miércoles, 13 de noviembre de 2013

México: periodistas víctimas de la violencia.



Feminicidio y violencia.

Sara Lovera*

El pasado16 de abril fue asesinado Alonso de la Colina Sordo, en la capital del estado de Puebla, a 120 kilómetros de la ciudad de México. Con él sumaban dos periodistas asesinados en apenas 145 días del nuevo gobierno federal. Ello sucedía en medio de un clamor general contra la violencia generalizada en el país, agudizada en los últimos 6 años e irrefrenable y mordaz.
Miles de mujeres han perdido la vida en este escenario. Al menos 10 mujeres periodistas, incluida una joven bloguera de Tamaulipas. Decenas de otros y otras informadoras han tenido que huir del país, como Ana Lilia Pérez. Algunas familias de periodistas han salido de sus lugares de origen, huyendo de las amenazas y el hostigamiento.
Tal es el caso de Alonso de la Colina quien fue a vivir a Puebla huyendo de Guerrero, una de las entidades de mayor peligro para la vida y la integridad de las personas. Ahí donde dos mujeres españolas fueron violadas.
La situación, según la Casa de los Derechos de Periodistas indica que desde 2008, cada mes fallece o desaparece un periodista en México. La cifra de desaparecidos, de acuerdo al nuevo gobierno, totalmente oficial es de más de 25 mil personas.
No se puede hablar con seriedad en qué lugar del país esto es más o menos grave. El año pasado dos mujeres periodistas fueron asesinadas en la ciudad de México; en Michoacán o en Durango, los informes directos de periodistas es que existe acoso y persecución.
Y es que en los últimos 12 años, se han denunciado agresiones contra 102 periodistas de los cuales 91 fueron asesinados y 18 desaparecieron. Y en los órganos de gobierno se han establecido mecanismos de protección que no resultan. A pesar de ello lo que sucede en el último año en el estado de Veracruz, situado frente al Golfo de México es al menos indignante. Ahí han sido asesinado en muy poco tiempo 11 periodistas y menudean las amenazas, los despidos que van directamente a limitar la libertad de expresión y también hay 4 desapariciones.
Apenas el martes 16 de abril la Fundación para la Libertad de Expresión (Fundalex) solicitó al gobierno del estado de Puebla una investigación profunda, expedita, y en la cual se agoten todas las líneas de investigación, incluida la del trabajo periodístico, en el asesinato del periodista Alonso de la Colina Sordo, quien fue a vivir a la capital de esa entidad para huir de las amenazas a las que había sido sometido en el estado de Guerrero. Ahí De la Colina era el titular del principal noticiario de una repetidora de televisión de la cadena TV Azteca, una de las dos cadenas más grandes del país.
De la Colina Sordo es hoy el segundo periodista asesinado este año y se suma también a la desaparición de Sergio Landa Rosado, periodista trabajador del diario Cardel, en la ciudad del mismo nombre en Veracruz y a la decena de periodistas agredidos, varios de ellos en este último estado.
Según la organización civil Artículo 19 los mecanismos del Estado mexicano para proteger a periodistas han fracasado. Aseguró que en el primer trimestre de 2013 se registró un aumento en las agresiones contra quienes trabajan en la comunicación. Es decir, entre enero y marzo de este año, se conocieron 50 agresiones, que incluyen medios de comunicación y periodistas.
La cifra representa un incremento de 28% con respecto al mismo periodo de 2012, cuando se registraron 39 casos, aseguró Artículo 19. Sorprende a los defensores y defensoras de periodistas que a pesar de los cambios en los poderes ejecutivos y legislativos la situación no ha mejorado, a pesar de que en muchas entidades los congresos están legislando a favor de la protección de esta actividad considerada como una de las más peligrosas en México.
La agresión no respeta sitio, medio, sexo o nivel profesional. Para Animal Político, un medio de análisis electrónico, las agresiones provienen en 52.2%de la delincuencia organizada. El 31.9% de los funcionarios públicos (políticos, policías, ejército); de organizaciones sociales en lucha o protesta hasta el 10.6%, de particulares (“venganzas”) hasta 6.3%. Parece que nadie se salva y lo que sucede es que hay una tempestad, un remolino irrefrenable.
Tampoco ha disminuido la violencia generalizada e hiriente que caracterizó al periodo gubernamental de Felipe Calderón. En ese sentido apenas este martes el nuevo presidente, Enrique Peña Nieto en un foro denominado Lograr un México en Paz, hizo un discurso brioso y firme:

“Como Presidente de la República, reafirmo que es prioridad de mi Gobierno hacer valer el Estado de Derecho”, y agregó que “sí se puede recuperar la tranquilidad y la armonía social” en el país; “sí es posible disminuir los niveles de violencia que lamentablemente se han acentuado o se encuentran en algunas partes de la República Mexicana, pero sólo lo lograremos con el compromiso y la coordinación del Estado mexicano en su conjunto”.

Luego dijo más: “alcanzar la paz es una causa que nos convoca y nos compromete a todos los mexicanos”; los mexicanos tenemos la energía, la capacidad, la pasión, el talento para construir una Nación a la altura de nuestras expectativas.
Detrás de este discurso están los datos, discutidos febrilmente en mesas de diálogo y presentaciones en televisión, con toda clase de expertos y analistas. En 140 días las ejecuciones llegan a 4 mil: hay imágenes inocultables de enfrentamientos entre policías, ejército y civiles. Hay lugares del país, como Oaxaca donde desaparece una niña o una mujer cada semana y en estos días en Morelos y Guanajuato asociaciones de mujeres denuncian que el feminicidio sigue tan campante y sin justicia.
Al mismo tiempo y a propósito de las reformas constitucionales de educación, trabajo y comunicaciones, hay manifestaciones de protestas gremiales, del magisterio y en zonas rurales e indígenas que escenifican conatos de enfrentamientos, en carreteras, zonas urbanas y rurales. El caso de Oaxaca y los parajes donde se instalan obras eólicas, ya han producido incluso heridos y detenidos. El país virtualmente en llamas. Y materialmente en llamas debido a incendios forestales. Pero hay esas otras llamas sociales prendidas en al menos 15 entidades de las 31 del país.
En ese escenario es que las y los comunicadores arriesgan su vida; reciben amenazas y denuncias civiles, una nueva forma de presionarlos.
Lo de Veracruz saltó a los titulares luego que la asociación de Editores del País (dueños de pequeños periódicos y empresas de comunicación de provincias) le dieron un premio al gobernador de Veracruz, Javier Duarte, por su supuesta política a favor de la libertad de expresión y quienes se desempeñan en esta actividad, cuando en Veracruz en apenas año y medio 9 periodistas fueron asesinados, tres mujeres y 6 hombres y hay 3 desapariciones. Y encima se presentó y sentenció a un delincuente por el asesinato hace una año de Regina Martínez, una periodista “incómoda” quien durante más de dos décadas reportó los horrores, corruptelas y manipulaciones del poder y escribió sobre el campesinado y las regiones indígenas.
En Veracruz Yolanda Ordaz, reportera del diario Notiver fue secuestrada por un comando armado y su cuerpo fue encontrado el 27 de julio de 2011. El fiscal estatal de Veracruz, Reynaldo Escobar Pérez, trató de vincularla al crimen organizado, lo que el periódico para el que trabajaba negó tajantemente.
Regina Martínez, corresponsal de la revista Proceso en Xalapa fue encontrada muerta el 28 abril de 2012 en su casa, con rastros de golpes en el rostro y cuerpo. En octubre de 2012, la Procuraduría estatal afirmó que el móvil del delito fue un robo y presentó a un presunto asesino, hoy sentenciado. El director del semanario, Rafael Rodríguez Castañeda, manifestó su escepticismo al respecto.
Apenas dos días después de que el gobernador de Veracruz, Javier Duarte, recibiera un polémico premio por proteger la labor de los periodistas en el estado, el diario El Mundo de Córdoba denunció una agresión física contra una de sus reporteras, en un acto que tachó en un artículo editorial como “atentado contra la libertad de prensa y la libertad de expresión”.
En entrevista con Animal Político, Enrique Zamora, jefe de información de la oficina que el diario tiene en el municipio de Huatusco, explicó que un hombre se metió a la redacción para reclamar violentamente por una nota, lo insultó, y en un forcejeo empujó a una reportera embarazada que tuvo que ser trasladada de urgencia a un hospital.
La persona que accedió a la fuerza a las instalaciones de la redacción, señala Zamora, es Jorge Quezada Cóbilt, hermano del empresario Alejandro Quezada, quien fuera detenido por conducir un auto con placas con reporte de robo, según una información que fue difundida a través de un boletín de la Policía estatal.
Oaxaca
En este estado, donde quedan y se recrean los hechos de violencia social e institucional, en los primeros días de marzo, cuando arreció la protesta de indígenas y campesinos por los campos eólicos sucedieron varias cosas:
*   Al periodista y comunicador Carlos Sánchez López, Director de la Radio Comunitaria “Radio Totopo”, le fue librada orden de aprehensión por un motivo que, por las circunstancias políticas, parece más bien una justificación judicial para callarlo.
*   Al periodista David Henestrosa Carrasco, colaborador de Radio TNT de Juchitán y Director del Informativo Generando Opinión, recibió ofensas públicas, amenazas de políticos, y ahora se le amenaza de detención policial.
*   Filiberto Vicente de Radio Xadani recibió hace pocos días serias amenazas de muerte. Su caso ya fue expuesto y defendido por Amnistía Internacional.
*   Quienes trabajan en Radio Voces de los Pueblos, Karina Martínez e Ignacio Garrido, fueron retenidos arbitrariamente en San Mateo del Mar junto a la enviada especial del diario La Jornada, Rosa Rojas. Pero además, las instalaciones de Radio Totopo han sufrido ataques y el robo de sus equipos.
*   La periodista María Elena Ramírez, también Editora de un quincenario y comunicadora de la Radio de Juchitán la Voz del Pueblo recibió, el martes 2 de abril, amenazas de un dirigente de ganaderos de la Región.
*   El periodista Said Hernández, de la revista Tucán, apuñalado el 24 de junio de 2012 y amenazado por particulares cercanos a sus agresores, hoy entró en otro periodo de miedo porque dos de sus victimarios fueron puestos en libertad.
*   Antonio Francisco Rodríguez, fue despedido de la empresa radiofónica ORP Comunicaciones “por presiones de funcionarios de gobierno”, y ha recibido amenazas telefónicas.
*   El periodista Fernando Palacio Cházares, fue agredido por autoridades municipales de Eloxochitlán de Flores Magón, recibió amenazas de muerte.
*   Comunicador y defensor de los Derechos Humanos, David Cilia Olmos, fue amenazado y hostigado por el Secretario de Gobierno, Jesús Emilio Martínez Álvarez. Éste acaba de renunciar.

La otra estrategia
La persecución a periodistas y editores de medios “incómodos” se ha bifurcado. A las amenazas directas, se han enderezado juicios civiles millonarios, con objeto de presionar y desaparecer, en su caso, a medios de comunicación. Ese es el caso de la revista Contralínea y de una de sus colaboradoras Ana Lilia Pérez, a quien se le llegó a perseguir hasta Alemania, donde está refugiada para simular una audiencia civil en la Embajada de México.
De esa forma ha sido presionado el Diario de Torreón; algunas publicaciones electrónicas como e-consulta de Tlaxcala; y algunas publicaciones en Durango.
El 10 de abril, el juez primero de lo penal Lázaro Castillo García dictó auto de formal prisión en contra del director de e-consulta Tlaxcala, Martín Ruiz Rodríguez en el distrito de Sánchez Piedras, esto tras la acusación por el delito de difamación en contra del Oficial Mayor del Gobierno de Tlaxcala, Ubaldo Velasco Hernández. Tres días antes, el 7 de abril, Martín Ruiz Rodríguez había sido detenido y liberado después de pagar 35 mil pesos por fianza. El oficial mayor se sintió agraviado cuando el periodista lo llamó “viejito maniatado”, “mediocre” y lo acusó de pronunciar un “discurso estrambótico”.
El Código Penal de Tlaxcala, es de los últimos estados de la república cuya ley de difamación no ha sido derogada. Este año Tlaxcala inicia un ascenso preocupante en agresiones a la prensa: diferentes funcionarios integrantes del gabinete más cercano del gobernador Mariano González Zarur, como los secretarios de la función pública, finanzas, salud y el oficial mayor han interpuesto por lo menos 6 denuncias por difamación en contra de periodistas, además durante el primer trimestre del año se han documentado 8 amenazas en contra de periodistas en el estado.
El contexto
Lo cierto es que las agresiones contra periodistas suceden en los últimos 4 meses en 15 diferentes entidades de la república. Llama la atención de un trabajo analítico difundido por el portal Animal Político, que sean dos entidades las que encabezan las cifras: Coahuila y Tlaxcala, aparentemente, según este análisis, las acciones contra periodistas y medios en estos dos casos tienen un solo origen: los grupos delictivos.
Sostiene que: “A cuatro meses del inicio de la administración de Enrique Peña Nieto, el repunte de la violencia en Coahuila, donde los medios continúan renunciando a coberturas que parecerían naturales en la región, es apenas la parte visible de las presiones silenciosas que venían dándose desde el año pasado y que habían incluido la privación ilegal de la libertad de reporteros y empleados ajenos a las áreas editoriales de algunos medios en la zona de la Laguna, para imponer agenda informativa”.
Es el caso de El Siglo de Torreón, que en febrero pasado volvió a ser blanco de disparos que impactaron su acceso principal y que sufrió el secuestro de personal encargado de su versión web y de las áreas de Administración y Publicidad. A estos amagos se suman las amenazas dejadas en al menos cinco municipios por un grupo delictivo contra el director de los periódicos Zócalo, que el 11 de marzo anunciaron su decisión de abstenerse de publicar toda información relacionada con el crimen organizado ante la ausencia de garantías para el ejercicio libre del periodismo.
En menos de cuatro años pueden contarse ya diez ataques violentos contra edificios de empresas periodísticas en Coahuila, algunos realizados en acciones simultáneas o de manera reiterada contra un medio. Si se considera que la problemática es compartida con el vecino estado de Durango, habría que añadir que cuatro periodistas fueron asesinados en el mismo periodo.
Ciudad Juárez y Chihuahua, en general, volvieron a ser foco de atención en razón de la cercanía de dos incidentes con alto nivel de violencia: el asesinato, el 3 de marzo pasado, de Jaime Guadalupe González Domínguez, director del periódico digital Ojinaga Noticias, y el doble ataque por parte de hombres armados a las instalaciones de El Diario y Canal 44 de Juárez, sin que existan hasta el momento detenidos por las acciones.
De manera atípica, Tlaxcala apareció en el panorama de las agresiones a periodistas. La cobertura noticiosa de operaciones policíacas contra trata de personas sacó a la luz la existencia de vigilantes y grupos de incondicionales cuyo trabajo es entorpecer el desarrollo de acciones policíacas, pero que en lo cotidiano también actúan contra reporteros que se acercan a los municipios considerados como “focos rojos” para que se mantengan lejos de sus actividades.
Las amenazas impiden que los medios informen debidamente a la ciudadanía, señala este análisis y hace notar que a la par suceden acciones incontroladas por los ejecutores de las amenazas, así las Redes sociales y servicios de microblogging como Twitter se transforman en una herramienta de batalla contra los grupos criminales. Pero han comenzado las amenazas.
En febrero se hizo pública la existencia de hojas volantes, aparentemente distribuidas por integrantes de una banda criminal, que ofrecían 600 mil pesos  a quien revelase la identidad o proporcionara datos de la familia del administrador de la página en Facebook llamada Valor por Tamaulipas, donde la gente advertía sobre situaciones de riesgo en las principales ciudades del estado y hacía denuncia ciudadana de hechos presuntamente delictivos. Las cuentas en Twitter y Facebook que se administraban con el mismo nombre dejaron de funcionar como venían haciéndolo, asegura el análisis.
Por último
Este panorama contrasta con la febril actividad legislativa para crear mecanismos de protección a periodistas; leyes de reconocimiento; premios y una nueva ley de telecomunicaciones que ordenará las concesiones, terminará, dice, con el monopolio de los medios e influirá en los contenidos.
Pero México está vigilado. No solamente en los casos de Oaxaca han intervenido, opinado y han pedido que el gobierno mexicano actúe.
Al final de febrero el grupo de defensa de los escritores PEN Internacional denunció ante un foro de Naciones Unidas (ONU) que continúan las agresiones contra periodistas en México, pese a la promesa de que éstas serían combatidas. Su presidente señaló que: “Continúa registrándose un incremento dramático en los casos de periodistas agredidos y asesinados en el país”. Sorprendió que la participación de PEN, en el marco del Examen Periódico Universal (EPU) de la ONU, haya puesto el dedo en la llaga. El discurso señaló que la violencia se mantiene pese a que el gobierno de México aceptara en 2009 las recomendaciones de este organismo internacional.
PEN Internacional consideró que las iniciativas implementadas desde ese año por el gobierno para combatir la violencia son “mayormente superficiales e ineficaces”., e informó que vendrían a México para pedir medidas concretas en casos de asesinatos y desapariciones de periodistas y escritores que no han sido resueltos. El presidente de PEN Internacional, John Ralston Saul, tuvo una participación en la conferencia de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) en Puebla, México, el 8 de marzo último.
Otras recomendaciones de Amnistía Internacional y la misma SIP, el Alto Comisionado de la ONU por los Derechos Humanos, han pedido que se respete la libertad de prensa y se den seguridades a las y los trabajadores de la prensa para desarrollar su trabajo. Lo cierto es que se anida el miedo.

* Periodista, feminista, experta en medios de comunicación feministas. Dirige un programa de TV por Internet y tiene una columna de opinión titulada Palabra de Antígona.

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