lunes, 19 de febrero de 2024

Feminismo


De qué hablamos cuando decimos feminismo?

Algunos apuntes y ninguna respuesta


Rocío Duque*


La Barbie adolescente que Mattel lanzó al mercado a principios de los años 90’s podia decir cuatro frases, seleccionadas al azar de entre 270 opciones; entre ellas: “Planeemos nuestra boda de ensueño!”, “¿Quieres ir de compras?” o “Las matemáticas son difíciles”. 


 En 1993, la Organización por la Liberación de Barbie (Barbie Liberation Organization) decidió , claro, liberar a Barbie de su esclavitud verbal. 


El verano de ese año, las activistas de BLO realizaron “cirugías “ en entre 300 y 500 muñecas, cuyas cajas de voz fueron intercambiada por las de otros tantos muñecos G.I. Joe; así que el fiero soldado del ejército estadounidense, decía cosas como: “La playa es el lugar para pasar el verano” mientras la Barbie liberada advertía: “La venganza es mía!”. 


En aquellos tiempos bárbaros sin Internet ni plataformas sociales, la liberación de Barbie fue más ignorada que condenada. Faltaban muchos años para que Barbie pasara de ser el controversial símbolo del consumismo y del estereotipo femenino de belleza gringa a…un icono feminista en 2023. 


Aún antes de la película dirigida por Greta Gerwig que ha catapultado a Barbie como un supuesto ícono feminista, de acuerdo a algunas estudiosas del asunto, la muñeca ya había abonado a la causa de las mujeres sin proponérselo siquiera.


Barbie salió al mercado en 1959, creada por Ruth Handler quien se inspiró en la muñeca alemana Bild Lilli. 


Fue Barbie, con senos, larguísimas piernas y sinuosa figura enfundada en un sexy traje de baño a rayas, la muñeca que desplazaría en poco tiempo a los bebés que las niñas estadounidenses y de todo el mundo cargaban, vestían, alimentaban y arrullaban en práctica de lo que debería ser su aspiración e identidad. 


A lo largo de sus 64 años, la firma Mattel que la produce le ha dado a Barbie alrededor de 200 carreras y actividades, desde astronauta hasta presidenta.  200 oportunidades para comprar ropa, accesorios y las muñecas mismas. 


A principios del 2018 Mattel lanzo su linea de “sheroes” (un hibrido de “she”, ella y “hero”, héroe). A tiempo para el Día Internacional de la Mujer, la firma presento 17 Barbies, a quienes denominó “modelos a seguir”. Entre ellas, figuras históricas, luchadoras sociales, activistas de varias estirpes, científicas, deportistas, artistas, directoras de cine, Etc. Nuevas versiones de esa iniciativa fueron lanzadas en años subsecuentes. 


Todas ellas, por supuesto, esbeltas e indiscutiblemente…Barbies. 


Las lejanas al estereotipo, han sido blanqueadas, adelgazadas y occidentalizadas más que un poquito. 


Frida Kahlo, por ejemplo, pasó por la depilación antes de volverse una Barbie. “La Barbie inspiradora Frida Kahlo celebra los innovadores logros , heroísmo y las perdurables contribuciones que Frida hizo al mundo del arte y a las mujeres”, se lee en la caja de la muñeca. Un articulo del New York Times comentó al respecto : “Kahlo tal vez no hubiera estado de acuerdo en ser elegida como una variedad de Barbie, la muñeca más vendida cuya imagen Mattel ha actualizado para abordar las críticas sobre el tipo de cuerpo y estilo de vida que había perpetuado sobre estereotipos dañinos para las mujeres.” 


No deberíamos sorprendernos ni escandalizarnos: no es que Frida haya terminado siendo una Barbie, es que Barbie se disfrazó de Frida.  En el mundo de las notables de Barbie, las famosas conviven sin mas identidad que ser célebres, así Rosa Parks , Maria Felix y la reina Isabel co existen sin conflicto y sin más identidad que la anécdota y el vestuario perfecto.


Pero no es sólo Barbie quien ha devenido símbolo feminista en la cultura popular y el consumo, las princesas Disney dejaron de ser “Bellas durmientes” para convertirse en superheroínas guerreras que ni siquiera necesitan príncipes (Frozen, por ejemplo) y que tampoco tienen que ser rubias y delicadas (Mulan, Raya, Moana, Etc.). 


¿Alguien quiere quejarse por esto? 


Susan Faludi asegura que el feminismo ha hecho un pacto con el diablo y en ese las mujeres “de a pie” hemos salido perdiendo. 


Las celebridades han asumido la palabra feminismo como el nuevo reino de lo “cool” .


 Miley Cyrus, por ejemplo, declaró : “Me siento como la mayor feminista en el mundo porque les digo a las mujeres que nada debe asustarlas.”; Beyoncé ganó millones interpretando “Lemonade” delante de un enorme anuncio que rezaba: “Feminist”. 


Anda Zeisler, de Bitch Media, cuenta en su libro We Were Feminists Once como la marca Spanx anuncio sus pantaletas como “Power panties, mujeres poderosas llevan pantaletas poderosas”. Y una feminista probada como la escritora Chimamanda Ngozi Adichie ni chistó cuando Dior usó el titulo de su libro “Todas deberíamos ser feministas” en playeras de 700 dólares. Las ganancias serian donadas a la organización de otra celebridad, Rihana. Las camisetas con otro famoso slogan ““This is what a feminist looks like” (“Así es como luce una feminista”) son elaboradas en una fabrica de la isla Mauricio por mujeres que ganan un dólar por hora. 


Jessa Crispin en su libro “Por qué no soy feminista” hace una critica puntual de cómo las ideas de elección personal y “empoderamiento” se han desarrollado a expensas de la acción colectiva y el cambio radical.  


La polémica sobre  la legitimidad del uso o abuso del término va más allá de camisetas y muñecas e implica no sólo la idea de identidad personal en tiempos en que mujeres de derecha y ultraderecha ganan posiciones de poder y mando en el mundo. Por supuesto, no es la primera vez en la historia en que mujeres se alían a tiranos a cambio de acceder al poder pero ciertamente sí es la primera en que el género juega un papel preponderante. Y, más importante aun, la identidad ideológica de las izquierdas y derechas tradicionales está cambiando de manera radical, a medida que todo lo demás en lo social y lo económico se modifica a enorme velocidad.  


La escritora y activista Naomi Klein ha escrito en su nuevo libro “Doppelgänger” un fascinante estudio no sólo sobre como en Internet su identidad fue confundida con la de otra Naomi, la feminista (o mejor dicho, ex feminista), Naomi Wolff, cuyo más famoso libro es El mito de la belleza. 


Un extracto del libro de Klein puede consultarse aquí: Naomi Klein on following her ‘doppelganger’ down the conspiracy rabbit hole – and why millions of people have entered an alternative political reality.


Klein muestra como Wolff y much@s más, se deslizan por ese “hoyo de conejo” hasta convertirse en aliad@s de la ultraderecha más delirante. 


 La pandemia de COVID en sus inicios y el aislamiento físico al que nos confinó sumado al imperio de Internet y las plataformas sociales como medios principales no sólo de comunicación sino tambien de construcción de identidad e ideología, han jugado un papel fundamental en la reconfiguration del mundo real y de nuestra interpretación del mismo.


Las tradicionales lineas claras entre las facciones o fracciones ideológicas - izquierdas y derechas a grandes rasgos - han dejado de ser claras y funcionales para dar paso a un panorama mucho mas complicado que algunos autores llaman diagonialismo. 

Sobre esto Klein cita a William Callison y Quinn Slobodian:


“Nacido en parte de las transformaciones en tecnología y comunicación , el diagonialismo tiende a retar las convencionales definiciones de derecha e izquierda (aunque generalmente se inclina hacia las creencias de la extrema derecha), para expresar ambivalencia si no es que cinismo, hacia la política parlamentaria y mezcla convicciones sobre holismo y espiritualidad con un discurso constante sobre las libertades individuales. En sus versiones más extrema, los movimientos diagonalistas comparten la convicción de que todo poder es una conspiración.”


Klein agrega sobre estos extraños matrimonios ideológicos, que es importante para estos movimientos presentarse a si mismos (y creerlo ellos mismos) como rupturas con las formas tradicionales de hacer política. Así que aseguran ser algo nuevo, más allá del tradicional binomio derecha/izquierda. De tal manera, al tiempo que predican una filosofía paranoica de derecha, necesitan aliados que se declaren liberales o de izquierda. El lugar de reunion es la conspiración, ya que no requiere prueba alguna.  


Así que no resulta tan extraño que mujeres de la derecha o incluso de la ultraderecha se declaren feministas o, sin usar el termino, se presenten en plataformas políticas como adalides de las mujeres y sus derechos.  Quizás es parte de una estrategia pero una necesaria para ganar. Esas mujeres ya no pueden ganar ignorándonos. 


Pero también eso ha impulsado el desarrollo de combativas organizaciones femeninas de ultraderecha como Moms for Liberty, uno de los grupos de mujeres que han apoyado a Donald Trump y que ahora desarrollan campañas a favor de la censura de libros, contra la enseñanza de la historia real de los Estados Unidos (esclavismo, discriminación, guerras, Etc.) y contra derechos de minorías.  La historia de las organizaciones femeninas de ultraderecha en los Estados Unidos es larga y se remonta a la época de la guerra civil y al movimiento por el derecho al voto. 


Sin embargo y a pesar de todo, hoy más que nunca la condición femenina es visible y comentada. Ciertamente las nuevas tecnologías y medios de comunicación y difusión lo han hecho posible pero la dirección a tomar está aun abierta. 


Y finalmente, ¿De qué hablamos cuando decimos feminismo? 


* Artista plástica, feminista, escritora,  editora y blogmaster de Cuadernos Feministas.



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