaborada por la Coalición de Mujeres Feministas.
Se convocó a un mitin frente al edificio legislativo, entonces en Donceles, para entregar la propuesta, pero ningún diputado quiso recibirla. Había 21 mujeres entre 238 integrantes en esa “L” Legislatura. La gran mayoría era del PRI, Marta Andrade del Rosal, Silvia Hernández e Ifigenia Martínez, entre ellas. Dos diputadas panistas: María Elena Alvares de Vicencio y Rosalba Magallón Camacho. Por el Partido Popular Socialista Marcela Lombardo y Arcelía Sánchez de Guzmán del PARM. Ninguna aceptó recibir la propuesta.
Ese mismo año se elaboró una Ley Federal de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales (LFOPPE) que introdujo cambios esenciales en el funcionamiento del sistema electoral mexicano y amplió el número de partidos en el Congreso. ¡Qué bien¡, pensamos todas, los partidos de esta nueva izquierda ahora en el Congreso serán favorables a nuestra propuesta.
Así que para septiembre de 1979, la Coalición de Mujeres Feministas, ahora en alianza con el FENALIDM, tiene su primera reunión con Pablo Gómez y Arnaldo Martínez Verdugo del Partido Comunista Mexicano, para presentarles nuestra propuesta. Junto al Partido Socialista de los Trabajadores y el Partido Demócrata Mexicano, integraban el bloque de la nueva izquierda en esa LI Legislatura, de 238 diputados, de ellos 30 mujeres, y donde la novedad era la participación de estos partidos. Por cierto Guadalupe Rivera Marín y Beatriz Paredes fueron diputadas en esa Legislatura. En las reuniones, celebradas casi siempre en la parte trasera del local del Partido Comunista en la calle de Durango, participaron, de los que recuerdo, Gilberto Rincón Gallardo y Amalia García.
Discutimos hasta el cansancio todos y cada uno de los aspectos de la propuesta de ley, pero en enero de 1980, sorpresivamente, nos enteramos que el proyecto de ley que se propondría a la Cámara, era muy distinto del que se había venido discutiendo todo ese año, nada que ver con despenalizar el aborto. Al final todo quedó en nada. La propuesta se guardó en el cajón de algún diputado del bloque de izquierda, junto a las obras de Flora Tristán y Alejandra Kollontai, que nadie debía conocer.
La ola que entonces vivía el movimiento feminista –similar a la que hoy se vive– con reuniones y marchas que aglutinaban a cada vez más diversos grupos progresistas y la visibilidad que adquirió en los medios de comunicación, le dio una importancia y una influencia social, y también lo volvió un botín político. No en balde hay archivos de la Federal de Seguridad sobre varias activistas del movimiento (que hoy se pueden consultar). Así que el primer acercamiento del nuevo movimiento feminista con los flamantes legisladores de la también nueva izquierda mexicana, termina con un engaño; para algunos grupos, fue una traición.
Esa experiencia fue dolorosa. Sufrimos las consecuencias de nuestra ingenuidad política. Fue una decepción que nos costó a la Coalición y al movimiento. Desde entonces mi desconfianza ante las promesas de los políticos, legisladores y militantes de partido.
Las acciones afirmativas
La mayoría de los estudios y conclusiones de foros de participación política de las mujeres señala que las más de las veces, las mujeres que llegan a ocupar espacios de poder tienen como referentes centrales de su actuar concepciones y lealtades diversas, casi nunca referidas al género. Y, en particular, las militantes de partidos van a poner la lealtad en sus partidos; es ahí donde están, finalmente, haciendo una carrera política. Hay que recordar a la ya mencionada Beatriz Paredes, cuando a pesar de su feminismo, apoyó las modificaciones legales para proteger la vida desde la concepción, porque así se lo exigió su partido, el PRI, del que era presidenta nacional.
Sin embargo, cuando fui parte de los Grupos Plurales que impulsaron exitosamente las acciones afirmativas –primero las cuotas y luego la paridad– para avanzar en la participación política de las mujeres, mostraron que se pueden lograr acuerdos entre funcionarias y políticas militantes de distintos partidos y unirse con feministas para empujar una agenda común. Mujeres por la Democracia, Ganando Espacios, DiVersa, los Parlamentos, la intensiva capacitación para mujeres políticas que realizamos con el proyecto de SUMA, es un ejemplo de ello.
Y se logró la paridad. Hoy la paridad en todo, es un mandato legal que, esperemos, se irá convirtiendo en norma. Se ha llegado al punto de que la Legislatura que recién termina fuera publicitada como de la paridad. Voy a repetir algo que he escrito antes en esta revista, desde los inicios de la lucha por las acciones afirmativas en la política, a las feministas nos quedaba claro que llevar más mujeres a los espacios de toma de decisiones, era un asunto de derechos y de justicia, pero no garantizaba feministas en el poder, tampoco una agenda feminista, ni mujeres que ejercieran la sororidad.
La paridad es un rasgo esencial de la democracia feminista, pero para que realmente se transforme en un agente real de cambio social ha de ir acompañada de profundos cambios normativos, dice Alicia Miyares. Todavía no estamos ahí.
En el Foro del que les hablo al inicio de este artículo, el diagnóstico de la situación actual de la agenda de las mujeres fue negativo: falta de presupuesto, mucha simulación por parte de los gobiernos estatales en el cumplimiento de compromisos adquiridos para proteger derechos humanos de las mujeres, falta de diálogo gobierno-organizaciones, ninguna política para frenar el aumento de violencia y desapariciones, falta de justicia, ninguna atención a madres buscadoras…
Sin embargo, la masiva integración de mujeres a los espacios de toma de decisiones, este tiempo de mujeres, y tener una mujer presidenta, fue considerado, por las asistentes, más que un avance, una oportunidad. Con tantas mujeres en los puestos de decisión –algunas son feministas–, es una posibilidad de cambio real, que no se debe desaprovechar. Pero también, hay que decirlo, que en este sexenio una mayoría de mujeres legisladoras y funcionarias de gobierno, al igual que sus pares hombres, la mayoría de Morena, se acomodó a los designios del señor de palacio, y aceptó los recortes presupuestales a los programas de apoyo a mujeres, de salud y de educación, sin chistar.
Se dicen de izquierda y feministas, pero ninguna protestó, ni dejó de asistir a las encerronas de las funcionarias con el presidente el 8 de marzo en un palacio de gobierno blindado, mientras en las calles miles de mujeres se manifestaban rabiosas ante la violencia feminicida y eran enfrentadas por las fuerzas policiacas del gobierno de la CDMX, encabezado por una mujer, Claudia Sheimbaum, la misma que hoy llega a Presidenta. Ven el porque de mis sentimientos encontrados.
Lo histórico de ver a dos mujeres como candidatas a la Presidencia de la República con posibilidades reales de ganar, en un país tan machista, paternalista y feminicida como México, fue refrescante y revitalizante. Pero casi de inmediato esa alegría se convirtió en vergüenza ante el nivel de la contienda. Me decepcionó, en particular, la actitud modosita, de obedezco en todo al líder, de la candidata Claudia Sheinbaum y las formas soberbias, groseras, hasta injuriosas y racistas que tuvo hacia la candidata de la oposición Xóchitl Gálvez (lo del racismo en la elección es todo un tema). Ni una sola vez la mencionó por su nombre durante la campaña o volteó a verla en los debates. Recordé a mi madre: lo cortés no quita lo valiente. Y yo agregaría, y menos cuando el debate es con otra mujer y tú te dices defensora y respetuosa de los derechos de las mujeres. Se perdió una oportunidad de mostrar una campaña distinta a la de los hombres. Ningún gesto como el de Simone Biles en las Olimpiadas.
Ya en su discurso del primer evento como presidenta electa, Claudia nos dijo que el mandato de ser parte de un tiempo de mujeres lo decidió el pueblo. Y en este discurso y los que han seguido –estoy escribiendo antes de la toma de protesta presidencial–, Claudia reafirma que ella es ante todo una militante de la 4T, una convencida del proyecto y parece que todo se puede justificar en aras del proyecto.
El atropello a los contrarios por parte de su partido, la mentira, la militarización, el autoritarismo, y hasta la misoginia y el paternalismo de su mentor –aunque puedan ofender su formación científica o su sensibilidad y calidad humana–, todo lo soporta estoicamente. Es la figura de la chica superpoderosa, la militante de hierro. Ahora tiene el encargo de ser la guardiana de la continuidad de la 4T. “Ser para siempre el ama de llaves, con delantal limpio y seguridad social para llevar los asuntos administrativos es una buena adaptación de la buena ama de casa a la política”, dice Lidia Falcón, en su clásico Mujer y Poder Político, libro que me acabo de releer para este artículo. También dice, que “cuando las mujeres políticas recogen la herencia de un marido o de un padre político carismático… su suerte es imprecisa y muchas veces desafortunada”.
Foro Feminista
A la reunión del Foro Feminista del que les hable en las primeras líneas, llegó Citlali Hernández, quién encabezará la nueva Secretaría de la Mujer, y que es otra militante convencida de la 4T y enfatizó el interés que tienen ella y Sheimbaum por el diálogo con las organizaciones feministas y del movimiento amplio de mujeres. Invitó a las organizaciones presentes a continuar trabajando con ella y dijo que se vería como se garantizaba la participación social en la nueva instancia. Su actitud fue sencilla y se le sintió sincera –se emocionó ante la buena acogida de las rabiosas feministas.
Las feministas asistentes al Foro consideraron que si la Presidenta ha dicho que llegamos todas, y la flamante Secretaria de la Mujer habla de diálogo hay que tomarles la palabra y estar ahí con nuestras críticas y propuestas. Muy bien con el Foro, hay que mejorar en lo que se vaya pudiendo la vida de las mujeres. Sin dejar de insistir en la necesidad de mantener la resistencia. Hay dos claves para mi en estos últimos días para entender este interés por dialogar –palabra que ahora será la moda. Uno: pienso que ambas saben que estarán en aprietos al barrer la casa luego del desorden que les heredan los hombres del partido y de palacio. A quién van a acudir sino a quienes hemos acudido siempre las mujeres. ¡Y vaya que van a necesitar ayuda¡
Dos. El llamado de Roger Bartra al diálogo interno en Morena y a “incidir como Morena, dijo, en el movimiento de las feministas, un movimiento muy importante, pero con una agenda débil en el tema indígena y de mujeres trabajadoras”. Siempre, con todos los gobiernos, las feministas hemos sido resistencia. Como dice el performance de LasTesis que se presentó en la explanada de la Estela de Luz hace unos días y en el cual participé: “Aquí estamos, bajo amenaza de destrucción, expuestas al daño y la violencia, Nosotras somos resistencia”.
*Feminista de larga trayectoria desde los años setenta del siglo XX.
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