miércoles, 13 de noviembre de 2013

La comandanta Ramona en el fotoperiodismo mexicano, 1994-1996.



Mujeres indígenas

Samantha Zaragoza*


 La aparición pública del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) el primero de enero de 1994 en el estado de Chiapas, México, permitió al mundo aproximarse a la construcción de una nueva actora social que contribuyó a la redefinición de lo femenino, me refiero a las mujeres neozapatistas. Nueva, no por su reciente participación en la historia como actora social, sino por las características que adquirió al ser representada.
El impacto social que generó el movimiento insurgente, aunado, entre muchas otras cosas, a la presencia de mujeres en sus filas dio como resultado un gran abanico de representaciones, visuales y escritas en torno a las neozapatistas, que manifestaban, desde diferentes perspectivas, las tensiones generadas en torno a la definición de lo femenino en contextos de guerra. Las representaciones construidas por la prensa escrita en torno a la comandanta Ramona son un claro ejemplo de esto.
El presente artículo expone los resultados del análisis de las representaciones, visuales1 y escritas, construidas por el fotoperiodismo de la ciudad de México de enero de 1994 a octubre de 19962 en torno a la comandanta Ramona en los diarios La Jornada, poniendo especial énfasis en el suplemento "Doble Jornada"; El Universal; Excélsior; y, la revista semanal Proceso.
El análisis de la representación de la comandanta Ramona permite identificar la manera en que se fue construyendo, fotoperiodísticamente hablando, uno de los referentes femeninos más representativos de la lucha neozapatista.

La irrupción pública del las neozapatistas
El EZLN puso en evidencia la situación de olvido y marginación que ha enfrentado históricamente la población indígena, frente al espejismo que generaba la apertura y el desarrollo comercial, asimismo logró dar al movimiento y al tema de los derechos de los pueblos indios una proyección mediática que los situó como asunto político-social de primer orden en el plano internacional.
El involucramiento de las mujeres indígenas en el movimiento armado se hizo mayormente visible, por un lado, gracias a la cobertura de los medios: notas periodísticas, artículos, reportajes y fotografías que circularon por todo el mundo desde el mismo día que inició el conflicto; además, de la difusión global de la información que detonó la red de Internet. Pero también, las discusiones en la academia, centros de investigación, ONGs, organizaciones feministas y de mujeres, materiales de divulgación, partidos políticos y las aportaciones de carácter individual contribuyeron a visibilizar la presencia de las indígenas en las filas del movimiento, así como a explicar las motivaciones, efectos y relevancia de su participación.
A través de estos diversos medios y vías conocimos que la participación de las mujeres en el movimiento armado fue posible gracias a la intensa y continua lucha que entablaron y que les permitió desempeñarse: a) en las filas del ejército asumiendo algún cargo en la estructura militar; b) como insurgentes, trabajando en los cuarteles o en la montaña desarrollando las actividades propias de contextos de guerra; c) como milicianas; d) formando parte del Comité Clandestino Revolucionario Indígena (CCRI), integrado por las personas de las diferentes comunidades o regiones con mayor autoridad moral y tiene como función prioritaria fungir como portavoz del sentir general de sus comunidades, y hacer llegar sus disposiciones a la estructura insurgente y del cual formaba parte la comandanta Ramona;3 e) en las bases de apoyo; o, f) participando en los talleres de sastrería y armería.4
Sin embargo, es importante precisar que la producción fotoperiodística que consideró a las neozapatistas como sujetos a publicar, varió en razón de la función que de-sempeñaron dentro de la estructura organizativa del EZLN.

Comandancia general: la representación icónica de Ramona
Ramona, Trinidad, Andrea y Susana, integrantes de la Comandancia General-CCRI, fueron las más difundidas por el fotoperiodismo, con las debidas consideraciones frente a la mayor proyección mediática que se dio a Ramona. Mas, la forma en que fueron representadas permite identificar cómo la construcción del género a través del fotoperiodismo no es lineal, ni estática, ni sigue los mismos parámetros para todas las neozapatistas, se construye en estrecha relación con el contexto socio-político-militar, pero también responde a la necesidad de los medios de construir un referente, fundamentalmente visual, mediáticamente muy atractivo para el público lector. En este sentido, la comandanta tzotzil Ramona es el referente obligado para el análisis de la representación de las neozapatistas en el fotoperiodismo mexicano. Integrante de la dirección política del EZLN y socialmente reconocida como representante de la participación de las mujeres indígenas en el interior del movimiento.
La primera imagen que se tiene de la comandanta Ramona fue a través de la entrevista que Blanche Petrich y Elio Henríquez realizaron el 3 de febrero de 1994 a las/os comandantas/es indígenas Ramona, David, Felipe, Javier, Issac y Moisés sobre las razones del alzamiento. Se trató de la primera entrevista concedida por las/os integrantes del Comité Clandestino Revolucionario Indígena (CCRI) a un medio periodístico y se publicó en tres entregas, los días 4, 6 y 7 de febrero. De esa entrevista se desprendió la primera imagen que se publica de Ramona bajo la autoría de Antonio Turok (Foto 1), que en ese momento colaboraba para la agencia de fotografía Imagenlatina, pero que logró formar parte del grupo de comunicadoras/es que establecieron este primer contacto con el grupo insurgente junto con Petrich y Henríquez de La Jornada, y Epigmenio Ibarra y Philippe de Saint de Argos T.V.
La comandanta aparece al lado de Blanche Petrich, parecen charlar, sin embargo, es importante resaltar que a la comandanta se le dificultaba hablar el español, lo que posiblemente fue un obstáculo para su participación oral en la entrevista. La comandanta aparece con el rostro cubierto con un paliacate y no con el pasamontañas que la caracterizó. Se trata, además, de la primera y única imagen que publica la prensa de Ramona portando un arma de fuego. La efímera representación de Ramona con paliacate no le permitió permanecer en la memoria colectiva, incluso me atrevería a decir que difícilmente sería identificada. Es una imagen que visualmente no se liga con los significados que identificaron posteriormente a la comandanta y que se convirtieron en un ícono.
Esta nota marcó una variante en las notas fotoperiodísticas que se publicaron durante los dos primeros años del conflicto armado: la presencia visual de la comandanta, frente al débil o nulo reconocimiento, en el discurso escrito, de su participación en el movimiento. Si bien se enuncia a Ramona o a la comandanta/e en los títulos y/o pies de foto, generalmente las notas periodísticas omiten su presencia, participación o funciones en el EZLN. La publicación sólo difunde los testimonios de los comandantes Javier, Isaac, Moisés y el Subcomandante Marcos. Para la fecha en que se realiza esta entrevista con los integrantes del CCRI-EZLN ya se había difundido la existencia de la Ley Revolucionaria de Mujeres, así también se tenían referentes de la presencia de mujeres en el EZLN, sin embargo, el tema de las mujeres no fue considerado lo suficientemente relevante como para ser considerado por La Jornada, en ese momento. En la versión estenográfica de la entrevista, la comandanta Ramona plantea algunas reflexiones sobre la situación de opresión y desigualdad en que viven las mujeres indígenas, las cuales no fueron publicadas.
Por el contrario, la imagen de Ramona con pasamontañas permanece. Mujer de cuerpo pequeño, que calzaba en todo momento sandalias o huaraches, con vestimenta de la etnia tzotzil, llevando un paliacate anudado al cuello y que gustaba portar un reloj negro en su mano izquierda. El cuerpo de la comandanta Ramona se plagó de significados: cuerpo de mujer frente a la contundencia de la presencia masculina; cuerpo indígena experimentado que resistía; cuerpo pequeño que, sin embargo, proyectaba fuerza, persistencia; cuerpo al que se le expresaba respeto y reconocimiento; cuerpo que provenía de las regiones más pobres del país, pero que luchaba dignamente; cuerpo que impuso una imagen y, de tan persistente que era, se volvió inconfundible; cuerpo que también reproducía determinados estereotipos sociales construidos en torno al género. La imagen de Ramona con pasamontañas es un claro ejemplo de cómo, a través del cuerpo, se esculpen códigos que le otorgan identidad y lo hacen único, intransferible.
Pero, no sólo fueron estos elementos y la función que cumplió el fotoperiodismo los que hicieron de Ramona un referente icónico de la lucha de las mujeres neozapatistas, sino fundamentalmente su trabajo, lucha, resistencia y participación política y social le confirieron tal reconocimiento. Aunque, la manera en que fue representada, por lo general, en ocasiones terminaba por desdibujar el trabajo político y social de la comandanta. Se representó, con mayor frecuencia, despojada de su agencia.
Cuando hablo de las representaciones fotoperiodísticas carentes de agencia5 me refiero, por un lado, al discurso fotográfico que alude a un cuerpo contenido, normado, vigilado, atenuado, oculto, silenciado; mientras que, en el discurso escrito se minimizan o eliminan los testimonios de las indígenas donde se pueden identificar sus propuestas y demandas de reivindicación política. Por su parte, las representaciones fotoperiodísticas de la agencia de las neozapatistas es aquel que visualmente hablando da cuenta de un cuerpo que resiste, provoca, participa, se revela, actúa frente a las representaciones sociales hegemónicas en torno a las diferencias sociales, cuestiona las funciones estáticas, inmóviles, tradicionalmente asignadas a las mujeres; por su parte, el texto escrito da cuenta de los testimonios y propuestas políticas de las indígenas.
Las fotografías de la comandanta Ramona que son referentes claros de la representaciones visuales carentes de agencia son las publicadas durante las Jornadas por la Paz y la Reconciliación en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, de febrero a marzo de 1994. El material ampliamente difundido daba cuenta de la imagen del cuerpo de la comandanta rodeado por un colectivo de hombres o acompañada por el Subcomandante Marcos. De las 43 imágenes publicadas por los cuatro medios en este momento clave, sólo en dos ocasiones se fotografía a la comandanta de manera individual. En ninguna imagen aparece tomando la palabra en las mesas de negociaciones o en las conferencias de prensa, quienes aparecen cumpliendo esta función son el subcomandante Marcos, Manuel Camacho Solís, Samuel Ruiz, Roberto Salcedo o algún integrante del EZLN; es decir, sí bien está presente en las mesas, su cuerpo aparece estático, pasivo, congelado. Es importante enfatizar que no estoy responsabilizando a las/os fotógrafos por no dar cuenta de una participación que en realidad no se expresó, pues fue muy claro que la presencia de la comandanta respondió más a un criterio mediático, estratégicamente pensado por el EZLN, que a la posibilidad real de participar activamente en el evento.
El cuerpo empequeñecido de Ramona quedó prácticamente oculto entre la inmensidad de los componentes de la imagen (Fotos 2 y 3).
Sin duda, el peso masculino que tuvo la composición de las mesas de negociación ejerció un poder contundente frente a la presencia única femenina. En este sentido, la imagen fotográfica resulta muy reveladora al evidenciar la contundencia de las desigualdades genéricas al interior del EZLN en ese momento, que no sólo eran de carácter cuantitativo con respecto a la presencia de las mujeres en sus filas, también en las posibilidades reales de toma decisión.
La imagen del cuerpo de la comandancia femenina da cuenta de una asistencia silenciada, con poca capacidad de acción. Lo que es innegable es que este momento clave posibilitó la amplia difusión y proyección social de la comandanta Ramona como representante de las mujeres en las filas del EZLN, lo que contribuyó a hacer visible lo que se vislumbraba como poco probable, la presencia de mujeres indígenas en un movimiento armado. Aunque, la manera en que fue representada poco contribuyó a alterar los significados de género de las mujeres que participan en conflictos armados.
La importancia que dio la prensa a la imagen de Ramona no se correspondía con la necesidad de dar a conocer sus testimonios. No es de extrañar, que en el mismo contexto de las jornadas para la paz, fueran periodistas las interesadas en las declaraciones de Ramona y de la mayor Ana María —parte del 30% de mujeres que integraban la estructura clandestina del movimiento, el grupo insurgente—. Matilde Pérez y Laura Castellanos, dos de las cinco periodistas que se acercaron a las neozapatistas, lograron una entrevista memorable titulada “No nos dejen solas” que "Doble Jornada" publicó el 7 de marzo de 1994.
La nota publicada da cuenta de la representación fotoperiodística de la agencia de las neozapatistas. El texto publicado denota la construcción de un discurso propio, pero muy monótono y repetitivo —haciendo alusión a frases empleadas por el subcomandante Marcos— sobre todo de la comandante Ana María quién responde a casi todos los cuestionamientos de las periodistas. Por su parte, las fotografías publicadas dan cuenta de la representación visual de la agencia de Ramona, imágenes de la comandanta en primer plano, sin presencia masculina (Foto 4) y que muestran una cercanía visual antes no lograda a través del género fotográfico del retrato (Foto 5).
En octubre de 1996 el periodismo nuevamente tiene la oportunidad de tener al frente a la comandanta Ramona, pero ahora como protagonista y única representante del EZLN para la realización del Congreso Nacional Indígena (CNI) (Foto 6).
La llegada de la comandanta Ramona a la ciudad de México permitió al fotoperiodismo representar a un sujeto político que participaba, decidía, daba a conocer sus propios planteamientos sin la necesidad de dar lectura a un discurso que no era producto de su propia reflexión. No obstante, habría que señalar que el discurso que Ramona lee en el Centro Médico, el 11 de octubre de 1996, con motivo del Congreso Nacional Indígena, se trata de un material construido desde el discurso neozapatista y no por la comandanta pues era claro que respondía a la estructura discursiva, tan repetitivo que desdibujaba la presencia de las mujeres en el movimiento armado.
La representación de la comandanta Ramona en el fotoperiodismo implicó la alteración de los significados y orden de género en determinados contextos y bajo determinadas formas de representación. Con todo, la comandanta contribuyó a repensar y a redefinir a las mujeres indígenas como sujetos históricos activos y copartícipes de la lucha por el reconocimiento de los derechos políticos, culturales y sociales. Por eso y mucho más, Ramona permanece.

* Profesora-Investigadora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y co-coordinadora del Círculo de Estudios de Género de la UACM.

Notas a pie
1. Para el estudio socio-histórico de la fotografía retomé las contribuciones de Boris Kossoy (2001), Rebeca Monroy  (2003, 2004, 2009) y  John Mraz (1992, 1999, 2006).
2.  Este periodo se caracterizó por la difícil situación que enfrentaron las neozapatistas con respecto a su actuación en el EZLN. Las barreras que limitaron su actuar fueron de muy diversa índole, desde su restringida presencia en espacios de toma de decisión, el poco reconocimiento a sus opiniones y demandas al interior del movimiento, hasta los fuertes señalamientos familiares y sociales por incorporarse a la lucha.
3.  La comandanta muere el 6 de enero del 2006.
4.  Para mayores referencias sobre formas y grados de participación de las mujeres en el EZLN véase Sara Lovera y Nellys Palomo (1999), Rosa Rojas (1995), Guiomar Rovira (1994 y 1997), Inés Castro (1998), Gisela Espinosa (2009) y Sylvia Marcos (2011).
5.  Los aportes de Dorotinsky me permitieron reflexionar sobre la función de la fotografía de prensa en el registro de la agencia de las mujeres. Deborah Dorotinsky (2009). “Mujeres indígenas, participación política y fotografía”, ponencia presentada en el Congreso de la Asociación de Estudios Latinoamericanos, Río de Janeiro, del 11 al 14 de junio.


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