Por Rocío Duque *
En la noche del sábado 11 de abril mi hija (24 años) regresaba a casa de su trabajo cuando un hombre la atacó en la avenida Cornish, en Elmhurst, Queens. El hombre (Aparentemente hispano. Y en esto no hay ningún racismo, nosotras lo somos) trató de arrastrarla por la fuerza a un sitio de construcción .
Mi hija peleó, gritó y pudo, afortunadamente, librarse y corrió.
Ella aún tuvo la entereza de llamar a la policía. Cuando los uniformados llegaron les explicó, dio una clara descripción del sujeto y de la dirección que el hombre tomó. Los policías le dijeron que la llevarían a su casa. Ella insistió en que los podía acompañar a “peinar” la zona e identificar al asaltante, y poner la denuncia.
Nada de eso pasó porque...no había pasado nada.
Y yo me pregunto: De veras nada pasa cuando innumerables niñas, jóvenes y mujeres son cotidianamente asaltadas en su camino a la casa, a la escuela, al trabajo y son acosadas, intimidadas, amenazadas, humilladas, manoseadas, agredidas, aterrorizadas?
No faltarán las “buenas conciencias” que se apresuren a culpar a las víctimas: “que andan haciendo tan tarde solas en la calle?” , “Llevarían ropa provocativa”, etc..Aunque la violencia contra las mujeres se da a cualquier hora del día, en la casa, en el trabajo, en la escuela, en la calle. Y las víctimas son desde bebés hasta ancianas. Paradójicamente, los ataques sexuales tienen muy poco qué ver con el sexo mismo y sí mucho con la vulnerabilidad de la víctima y con la sensación de poder y dominio que el agresor obtiene al perpetrarlos.
Tampoco faltará quien diga que esto es una “tormenta en un vaso de agua”. Una nada.
Estos son actos de violencia y dejan marcas en quienes los sufren: vulneran su autoestima, minan su confianza en sí mismas y en su entorno; provocan depresión, miedo, rabia, impotencia; atentan contra su libertad sexual y de tránsito y, finalmente, agreden a la sociedad toda. Somos conscientes de esto o estamos ya tan acostumbrados al abuso y a la brutalidad que nos parecen algo “natural”? Nada qué hacer?
Que pasaría si las escuelas dieran cursos de educación sexual más allá del uso del condón y de anticonceptivos para incluir también el respeto a la dignidad de los/as otros/as, de las mujeres, de niños y niñas? Qué pasaría si los medios de comunicación se comprometieran en una verdadera campaña de educación y denuncia en lugar de abonar al amarillismo y al morbo ? Qué pasaría si al interior de las casas los padres educaran en el respeto y en el rechazo a violencia, en lugar de enaltecerla y glamourizarla? Qué pasaría si las autoridades se comprometieran no sólo a castigar sino también a prevenir? Qué pasaría si cada mujer enviara a los medios cartas como ésta cada vez que “nada pasa”?
Quizás entonces los encargados de “la ley y el orden”, y la sociedad misma, se darían cuenta de este pequeño, cotidiano estado de sitio en que vivimos las mujeres (con su toque de queda, su terror impuesto, su falta de libertades, su violación de la intimidad, su impunidad)
Este hombre no llevaba consigo un arma, mi hija fue afortunada. Quizás la próxima chica en el camino a su casa no lo sea. Entonces, algo pasará?
* carta enviada a las autoridades correspondientes.
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