en Mujeres y Política
por Soledad Jarquín Edgar
La misma historia de siempre. Poco o nada cambia en la relación entre el reconocimiento a las mujeres y los partidos políticos, donde los dichos y los hechos cobran distancias kilométricas. Es el juego de la verdad y la mentira. Donde unos juegan a decir lo que se proponen pero no cumplen y las militantes de los partidos juegan a creer lo que sus dirigentes políticos les dicen, en tanto quienes eligen confían en que ahora sí van a cumplir lo que dicen durante sus campañas.
La relación entre los partidos políticos, preciso, entre quienes dirigen los partidos políticos y las mujeres es muy mala o es una relación conveniente. Para los partidos políticos la participación de las mujeres es fundamental, pero como electoras (51.8% del padrón electoral), jamás hasta ahora han sido consideradas como una alternativa elegible.
Bajo esta condición la historia de la paridad tiene aún un largo camino por recorrer, sobre todo, cuando el Instituto Federal Electoral (IFE) se entrampa en el mismo juego de verdades y mentiras que escenifican dirigencias partidistas y militantes. Es como el Juego de Juan Pirulero, donde cada quien atiende su juego.
Aún cuando este lunes se darán a conocer las listas definitivas de quienes serán candidatos y candidatas a la diputación federal, las apuestas van en sentido contrario a las cuotas de género del 60-40 por ciento de participación de mujeres y hombres, como se establece en el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe).
La promoción de la paridad partidista, los acuerdos de asambleas y todas las declaraciones a favor de la igualdad entre mujeres y hombres en todos los ámbitos –lo cual incluye el político- muchas de ellas pronunciadas en encendidos discursos en este marzo que termina, se van a la basura frente a la irremediable realidad de las militantes partidistas y de quienes pretenden que votemos en las próximas elecciones.
Como también se irá por las aguas negras el dinero que gasta el IFE en anuncios, cosa distinta sucediera si además de propaganda en medios, hiciera una campaña real y eficiente de educación política y ciudadanía. Pero no se pueden pedir peras al olmo, como pregonaba mi querida abuela Lucha.
Doña Griselda Álvarez, feminista mexicana convencida de que “la voluntad de las mujeres de ser ellas mismas es la revolución más acentuada que hemos tenido después de la rusa, la francesa y de la mexicana”, murió este jueves 26 de marzo sin poder ver concretados muchos de sus anhelos, debido a la imposición patriarcal, el machismo que inhibe la participación en política de las mujeres, océano de mareas altas donde ella tuvo que nadar y salir ilesa cuantas veces fue necesario.
Doña Griselda Álvarez vivió 95 años, todos fueron una lección de vida para las priistas y no priistas que no siempre aprendieron ese modo de ser mujeres que pregonaba la que fuera primera gobernadora del país en los albores de la década de los ochenta -otras cuatro han ocupado un cargo a ese nivel-. El resto parecen omitir las lecciones del pasado, entre ellas las que forjó doña Griselda Álvarez, ex gobernadora de Colima, Senadora por Jalisco y promotora permanente de la igualdad entre hombres y mujeres. Lástima que no siempre se aprenden las buenas lecciones.
Resultado del no aprendizaje son los datos contundentes que vemos hoy. En el Partido Revolucionario Institucional (PRI) propone en su lista de pre candidaturas a una diputación federal por principio de mayoría relativa a 70 mujeres de 300 que tiene cada partido, pero únicamente 46 podrían lograrlo y, más aún, sólo 12 de ellas tendrían posibilidades de ganar, como reconoce la dirigente del Organismo Nacional de Mujeres Priistas, Lourdes Quiñones Canales. En Oaxaca, Sofía Castro Ríos es candidata propietaria de un total de 11 distritos. (Cimacnoticias/27/03/09)
El Partido Acción Nacional (PAN) no se queda atrás, hasta este viernes había registrado 191 distritos de 16 estados, 13 por ciento son propietarias y 56 por ciento ocupan una suplencia. Por representación proporcional el porcentaje de mujeres en 180 distritos es del 33.8, lo que contrasta con el 68.8 por ciento de mujeres que ocupan una suplencia.
Mientras en algunos estados, como Jalisco, el proceso “democrático” (machista) del PAN impidió que al menos una mujer fuera precandidata, en Oaxaca hay tres propuestas: la ex priista Emilia García Guzmán y propuesta del ahora senador panista Diódoro Carrasco; Leticia Landeta y Perla Woolrich, por lo que la priista Sofía Castro no sería la única en saltar de una legislatura local a la federal.
Otro imperdonable es el caso del Partido de la Revolución Democrática (PRD) donde todo parece que el 50 por ciento aprobado en sus estatutos –VII Consejo Nacional del 28 de febrero- quedará en un ridículo 10 por ciento o quizá un poco más de las candidaturas para las mujeres. En Oaxaca, ninguna de las cinco aspirantes tenía un lugar seguro hasta esta semana. Por supuesto, el “Partido” Verde Ecologista de México no canta mal las rancheras, de 294 propuestas ante el IFE, el 34.3 por ciento corresponden a mujeres.
Como sea, como acuerden todos los partidos políticos, hagan lo que hagan, mientras no exista igualdad en la participación política de las mujeres en este país no habrá democracia y eso lo tendrían que saber los que hacen política y la ciudadanía que estamos a la espera de este nuevo capítulo, donde habrá que guardar las expectativas para la próxima, a ver si entonces es posible. Esta inacción de las mujeres en los partidos políticos es tan indignante como la exclusión que de ellas hacen sus dirigencias.
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