jueves, 11 de junio de 2009

Nellys, no quiero escribir sobre tu muerte...

por Jose Martinez Cruz

Nellys,
No quiero escribir sobre tu muerte.
Aún no la concibo.
Quiero pensarte un poco con tu alegría a cuestas. Esa que irradiabas a tu paso de feminista convencida.
Con tu apuesta por un mundo con ojos de mujer.
Camarada de mil batallas.
Construyendo el partido en medio de la polémica y la crítica.
Difícil de derrotar en el debate. Siempre tenías un argumento profundo.
Y cuando asumías un punto de vista, ibas por el al combate.
Estas ahí. En las ideas revolucionarias.
En el corazón de las mujeres indígenas tzeltales, tzotziles y nahuas.
Con las Alzadas.
Con las zapatistas.
Con quienes se atreven a desafiar.
Recuerdo tus palabras, tu amistad, tu complicidad.
Amiga y camarada.
Llegaste a México de Colombia, perseguida por la represión de un gobierno que ha criminalizado a todo el movimiento social.
No compartías el sectarismo de la violencia machista y de la violencia de quien tiene un arma para imponer su militarismo.
Y lo mismo te enfrentaste a los guerrilleros ultras en tu país de orígen como al propio Sub Marcos, quien luego terminó reconociendo el papel revolucionario de las mujeres, pero que poco congeniaba con las feministas, a quienes como tú, alucinaba.
Recuerdo momentos que compartimos en San Cristobal de las Casas. En esas noches en que el silencio de la guerra se cortaba con el filo de una navaja. Abriste las puertas de tu casa a indígenas y a camaradas, como hermanos.
Hermana luna, te recuerdo así, con tu piel morena y tu pelo ensortijado. Irradiabas erotismo.
Y me prometí no escribir sobre tu muerte.
Porque me duele tu ausencia.
En dónde estás camarada?
En qué pasos andabas recorriendo el mundo que hoy ya te empieza a extrañar?
Rrecordaré algunas de tus palabras. Y las pondré a buen recaudo.
Revisaré mis apuntes y te encontraré en mis notas de reuniones del Comité Central.
Porque formas parte de una memoria histórica que hemos construido colectivamente.
Eras espiritual.
Eras un poco rara para el común.
Admirabas el poder del cuarzo. Creo. Buscabas el camino de las chakras. Un tanto hinduista, budista. El tarot te emocionaba. Maga como la de Rayuela. No sé. Trotskysta si, lo se bien. Buceaste en diversas teorías. Como en el feminismo de lo diverso. Siempre socialista, internacionalista.
Chamana de tus hermanas mayores de las que aprendías y de las menores a quien enseñabas.
Se acabó.
Dije que no escribiría de tu muerte.
Solo que tus neuronas ya no producirán más energía, ni desprenderán más luz.
Hoy están apagadas, ausentes, sin búsqueda posible.
Amiga. Te pienso hasta un segundo antes de salir de esta vida para trasponer una puerta que se abrió cuando no debería.
Tu vida fue una fiesta. Y supiste compartirla con los demás, como es el sentido primigenio de la fiesta, que transforma el yo en nosotros.
Por eso te recuerdo con el canto de La Internacional y el rojo de nuestra bandera de la IV que ayudaste a levantar en las luchas donde participaste.
Te busco en el recuerdo
en el camino
que recorrimos juntos
para encontrar amigas comunes.
Aquí y Allá.
Preparando congresos del partido
en reuniones mil que terminaban en la madrugada
siempre despidiéndote con una sonrisa
luego del debate político donde salían chispas.
Así llegó una mañana en que preparabas un nuevo viaje.
No llegaste a donde te esperaban.
Qué pensaste amiga mía cuando te levantaste temprano, en un dia de verano, cuando el agua tibia resbaló por última vez por tu cuerpo acostumbrado al disfrute?
Siempre en situaciones límite, en lo absurdo de la cotidianidad, te vas así como se van quienes saben construir sus fortalezas, en silencio, dejando enseñanzas y una larga vida vivida.
Amiga mía, no estás muerta.
No te has ido.
Estás llegando tarde
a una cita que hiciste
y nunca vas a cumplir.
Porque de pronto has olvidado donde está el escalón.
Y lo que debería haber sido un susto, se transforma en un sin retorno.
No escribiré de tu muerte amiga
porque se que vivirás
entre las flores coloridas
de los vestidos tzotziles
muy allá en las montañas de Chiapas
que guardan ya parte de ti
porque dejaste tus huellas por sus caminos
y la tierra te recibe con sus amorosos brazos.

Castor.
Jose Martinez Cruz
Cuernavaca, Morelos, 10 de junio de 2009.

1 comentario:

yazmin del carmen dijo...
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