Por Sara Lovera para La Independent
Es probable que 2011 sea recordado como el año de las protestas y de los levantamientos, el año del desvanecimiento de varios regímenes autoritarios. Un año que marcará cambios definitivos para la condición femenina.
El año en que Ellen Johnson-Sirleaf, Leymah Gbowee y Tawakkul Karman, recibieron el Premio Nobel de la Paz por su lucha no violenta por la seguridad y el derecho de las mujeres a participar plenamente en la construcción de la paz tan urgente.
Un año en el que se enfrentó una crisis profunda del sistema capitalista global, arrojando despidos masivos, desempleo gigante ( en Cataluña de 615.6695 personas, 320.082 hombres y 295.587 mujeres, 5 millones en España, 10 millones en México); un año en el que persistió la violencia como medio de resolver los conflictos donde las mujeres volvimos a ser el botín de guerra.
Hay que reconocer, no obstante que Ángela Merkel, primera ministra de Alemania se levanta cono la estadista que ha intentado salvar al sistema.
Las cifras de desmantelamiento del bienestar individual y colectivo, desempleo, reinserción social, nuevas migraciones e inmigraciones, invaden el mundo occidental; la pobreza y la desigualdad se agudizaron en el mundo dependiente, especialmente en América Latina.
Un año en el que las Naciones Unidas, a través de ONU Mujer determinaron que lo que sigue no son más diagnósticos y proyectos de apoyo al avance de las mujeres en general, sino que la nueva política iniciada hace un año con el liderazgo de la ex presidenta de Chile, Michelle Bachelet, quién ha decidido empujar con todos sus recursos para que surjan liderazgos femeninos dispuestos a la toma del poder. Mujeres que deberán hacerse cargo de un mundo desquiciado y en amplias zonas del planeta sin gobernabilidad.
Un año promisorio en que concluye una lucha de más de 200 años por la ciudadanía femenina con la determinación de ofrecer voto ciudadano -no universal- a las mujeres de Arabia Saudita y que terminó con el acuerdo congresional para permitir el aborto hasta las 12 semanas de gestación en Argentina, no obstante deba aún pasar por dos comisiones, las informaciones al terminar el año señalan una oleada de opinión pública a favor.
Un año contradictorio, en el que también ha sido reconocido el trabajo de cuidado que hacen las mujeres, como soporte fundamental para que siga adelante este sistema que ha producido en varios continentes la más aguda desigualdad social, donde ellas/nosotras actuamos a favor de las familias, haciendo lo que sea y trabajando no sólo con bajos salarios sino en condiciones de gran precariedad.
2011 también ha dejado una estela de desastres "naturales", donde las mujeres nuevamente mostraron su fortaleza y se sobrepusieron a la desgracia entre sí para sobrevivir, lo que se llama resilencia. No importó en dónde y cómo. Inundaciones, terremotos, deslizamientos de tierra, tifones, un tsunami, erupciones volcánicas. De principio a fin, 2011 estuvo caracterizado por emergencias naturales que dejaron cientos de miles de víctimas. Vimos inundaciones en Brasil, Sudáfrica. Terminamos con el tifón espantoso en Filipinas y los primeros desastres telúricos en Nueva Zelanda.
Los datos de violencia contra las mujeres en las jornadas noviembre-diciembre mostraron la continuada estadística mortal. Sólo en Ciudad Juárez, México, más de 163 mujeres fueron asesinadas en los primeros 10 meses de 2011; en Guatemala la cifra fue muy similar y los ataques sexuales y la violencia machista removieron las conciencias en Europa, especialmente en el Estado español, sin que todavía puedan detener esta terrible situación las leyes las tímidas políticas públicas de los Estados. Además en este último caso se le añade la preocupación por las futuras políticas de la ministra, Ana Mato, del nuevo gobierno español. En América Latina lo que reina es la impunidad, que en México, llega al 93 por ciento.
También nos sorprendieron las noticias de ataques a la libertad de expresión en muy diversas zonas y países del globo. Perú dio la voz de alerta, tras la descomunal certeza de que el homicidio contra informadores e informadoras señala a México como el ominoso primer lugar, seguido de Colombia y los países convulsionados.
Y este año quedó en claro que la movilidad social -las migraciones- ya mostraron todos los rostros: los países pierden talentos, fuerza de trabajo, las economías expulsan a su ciudadanía y los países receptores levantaron nuevos diques y protecciones. Las mujeres aparecieron en primer plano. Así como la matanza de migrantes centroamericanos en México ofreció el peor de todos los panoramas este año. Siguen apareciendo denuncias de violación a mujeres migrantes y enterramientos clandestinos.
La conciencia de esta contradictoria situación mundial ha tocado como nunca a la juventud, muchachos y muchachas que han levantado las banderas de la indignación, con más de 13 eventos surgidos entre otros países en Estados Unidos, Estado español, Alemania, Egipto, Rusia, Yemen, Siria, Libia y Chile, en que las mujeres se confundieron con los hombres en miles de marchas, acciones de protesta y rebeliones contra las viejas dictaduras, como en la conocida Primavera Árabe que va en segunda vuelta para conseguir la democracia.
En todo ello, las mujeres, ahora en el espacio público como nunca antes en la historia de la humanidad, fueron víctimas, si, por la pérdida de hijos e hijas, maridos, padres, hermanos, pero ellas mismas fueron sujetas y actuantes, con no pocas consecuencias lastimeras: asesinatos y persecuciones, como se hace contra las defensoras de derechos humanos o las estudiantes que pusieron en vilo al régimen de la República Chilena.
Las mujeres también salieron a las calles por sus propios derechos. La movilización en Argentina consiguió un acuerdo del congreso para el aborto legal casi al terminar el año, lo que no consiguieron las chilenas con la presidenta Michelle Bachelet, si con Cristina Fernández, apenas subió al poder presidencial por segunda vez.
Detenido en el tiempo, como parto lento, el ascenso de las mujeres al poder, a pesar de las leyes de igualdad y no obstante que 20 mujeres en el mundo sean jefas de gobierno y también gobernadoras de esos pequeños protectorados de Santa Lucía y Barbados.
Para recibir el 2012 tenemos que decir que el mundo parece cada vez más incierto. Y sin embargo lo que estamos viendo es un lento, pero preciso, levantamiento de las personas sin casa, sin techo, sin trabajo, sin futuro y entonces el mundo pareciera revelar que todavía tenemos algunas certezas y algunos horizontes. Ahí las comunicadoras tienen un papel fundamental que jugar. Son las llamadas a contar cómo se organizará nuevamente el mundo.
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