Por Soledad Jarquín Edgar en Letras Violeta
Con un problema de salud derivado, entre otras cosas de la pobreza, este domingo saltaron a la calle tres mil 637 candidatos y candidatas de mayoría relativa y representación proporcional para tratar de ganar votos previo a las elecciones que se definirán en el proceso electoral en los próximos 64 días, es decir, el 5 de julio.
El fin es elegir a quienes habrán de ocupar una curul en el Congreso federal que se renueva en estas elecciones intermedias. El ambiente no es propicio y como siempre el camino del convencimiento es toda una cuesta arriba para los futuros representantes populares, quienes tienen como principal enemigo a la indiferencia ciudadana y con ésta el acostumbrado abstencionismo.
En un país complicado por la influenza humana, la crisis financiera, el desempleo, la falta de servicios básicos suficientes como el agua potable, la corrupción en el servicio público, el narcotráfico y sus miles de víctimas, la otra inseguridad pública, el feminicidio, entre otras muchas plagas que asolan al país, poco o nada de interés tienen los procesos electorales.
Desde mi humilde punto de vista, el escenario no tiene comparación, pero los analistas políticos sostienen que el panorama y las condiciones extraordinarias en que se hará este proceso comicial, es semejante a 1994 a raíz del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas y el asesinato del candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio.
Hoy quienes aspiran a una curul, tienen mucho que hacer frente a una ciudadanía nada satisfecha con quienes gobiernan cada rincón del país en los distintos poderes, porque aunque Felipe de Jesús Caderón Hinojosa ponga buena cara frente a todas las crisis (sea económica o sanitaria) la gente no ve las rendijas por donde pudiera colarse la fortuna en sus familias.
Cada día es más difícil todo, me decían hace unos días un grupo de jóvenes, por cuyas edades podrían representar a una tercera generación de residentes mexicanos viviendo en crisis y siendo testigos de actos de corrupción en sus municipios. Por ejemplo, comentaban que en Oaxaca hay muchas niñas y niños con sobresalientes calificaciones, pero en determinado momento no pueden continuar sus estudios, entre otras cosas porque sus padres emigran o porque son huérfanos, sin ninguna oportunidad. Pero las becas no llegan a sus manos.
Porque todos sabemos que programas como Oportunidades no resuelven en nada el problema de la pobreza son paliativos. Es como si en estos momentos, le quisieran dar mejoralitos a quienes presentan influenza humana. El resultado es que no sirven para nada.
Este es sólo un ejemplo de la situación de crisis. Esa que no se ve en las ciudades porque algo las encubre. Pero existen varios cientos de comunidades donde la pobreza es sinónimo de violencia institucional y social permanente.
Cuando veo la propaganda política y la realidad compruebo cómo los partidos políticos y sus candidatos han cavado una zanja profunda que los divide, porque quienes aspiran a ser gobierno no responden a sus demandas sociales, en primer lugar porque responden a intereses de los institutos políticos a los que representan y, estos a su vez, solo se mueven conforme lo pide la cúpula del poder compuesto por un puñado de hombres, todos ellos con sus propios intereses. La distancia entre partidos políticos y la gente es tan grande en segundo lugar, porque los representantes populares funcionan en solitario, compitiendo entre ellos. Luego ve una los resultados, casi siempre expresados en propaganda pagada en los medios de comunicación. Así los gobernantes confunden su quehacer y su tarea de gobierno, es decir, su compromiso, con logros personales.
Los analistas políticos aseguran que antes el triunfo del candidato dependía del partido político, cualquiera podía ser candidato, siempre ganaba el PRI. Hoy se sabe que ganar una elección depende, entre otras cosas, del propio candidato y ya no tanto del partido. De ahí que las campañas estén desangeladas desde antes de empezar.
Así cuando la gente ve que los candidatos y candidatas son personas conocidas, es decir los mismos de siempre con resultados poco efectivos. Que son los hijos o hijas, familiares de ex gobernadores, senadores en funciones o diputados retirados o que los candidatos que antes eran del PRI ahora son del PAN o del PRD, del PANAL, que los del PRD se marcharon a Convergencia y que el Verde Ecologista recogió a los que ya no quiso Convergencia, etcétera, poco puede interesar el proceso electoral 2009.
Así la tragedia del proceso electoral que ya empezó bajo el signo de la desconfianza, irá en cuesta arriba o dando tumbos, tratando de convencer al electorado de acudir a las urnas, cuando tengamos elecciones de altura, pero cuando no, los y las candidatas tomarán el proceso con tranquilidad, ya que despertar las conciencias, sin convencer al electorado, debe ser como lanzar una moneda al aire y eso quien sabe si les convenga a los partidos políticos y sus candidatos.
Echándole un “ojito” a las listas, otra vez los partidos políticos juegan a ser equitativos con las mujeres que incursionan en política y que aceptan las candidaturas en distritos electorales donde sus partidos tradicionalmente no ganan. Así, los institutos políticos “cumplen” con la llamada cuota de género y se lavan las manos con el requisito. La otra historia es que siguen recargando la cuota de género en menor cantidad hacia las mujeres y lo compensan entre los dos tipos de diputaciones: representación proporcional y mayoría relativa.
Así que las candidatas de mayoría relativa están en distritos donde seguramente sus partidos pierden y en las de representación proporcional van de relleno, total tampoco llegan. Una vieja estrategia que no cambian los partidos políticos.
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