Mujeres indígenas
Samantha
Zaragoza*
Imagen: Mujeres
trabajando por mujeres.
La aparición pública del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN) el primero de enero de 1994 en el estado de Chiapas,
México, permitió al mundo aproximarse a la construcción de una nueva actora
social que contribuyó a la redefinición de lo femenino, me refiero a las
mujeres neozapatistas. Nueva, no por su reciente participación en la historia
como actora social, sino por las características que adquirió al ser
representada.
El impacto
social que generó el movimiento insurgente, aunado, entre muchas otras cosas, a
la presencia de mujeres en sus filas dio como resultado un gran abanico de
representaciones, visuales y escritas en torno a las neozapatistas, que
manifestaban, desde diferentes perspectivas, las tensiones generadas en torno a
la definición de lo femenino en contextos de guerra. Las representaciones
construidas por la prensa escrita en torno a la comandanta Ramona son un claro
ejemplo de esto.
El presente
artículo expone los resultados del análisis de las representaciones, visuales1
y escritas, construidas por el fotoperiodismo de la ciudad de México de enero
de 1994 a octubre de 19962 en torno a la comandanta Ramona en los
diarios La Jornada, poniendo especial énfasis en el
suplemento "Doble Jornada"; El Universal; Excélsior; y, la
revista semanal Proceso.
El análisis
de la representación de la comandanta Ramona permite identificar la manera en
que se fue construyendo, fotoperiodísticamente hablando, uno de los referentes
femeninos más representativos de la lucha neozapatista.
El EZLN puso
en evidencia la situación de olvido y marginación que ha enfrentado
históricamente la población indígena, frente al espejismo que generaba la
apertura y el desarrollo comercial, asimismo logró dar al movimiento y al tema
de los derechos de los pueblos indios una proyección mediática que los situó
como asunto político-social de primer orden en el plano internacional.
El
involucramiento de las mujeres indígenas en el movimiento armado se hizo
mayormente visible, por un lado, gracias a la cobertura de los medios: notas
periodísticas, artículos, reportajes y fotografías que circularon por todo el
mundo desde el mismo día que inició el conflicto; además, de la difusión global
de la información que detonó la red de Internet. Pero también, las discusiones
en la academia, centros de investigación, ONGs, organizaciones feministas y de
mujeres, materiales de divulgación, partidos políticos y las aportaciones de
carácter individual contribuyeron a visibilizar la presencia de las indígenas
en las filas del movimiento, así como a explicar las motivaciones, efectos y
relevancia de su participación.
A través de
estos diversos medios y vías conocimos que la participación de las mujeres en
el movimiento armado fue posible gracias a la intensa y continua lucha que
entablaron y que les permitió desempeñarse: a) en las filas del ejército
asumiendo algún cargo en la estructura militar; b) como insurgentes, trabajando en los cuarteles o en la montaña
desarrollando las actividades propias de contextos de guerra; c) como
milicianas; d) formando parte
del Comité Clandestino Revolucionario Indígena (CCRI), integrado por las
personas de las diferentes comunidades o regiones con mayor autoridad moral y
tiene como función prioritaria fungir como portavoz del sentir general de sus
comunidades, y hacer llegar sus disposiciones a la estructura insurgente y del
cual formaba parte la comandanta Ramona;3 e) en las bases de apoyo; o, f) participando en los talleres de
sastrería y armería.4
Sin embargo, es importante precisar que la producción fotoperiodística
que consideró a las neozapatistas como sujetos a publicar, varió en razón de la
función que de-sempeñaron dentro de la estructura organizativa del EZLN.
Ramona,
Trinidad, Andrea y Susana, integrantes de la Comandancia General-CCRI, fueron
las más difundidas por el fotoperiodismo, con las debidas consideraciones
frente a la mayor proyección mediática que se dio a Ramona. Mas, la forma en
que fueron representadas permite identificar cómo la construcción del género a
través del fotoperiodismo no es lineal, ni estática, ni sigue los mismos
parámetros para todas las neozapatistas, se construye en estrecha relación con
el contexto socio-político-militar, pero también responde a la necesidad de los
medios de construir un referente, fundamentalmente visual, mediáticamente muy
atractivo para el público lector. En este sentido, la comandanta tzotzil Ramona
es el referente obligado para el análisis de la representación de las
neozapatistas en el fotoperiodismo mexicano. Integrante de la dirección
política del EZLN y socialmente reconocida como representante de la
participación de las mujeres indígenas en el interior del movimiento.
La primera
imagen que se tiene de la comandanta Ramona fue a través de la entrevista que
Blanche Petrich y Elio Henríquez realizaron el 3 de febrero de 1994 a las/os
comandantas/es indígenas Ramona, David, Felipe, Javier, Issac y Moisés sobre
las razones del alzamiento. Se trató de la primera entrevista concedida por
las/os integrantes del Comité Clandestino Revolucionario Indígena (CCRI) a un
medio periodístico y se publicó en tres entregas, los días 4, 6 y 7 de febrero.
De esa entrevista se desprendió la primera imagen que se publica de Ramona bajo
la autoría de Antonio Turok (Foto 1), que en ese momento colaboraba para la
agencia de fotografía Imagenlatina, pero que
logró formar parte del grupo de comunicadoras/es que establecieron este primer
contacto con el grupo insurgente junto con Petrich y Henríquez de La Jornada, y Epigmenio Ibarra y Philippe de
Saint de Argos T.V.
La comandanta aparece al lado de Blanche Petrich, parecen charlar, sin
embargo, es importante resaltar que a la comandanta se le dificultaba hablar el
español, lo que posiblemente fue un obstáculo para su participación oral en la
entrevista. La comandanta aparece con el rostro cubierto con un paliacate y no
con el pasamontañas que la caracterizó. Se trata, además, de la primera y única
imagen que publica la prensa de Ramona portando un arma de fuego. La efímera
representación de Ramona con paliacate no le permitió permanecer en la memoria
colectiva, incluso me atrevería a decir que difícilmente sería identificada. Es
una imagen que visualmente no se liga con los significados que identificaron
posteriormente a la comandanta y que se convirtieron en un ícono.
Esta nota
marcó una variante en las notas fotoperiodísticas que se publicaron durante los
dos primeros años del conflicto armado: la presencia visual de la comandanta,
frente al débil o nulo reconocimiento, en el discurso escrito, de su
participación en el movimiento. Si bien se enuncia a Ramona o a la comandanta/e
en los títulos y/o pies de foto, generalmente las notas periodísticas omiten su
presencia, participación o funciones en el EZLN. La publicación sólo difunde
los testimonios de los comandantes Javier, Isaac, Moisés y el Subcomandante
Marcos. Para la fecha en que se realiza esta entrevista con los integrantes del
CCRI-EZLN ya se había difundido la existencia de la Ley Revolucionaria de
Mujeres, así también se tenían referentes de la presencia de mujeres en el
EZLN, sin embargo, el tema de las mujeres no fue considerado lo suficientemente
relevante como para ser considerado por La
Jornada, en ese
momento. En la versión estenográfica de la entrevista, la comandanta Ramona
plantea algunas reflexiones sobre la situación de opresión y desigualdad en que
viven las mujeres indígenas, las cuales no fueron publicadas.
Por el contrario, la imagen de Ramona con pasamontañas permanece. Mujer
de cuerpo pequeño, que calzaba en todo momento sandalias o huaraches, con
vestimenta de la etnia tzotzil, llevando un paliacate anudado al cuello y que
gustaba portar un reloj negro en su mano izquierda. El cuerpo de la comandanta
Ramona se plagó de significados: cuerpo de mujer frente a la contundencia de la
presencia masculina; cuerpo indígena experimentado que resistía; cuerpo pequeño
que, sin embargo, proyectaba fuerza, persistencia; cuerpo al que se le
expresaba respeto y reconocimiento; cuerpo que provenía de las regiones más
pobres del país, pero que luchaba dignamente; cuerpo que impuso una imagen y,
de tan persistente que era, se volvió inconfundible; cuerpo que también
reproducía determinados estereotipos sociales construidos en torno al género.
La imagen de Ramona con pasamontañas es un claro ejemplo de cómo, a través del
cuerpo, se esculpen códigos que le otorgan identidad y lo hacen único,
intransferible.
Pero, no sólo fueron estos elementos y la función que cumplió el
fotoperiodismo los que hicieron de Ramona un referente icónico de la lucha de
las mujeres neozapatistas, sino fundamentalmente su trabajo, lucha, resistencia
y participación política y social le confirieron tal reconocimiento. Aunque, la
manera en que fue representada, por lo general, en ocasiones terminaba por
desdibujar el trabajo político y social de la comandanta. Se representó, con
mayor frecuencia, despojada de su agencia.
Cuando hablo
de las representaciones fotoperiodísticas carentes de agencia5 me refiero, por un lado, al discurso fotográfico que alude a un
cuerpo contenido, normado, vigilado, atenuado, oculto, silenciado; mientras
que, en el discurso escrito se minimizan o eliminan los testimonios de las
indígenas donde se pueden identificar sus propuestas y demandas de
reivindicación política. Por su parte, las representaciones fotoperiodísticas
de la agencia de las neozapatistas es aquel que visualmente hablando da cuenta
de un cuerpo que resiste, provoca, participa, se revela, actúa frente a las
representaciones sociales hegemónicas en torno a las diferencias sociales,
cuestiona las funciones estáticas, inmóviles, tradicionalmente asignadas a las
mujeres; por su parte, el texto escrito da cuenta de los testimonios y
propuestas políticas de las indígenas.
Las fotografías de la comandanta Ramona que son referentes claros de la
representaciones visuales carentes de agencia son las publicadas durante las
Jornadas por la Paz y la Reconciliación en San Cristóbal de las Casas, Chiapas,
de febrero a marzo de 1994. El material ampliamente difundido daba cuenta de la
imagen del cuerpo de la comandanta rodeado por un colectivo de hombres o
acompañada por el Subcomandante Marcos. De las 43 imágenes publicadas por los
cuatro medios en este momento clave, sólo en dos ocasiones se fotografía a la
comandanta de manera individual. En ninguna imagen aparece tomando la palabra
en las mesas de negociaciones o en las conferencias de prensa, quienes aparecen
cumpliendo esta función son el subcomandante Marcos, Manuel Camacho Solís,
Samuel Ruiz, Roberto Salcedo o algún integrante del EZLN; es decir, sí bien
está presente en las mesas, su cuerpo aparece estático, pasivo, congelado. Es
importante enfatizar que no estoy responsabilizando a las/os fotógrafos por no
dar cuenta de una participación que en realidad no se expresó, pues fue muy
claro que la presencia de la comandanta respondió más a un criterio mediático,
estratégicamente pensado por el EZLN, que a la posibilidad real de participar
activamente en el evento.
El cuerpo
empequeñecido de Ramona quedó prácticamente oculto entre la inmensidad de los
componentes de la imagen (Fotos 2 y 3).
Sin duda, el peso masculino que tuvo la composición de las mesas de negociación
ejerció un poder contundente frente a la presencia única femenina. En este
sentido, la imagen fotográfica resulta muy reveladora al evidenciar la
contundencia de las desigualdades genéricas al interior del EZLN en ese
momento, que no sólo eran de carácter cuantitativo con respecto a la presencia
de las mujeres en sus filas, también en las posibilidades reales de toma
decisión.
La imagen
del cuerpo de la comandancia femenina da cuenta de una asistencia silenciada,
con poca capacidad de acción. Lo que es innegable es que este momento clave
posibilitó la amplia difusión y proyección social de la comandanta Ramona como
representante de las mujeres en las filas del EZLN, lo que contribuyó a hacer
visible lo que se vislumbraba como poco probable, la presencia de mujeres
indígenas en un movimiento armado. Aunque, la manera en que fue representada
poco contribuyó a alterar los significados de género de las mujeres que
participan en conflictos armados.
La
importancia que dio la prensa a la imagen de Ramona no se correspondía con la
necesidad de dar a conocer sus testimonios. No es de extrañar, que en el mismo
contexto de las jornadas para la paz, fueran periodistas las interesadas en las
declaraciones de Ramona y de la mayor Ana María —parte del 30% de mujeres que
integraban la estructura clandestina del movimiento, el grupo insurgente—.
Matilde Pérez y Laura Castellanos, dos de las cinco periodistas que se
acercaron a las neozapatistas, lograron una entrevista memorable titulada “No
nos dejen solas” que "Doble Jornada" publicó el
7 de marzo de 1994.
La nota publicada da cuenta de la representación fotoperiodística de la
agencia de las neozapatistas. El texto publicado denota la construcción de un
discurso propio, pero muy monótono y repetitivo —haciendo alusión a frases
empleadas por el subcomandante Marcos— sobre todo de la comandante Ana María
quién responde a casi todos los cuestionamientos de las periodistas. Por su
parte, las fotografías publicadas dan cuenta de la representación visual de la
agencia de Ramona, imágenes de la comandanta en primer plano, sin presencia
masculina (Foto 4) y que muestran una cercanía visual antes no lograda a través
del género fotográfico del retrato (Foto 5).
En octubre
de 1996 el periodismo nuevamente tiene la oportunidad de tener al frente a la
comandanta Ramona, pero ahora como protagonista y única representante del EZLN
para la realización del Congreso Nacional Indígena (CNI) (Foto 6).
La llegada
de la comandanta Ramona a la ciudad de México permitió al fotoperiodismo representar
a un sujeto político que participaba, decidía, daba a conocer sus propios
planteamientos sin la necesidad de dar lectura a un discurso que no era
producto de su propia reflexión. No obstante, habría que señalar que el
discurso que Ramona lee en el Centro Médico, el 11 de octubre de 1996, con
motivo del Congreso Nacional Indígena, se trata de un material construido desde
el discurso neozapatista y no por la comandanta pues era claro que respondía a
la estructura discursiva, tan repetitivo que desdibujaba la presencia de las
mujeres en el movimiento armado.
La
representación de la comandanta Ramona en el fotoperiodismo implicó la
alteración de los significados y orden de género en determinados contextos y
bajo determinadas formas de representación. Con todo, la comandanta contribuyó
a repensar y a redefinir a las mujeres indígenas como sujetos históricos
activos y copartícipes de la lucha por el reconocimiento de los derechos
políticos, culturales y sociales. Por eso y mucho más, Ramona permanece.
* Profesora-Investigadora
de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y co-coordinadora del Círculo
de Estudios de Género de la UACM.
Notas a pie
1. Para el estudio
socio-histórico de la fotografía retomé las contribuciones de Boris Kossoy
(2001), Rebeca Monroy (2003, 2004, 2009)
y John Mraz (1992, 1999, 2006).
2. Este periodo se caracterizó
por la difícil situación que enfrentaron las neozapatistas con respecto a su
actuación en el EZLN. Las barreras que limitaron su actuar fueron de muy
diversa índole, desde su restringida presencia en espacios de toma de decisión,
el poco reconocimiento a sus opiniones y demandas al interior del movimiento,
hasta los fuertes señalamientos familiares y sociales por incorporarse a la
lucha.
3. La comandanta muere el 6 de enero del 2006.
4. Para mayores referencias sobre formas y grados
de participación de las mujeres en el EZLN véase Sara Lovera y Nellys Palomo
(1999), Rosa Rojas (1995), Guiomar Rovira (1994 y 1997), Inés Castro (1998),
Gisela Espinosa (2009) y Sylvia Marcos (2011).
5. Los aportes de Dorotinsky
me permitieron reflexionar sobre la función de la fotografía de prensa en el
registro de la agencia de las mujeres. Deborah Dorotinsky (2009). “Mujeres
indígenas, participación política y fotografía”, ponencia presentada en el
Congreso de la Asociación de Estudios Latinoamericanos, Río de Janeiro, del 11
al 14 de junio.
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