domingo, 18 de septiembre de 2011

Ser mujer y estar sana (Primera de siete partes)

Patricia Karina Vergara Sánchez
pakave@hotmail.com

Ser mujer y estar sana ¿Es posible en el mundo contemporáneo?

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la salud no es la ausencia de enfermedad, si no bienestar físico, mental y social. La Asamblea por la Salud de los Pueblos hace más amplia la definición: "La salud es un asunto social, económico, y político, y sobre todo es un derecho humano fundamental". [1]

Aquí, hablar de la salud para las mujeres es referirse a lo que nos concierne más profundamente del ser humanas, cuerpos propios o enajenados, el permanecer con vida y la calidad de ese estar con vida. Sin embargo, acceder a la salud, no depende de una trama compleja que tiene que ver con factores biológicos, pero también con condiciones económicas, culturales, sociales y, por supuesto, con el haber nacido con un sexo asignado femenino, el cual es determinante en la alimentación que recibimos desde niñas, cargas de trabajo, educación e incluso actitudes morales, religiosas, rituales y hasta políticas públicas que se imponen a las pertenecientes a este sexo en una comunidad u otra. Por ello, ser mujer no es un dato indiferente al hablar de salud. Considerar esta categoría tiene un profundo significado para las ciencias sociales y políticas pues mujeres con acceso a la salud son mujeres con posibilidad de aportación social, de participación política, de emitir opinión, de incidencia, de transformación. Es decir, hablar de salud para las mujeres es hablar de poder, justicia y vida digna para las mujeres mismas.

Comencemos por considerar algunos de los factores que afectan la salud de las mujeres:

El aspecto socioeconómico

La salud integral y atención de calidad en la realidad actual parecen no ser alcanzables más que para unos cuantos, pues dependen en gran medida del lugar geopolítico en el que se nació. La diferencia radica no sólo en las políticas de salud y el desarrollo tecnológico y de investigación, si no que son cuestiones básicas. La maestra Sara Islas estudios de la mujer, explica: "Dependiendo la ubicación geográfica es si tengo acceso o no a la salud. No es lo mismo ser mujer urbana que mujer rural o mujer indígena...hay que considerar si tengo el hospital, vías públicas para transitar, etc.". Así mismo, también es necesario considerar el salario que la persona recibe, el contar o no con agua potable, la guerra en dicho territorio y otras de la misma naturaleza.

Circunstancias que marcan la diferencia entre el número de muertes por enfermedades prevenibles o curables de un país y de otro, hasta de una comunidad a otra.

En forma estrechamente ligada a lo geopolítico, la cuestión socioeconómica resulta determinante. La Declaración de la Salud para los Pueblos plantea: "La desigualdad, pobreza, explotación, violencia e injusticia están a la raíz de la mala salud y de las muertes de las pobres y marginadas... las enfermedades y muertes tienen sus raíces en las políticas económicas y sociales que se nos imponen."

Por ejemplo: Fernández Castilla, el director para América Latina y el Caribe del UNFPA declaró que en la mortalidad infantil existe una brecha estimada de 20 veces, y ese grado de inequidad existe no sólo entre países más o menos desarrollados, sino al interior de cada país, de cada región. [2]

Completando el ejemplo anterior, estimaciones recientes efectuadas por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia ( UNICEF) , plantean que de las defunciones maternas, un 99% ocurren en países en desarrollo. [3]

Incluso, se puede comparar, pues la Organización Panamericana de la Salud (OPS) señala que para una mujer nacida en América Latina o el Caribe, las probabilidades de morir por complicaciones del embarazo son 27 veces mayores que para una mujer nacida en Estados Unidos.

"Una gran parte de la población mundial aún no tiene acceso a alimentos, educación, agua potable, saneamiento, vivienda, tierra y sus recursos, empleo y servicios de salud. La discriminación sigue prevaleciendo. Esto afecta tanto la incidencia de enfermedades como el acceso a la atención en salud", dice la Asamblea de los Pueblos. [4]

En palabras de la médica general con funciones en el Estado de México, Ángeles Chávez, entrevistada para esta investigación: "Si no se tiene agua potable, cómo se garantiza la higiene adecuada en una herida post operatoria". De igual manera, agrega Chávez, "aun cuando exista personal muy comprometido y calificado, no se tienen los mismos instrumentos ni equipo para atender en la sala de urgencias de la Clínica Municipal, que en el Hospital Ángeles de la Ciudad de México. Ni siquiera es el mismo tiempo de espera para atención, lo cual puede o no salvar una vida o in miembro en peligro".

Estas circunstancias son alteradas por las condiciones específicas de cada persona: Cuando se trata de alguien con una capacidad física distinta, su posibilidad de movilidad y atención inmediata habrá variado; cuando se encuentra en prisión; cuando habla una lengua, dialecto o idioma que dificulten su traducción; cuando se es indígena y padece discriminación; La doctora Ángeles Chávez, complementa con un ejemplo: "Ahora, habría que imaginarse: un homosexual que no puede registrar a su pareja en el Seguro Social, tiene menos servicios a su alcance." Éstas y otras condicionantes son factores que limitan la atención a la salud y la calidad de ésta.

El ser mujer

Asimismo, estas desigualdades económicas, políticas, sociales y las condiciones de vulnerabilidad son atravesadas por el ser hombres o ser mujeres. Ana Langer Directora Regional del Population Council para América Latina y el Caribe y Jennifer Catino, del Population Council en México, ambas investigadoras en temas de salud, refieren: "Los modelos sociales, culturales y políticos que prescriben los desempeños femenino y masculino y que de manera habitual conducen a desigualdades de poder entre hombres y mujeres". Lo cual, según expresan, "afecta de manera muy marcada la salud y el desarrollo. Las desventajas relativas al género, además de socavar los derechos humanos contribuyen a la pobreza y deficiente salud". [5]

"No tiene la misma situación un hombre que una mujer en acceder a salud. No existe la misma disposición a atención, educación, recursos, redes familiares de apoyo, e, incluso, alimentación", dice Mónica Rodríguez, joven feminista entrevistada al respecto.

La propia atención a la salud no es un campo neutral, la maestra Islas pregunta: "¿Quién cuida a las mujeres que se enferman? El mandato cultural nos pone, a las mujeres, al tanto de la salud y de los otros. Cuando un hombre se enferma hay un séquito de mujeres atendiéndolo, o una cuidadora. Cuando una mujer se enferma no siempre lo tiene. No es lo mismo pensar en un hombre que en una mujer".

"Las desigualdades de género contribuyen a que las mujeres tengan diferentes posiciones... como proveedores en el cuidado de la salud...las mujeres satisfacen una carga desproporcionada de cuidados en hogares y comunidades. La fuerza de trabajo de la salud es también de predominio femenino, aunque los hombres continúan dominando los puestos de influencia y poder", consignan Langer y Cantino. "Cuando una mujer no cuida es una mala persona; cuando un hombre no cuida no pasa nada", subraya Susana Covas, psicóloga social española. Sin embargo, añade la psicóloga, "un varón es una buena persona cuando cuida, mientras que cuando lo hace una mujer, es lo que le corresponde". [6]

La Encuesta Nacional de Salud del 2008 en España, muestra también que cuando se convive con personas de 74 años o más, el 58.5% de las mujeres dedican 68 horas a sus cuidados y el 32.4% de los hombres 66 horas. Estos porcentajes son resultado del reparto sexista de roles, pues "a las mujeres se nos ha dicho que nuestra vida privada es la vida doméstica, es decir, el cuidado de los demás", declara Covas, [7] y critica que la sociedad estime que un buen hijo es aquel que busca los recursos para que sus padres estén bien cuidados, mientras que una buena hija es la que deja su vida personal para cuidar de sus padres.

Esta inequidad marca una distancia diametral en lo que se refiere al disfrute de salud. Encontrando aspectos que sólo a las mujeres atañen, afectando generalmente y de forma definitoria dicho disfrute.

Por ejemplo, documenta la UNFPA: "Las mujeres que carecen de apoyo en la ancianidad tienen más probabilidades que los hombres de ser culpadas por las circunstancias en que se encuentran; las que cuentan con apoyo enfrentan situaciones más precarias. Aun cuando las mujeres tienden a vivir más tiempo que los hombres, las ancianas suelen recibir menos apoyo de sus familias y con frecuencia hay una suposición intrínseca de que no merecen que se las apoye. Los hombres de más edad tienen mayores probabilidades de contar con familiares que los apoyan y viven bajo su mismo techo, mientras las mujeres suelen ser huéspedes en las casas de sus hijos".

También, señala el mismo documento, las mujeres ancianas tienen más probabilidades de ser pobres que los hombres ancianos. Los efectos acumulados de ingresos más bajos a lo largo de su vida, menores pensiones, más baja condición social y menor acceso a los bienes y la herencia contribuyen a tasas desproporcionadamente altas de pobreza entre las mujeres de más edad. Las más gravemente afectadas son las ancianas que nunca se casaron o que quedaron viudas. [8]

Lo biológico

En una primera instancia podemos considerar como elementos que atañen a la salud de las mujeres, los que se refieren meramente al hecho biológico, menciona la doctora Chávez, es decir, enfermedades, afecciones e incluso etapas por las que atraviesa el cuerpo de la mujer como son las que tienen que ver con la maternidad, algunos tipos de cáncer, la forma concreta en que afectan algunas Infecciones de Transmisión Sexual y los ciclos de vida femeninos como la pubertad, ciclo menstrual, climaterio, menopausia y algunas de las alteraciones que conllevan.

La cultura patriarcal en los sucesos diarios

Sin embargo, la salud de la mujer no sólo resulta condicionada por las realidades locales económico sociales, su estatus de vulnerabilidad y la biología, pues, además, es marcada por la cultura patriarcal dominante que la delimita, desde lo cotidiano hasta social. La forma en que dicha cultura afectan y determina la salud de las mujeres, será abordada en la siguiente parte.

Notas:

[1] Asamblea de la Salud de Los Pueblos, Declaración para la Salud de los Pueblos

[2] Vallejo, Guadalupe , La muerte materna, indicador de inequidad.

[3] Ibidem.

[4] Ibidem.

[5] Catino, Jennifer y Langer, Ana. Un Análisis con perspectiva de género de la reforma del sector salud mexicano.

[6] Espejo, Teresa El trabajo doméstico perjudica la salud

[7] Ibidem.

[8] UNFPA, El estado de la población mundial 2000, Capitulo 5. Your browser may not support display of this image.

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