lunes, 16 de enero de 2012

Ser mujer y estar sana (Tercera de siete partes)

Patricia Karina Vergara Sánchez - pakave@hotmail.com

Primera de siete partes
Segunda de siete partes

Violencia contra la salud de las mujeres

Violencia contra las mujeres en las relaciones personales y sus secuelas

Además de la presión y formación social que se nos impone a las mujeres para lucir y actuar de formas esperadas, la cultura patriarcal también atenta contra nuestra salud en forma directa.1 Partiendo de los actos de violencia concreta, en sus distintas formas: la violencia sexual, doméstica y local, llegando al feminicidio, que, a pesar de ser las más visibles, menciona Mónica Rodríguez, de la colectiva Lunas: “de pronto la atención es radicada en el acto mismo, cuando es necesario resaltar también sus consecuencias sobre la salud, que son de tipo físico y emocional.”

La UNFPA expone que millones de mujeres necesitan atención médica o sufren de otra manera los efectos de la violencia por motivos de género; el temor a la violencia coarta el intercambio de ideas y constriñe las opciones en materia de salud y las oportunidades en la vida de muchos otros millones de mujeres.

Casi siempre, los malos tratos físicos van acompañados de malos tratos psicológicos. Además, entre un tercio y la mitad de todos los casos entrañan abuso sexual. Una gran proporción de las mujeres que son objeto de servicias están sujetas a reiterados actos de violencia.2

El Portal de la Secretaria de Salud del Estado de México establece las siguientes estimaciones sobre las consecuencias en la salud de las mujeres de estas violencias3:

Mortales

Físicas

Trastornos crónicos

De salud mental

Comportamiento negativo respecto de la salud

Consecuencias negativas en la Salud Reproductiva

  • Homicidio (feticidio)
  • Suicidio
  • Mortalidad Materna
  • Relacionadas con el VIH/SIDA
  • Lesiones
  • Daño Funcional
  • Síntomas físicos
  • Somatizaciones
  • Discapacidad
  • Obesidad grave
  • Síndromes de dolor crónico
  • Síndrome de colon irritable
  • Trastornos gastrointestinales
  • Fibromialgia
  • Estrés post-traumático
  • Depresión
  • Ansiedad
  • insomnio
  • Fobias
  • Trastornos de pánico
  • Disfunción sexual
  • Autoestima baja
  • Abuso de sustancias
  • Tabaquismo
  • Abuso de alcohol y drogas
  • Comportamiento sexual arriesgado
  • Inactividad física
  • Comer en demasía
  • Embarazo no deseado
  • ITS/VIH
  • Trastornos ginecológicos
  • Aborto en condiciones de riesgo
  • Abortos espontáneos/bajo peso al nacer
  • Enfermedad pélvica inflamatoria

La Asociación Médica Americana y la Encuesta Nacional sobre el Crimen de los Estados Unidos, estimó que 30 mil visitas a los departamentos de urgencias, 40 mil consultas médicas, 21 mil hospitalizaciones y 100 mil días de hospitalización ocurridas en el transcurso de un año, estaban asociadas con la violencia doméstica.4

Lo anterior, considerando las variaciones en la documentación ya que de acuerdo con Lea Walker, especialista en el tema, citada por CIMAC, sólo 50 por ciento de las mujeres víctimas acude al médico después de haber sufrido alguna agresión. “Las maltratadas utilizan la disociación como mecanismo de defensa. Es decir, separa la mente y el cuerpo por lo que no siente tanto dolor y no se llega a percibir la gravedad de las lesiones hasta que se llega al limite de la muerte.”

Otro punto que puede afectar las cifras es que, en referencia a lo explicado por Walker, hay maltratos que conllevan traumatismos craneales y pueden causar déficit neurológico que a veces no son valorados adecuadamente o pasan inadvertidos con el caso del “shaken baby” o “síndrome del boxeador”, donde los golpes no producen efectos inmediatos sino que aparecen con posterioridad.5

En el territorio de la violencia sexual, hay datos significativos: La Licenciada Fabiana Méndez, activista por los derechos de las mujeres, documenta que: “Una de cada cinco mujeres será víctima de violación o de intento de violación a lo largo de su vida y una de cada tres habrá sido golpeada, obligada a entablar relaciones sexuales bajo coacción o maltratada de otra manera”6 y, agrega: “sólo son denunciados entre un 20% y un 30% de los ataques sexuales contra las mujeres adultas. Este subregistro…se debe finalmente a la percepción de que no hay servicios o respuestas sociales positivas para resolver el problema, o que los servicios existentes son poco eficientes y hasta dañinos, y perjudican aún más su situación.”

Al respecto la Organización de naciones Unidas (ONU) alerta: “La violencia y la violación domésticas representan el 19% de las muertes de mujeres en países en desarrollo”.7

En Colombia, una mujer es muerta a manos de una pareja íntima cada seis días, de acuerdo a una denuncia de la ONU por deficiente prevención de violencia.

En el mismo documento también se presenta una lista de mujeres que han padecido esta violencia en 61 países y se encontró que en naciones industrializadas, como Lituania, con una cifra de 42%, y Australia, con 31%, estaban también entre los primeros lugares de la lista.8

De acuerdo a lo consignado por IPAS, en Bolivia el 64 por ciento de todos los ataques físicos documentados contra las mujeres se atribuye a la violación, y que en más de la mitad de todos los casos de violación, las víctimas son niñas menores de edad.9

Un dato, a cuya luz deben leerse las informaciones anteriores, es que de acuerdo a lo consignado por la UNFPA, es que en muchos casos no se denuncia la violación debido al estigma y al trauma que esto entraña, así como a la ausencia de trato compasivo por parte de los funcionarios del sistema judicial. Los cálculos de la proporción de violaciones denunciadas a las autoridades varían, desde menos del 3% en Sudáfrica hasta un 16% en los Estados Unidos.

De acuerdo con CIMAC, en México, 25% de las mujeres que deciden quitarse la vida lo hacen para escapar de la violencia.

Esto no es privativo de América Latina, en una investigación publicada por la Federación de Mujeres Progresistas en España, se revela la intención de suicidio entre mujeres maltratadas, tras sufrir un largo periodo de violencia de género. Asimismo, contempla la escasez de consideración sobre este tema que se cobra la vida de muchas mujeres que, ante el miedo y la falta de visión de soluciones a su situación, optan por el suicidio. “Son mujeres que no cuentan en las estadísticas de víctimas mortales a manos de sus maltratadores, pero en definitiva lo son.”10

Ya en el 2000, el Informe sobre el Estado de la Población de la UNFPA, alertaba: “Los estudios sugieren que la violencia doméstica está generalizada en la mayoría de las sociedades y que es una frecuente causa de suicidio de mujeres”.


Conflictos bélicos, políticos y tráfico sexual

La violencia, a nivel mundial, también se ensaña contra las mujeres en situaciones de guerra. Human Rights Watch, una organización dedicada a proteger los derechos humanos, denuncia: “En conflictos bélicos, como los de Sierra Leona, Kosovo, la República Democrática del Congo, Afganistán y Ruanda, los combatientes y sus simpatizantes han violado a mujeres como arma de guerra con impunidad casi total.”11

En México, durante los conflictos políticos en Atenco en 2006 y en Oaxaca 2007 y 2008, por mencionar algunos, los cuerpos de las mujeres ha sido botín de guerra para las fuerzas represivas.

Además, se presumen efectos secundarios en la salud física de las mujeres que han padecido una guerra, los cuales comienzan a documentarse. Como lo menciona el artículo publicado en Abril de 2004 por e-leusis.net, El hambre aumenta el riesgo de sufrir cáncer de mama, en donde presenta un estudio realizado a mujeres que padecieron una hambruna en la parte occidental de Holanda resultado de un embargo de alimentos impuesto por las autoridades alemanas, durante la Segunda Guerra Mundial, cuyos resultados fueron aumento del 48% en el riesgo de cáncer de mama, comparadas con las mujeres que no habían sufrido la hambruna. El riesgo de cáncer de mama resulto en máximo nivel entre las mujeres que tenían entre dos y nueve años en el momento de la hambruna.

Es más compleja la situación cuando se considera que cada año, dos millones de niñas de entre 5 y 15 años de edad son incorporadas al mercado comercial del sexo, de acuerdo con la UNFPA, con las consecuencias en Infecciones de Transmisión Sexual, embarazos, abortos y todo tipo de afectaciones en la salud de estas pequeñas.

Por ejemplo, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), cada año ingresan a Tailandia al menos 10.000 niñas y mujeres procedentes de países vecinos más pobres y terminan en la industria comercial del sexo. Cada año, entre 5.000 y 7.000 niñas nepalesas trasponen las fronteras de la India, para terminar como trabajadoras del sexo en Mumbai o Nueva Delhi.

A pesar de los datos al respecto es apenas hace una década, en 1996, que la 49a Asamblea Mundial de la Salud en su Resolución WHA49.25 reconoció la prevención de la violencia como una prioridad de salud pública y adoptó las recomendaciones formuladas dos años antes en la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo 3 de El Cairo, Egipto, y las de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer 4 de Pekín, China, en 1995.12

Acceso de las mujeres a servicios de salud

Todo lo expuesto en las anteriores entregas sobre los factores que afectan y las condicionantes de la salud de las mujeres, puede sumarse a la limitación que el hecho de ser mujer impone al acceso en sí a los cuidados y servicios de salud -inequidad de género- que, de acuerdo con la maestra Sara Islas, es “el que hombres y mujeres no tenemos acceso de igual manera a ciertas oportunidades de vida y se justifica por medio de la noción de lo que es permitido para hombres y para mujeres”. Este será el tema que abordará la siguiente entrega de Ser estar sana.

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