El Engañoso Discurso del Derecho a la Vida

Por Martha Tagle Martínez

A partir de la aprobación de la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) en el Distrito Federal y de la resolución de la Suprema Corte de Justicia sobre este tema, hace poco más de un año, la jerarquía católica ha puesto en práctica una estrategia para intentar contravenir los avances alcanzados en los derechos de las mujeres bajo la premisa de la defensa del derecho a la vida.

De la mano de sus aliados naturales, el Partido Acción Nacional, y en complicidad con algunos sectores del PRI, han impulsado una reforma constitucional en los congresos locales para establecer en las Constituciones Estatales el precepto del “derecho a la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural”. Esta iniciativa ha sido aprobada en ocho entidades federativas: Sonora, Baja California, Morelos, Jalisco, Puebla, Colima, Durango y recientemente en el estado de Nayarit; y se han presentado iniciativas similares en ocho estados más, en los que está pendiente su aprobación: Aguascalientes; Campeche; Estado de México; Guanajuato; Oaxaca; Querétaro; Quintana Roo y Veracruz. Según sus cálculos al tener diez y seis Constituciones locales reformadas, tendrán la posibilidad de impulsar las reformas que en el Congreso de la Unión, en ambas Cámaras, han presentado legisladores de Acción Nacional para establecer el mismo precepto en la Constitución General.

En esta estrategia es importante poner evidencia por lo menos tres elementos que han sido fundamentales para su éxito: los actores, los lugares y el mensaje; es decir, el papel que el PRI ha jugado; el mapeo estatal; y el engañoso discurso del derecho a la vida, al que nadie puede oponerse

En cuanto a los actores, es de resaltar que por si mismo el Partido Acción Nacional no tendría la mayoría necesaria para aprobar las reformas constitucionales que vulneran el derecho a decidir de las mujeres, por lo que el PRI ha jugado un papel fundamental. El Partido Revolucionario Institucional desconociendo su propia historia y alejándose de la tradición laica del Estado Mexicano ha emprendido en todo el país una política contraria a los derechos de las mujeres al hacer suya la agenda legislativa de la derecha para reconocer el derecho a la vida desde el momento de la concepción.

En los Estados donde se han aprobado las reformas constitucionales ha sido evidente que el PRI pactó con la Jerarquía Católica –múltiples notas periodísticas han dado cuenta de los pactos entre arzobispos y gobernadores o líderes del PRI- , pues no sólo se ha prestado para aprobar la reforma, sino en varios estados ha sido quien a través de sus legisladores y con anuencia de los gobernadores han presentado las iniciativas.

Por lo que respecta a los lugares, podemos ver que en primer lugar se presentó la iniciativa en Entidades gobernadas por Acción Nacional, pero como hemos visto fue necesaria la alianza con el PRI para presentarla también en aquellos estados con mayoría priista. Lo importante en el mapeo de los estados es que se ha hecho de tal manera que cuando se han aprobado las reformas constitucionales, los conflictos sociales que se han generado se minimizan y neutralizan al no tener un impacto nacional y manejarse como hechos aislados. Solo basta revisar la cronología de las reformas, en octubre del 2008 se aprobó primero en Sonora y después en Baja California, en diciembre en Morelos; este año, en febrero se aprobó en Colima, en marzo en Puebla y Jalisco, finalmente este mes en Durango y Nayarit. Para el movimiento organizado de mujeres ha sido prácticamente imposible actuar a tiempo en esos estados, por que como dice el dicho, no se sabe por dónde saltará la liebre; aunque es claro que quienes diseñaron la estrategia si tienen un camino a seguir en esta andanada contra los derechos de las mujeres en México.

Finalmente, el discurso fue diseñado en positivo, es decir, quién se puede oponer a defender y legislar a favor de la vida? Creo que nadie. El tema de fondo es establecer un derecho a la vida que va más allá de las condiciones mínimas para considerar lo que es la vida. Con estas reformas se pretende imponer una visión eclesial, por que incluso el propio término lo es, de considerar la vida desde el momento de la “concepción”, dicho en términos laicos, desde la fecundación del óvulo por un espermatozoide. Hay innumerables investigaciones científicas que han demostrado que un óvulo fecundado no tiene aún las condiciones para considerarse ser viviente, pero no es objetivo de esta reseña entrar en esa discusión.

Lo que si es importante recalcar es que al establecer ese concepto se elimina el derecho a decidir de las mujeres sobre su propio cuerpo, incluso en las causales que han sido establecidas por todos los códigos locales en nuestro país, que es en casos de violación. Con reformas como esta, la anticoncepción de emergencia, la interrupción legal del embarazo por violación o peligro de muerte de la madre; y hasta casos en los que, por accidente, una mujer embarazada pierda a su hijo serían penalizados, ya que al quedar establecidos en las constituciones, éstas están por encima de cualquier otro ordenamiento legal a nivel estatal. Aunque obviamente nos queda el camino de las acciones de inconstitucionalidad, asunto en el que ya la Suprema Corte de Justicia de la Nación discutió el tema de la protección de la vida desde la concepción y señaló: “...Si bien el legislador debe de proteger la vida en gestación no puede afectar en forma desproporcionada los derechos de la mujer, no es constitucionalmente admisible que el legislador con la finalidad de proteger la vida en gestación, sacrifique en forma absoluta los derechos fundamentales de la mujer embarazada considerándola entonces como un mero instrumento de la vida en gestación”

Como corolario, debemos tener claro que el reconocimiento constitucional a la vida desde el momento de la concepción, contraviene a la legislación nacional e internacional en derechos humanos y agudiza la discriminación contra las mujeres; es contraria al artículo 4º. Constitucional y significa un grave retroceso para los derechos de las mujeres. Por lo que, no tienen ni la razón ni la fuerza para, una vez, más violar los derechos de las mujeres.