miércoles, 13 de noviembre de 2013

De la hoguera al feminicidio. Dispositivos de control, Violencia y exterminio.



Feminicidio y violencia

Ruth Betancourt Vargas*


A la memoria de las mujeres muertas en la hoguera.
A la memoria de las muertas de Juárez.
A la memoria de todas las mujeres víctimas de feminicidio.


Las formas de la modernidad cancelan las posibilidades de la creación y de la sublimación de lo erótico, de la sexualidad, de la feminidad. El cuerpo de las mujeres deja de ser para el otro cuerpo que alimenta, que da vida, que transforma, que produce, que crea. Se transforma en objeto que cae, en un apéndice de la maquinaria.
El capitalismo ensaya sus “nuevas formas” de feminizar la explotación salvaje al abrir sus fronteras a la industria de la maquila, la crisis obliga al cierre de estas fuentes de trabajo y las mujeres lanzadas al desempleo, en lo indómito de la frontera, su única forma de sobrevivencia es el mercado de la prostitución y del comercio de drogas. Este fenómeno se va extendiendo por todo nuestro país, por todo el continente, por todo el mundo, sobre todo en los países pobres, donde un gran número de mujeres también se ven obligadas a buscar trabajo fuera de su hogar, de su familia, de su país, en las fronteras de los países ricos.
Pero, ¿de dónde proceden estas mujeres que vivieron en las fronteras del mundo, en la exterioridad de lo familiar, qué les hizo romper el lazo con lo social y les llevó a ser parte del ensayo del inicio de un nuevo dispositivo de dominación, de control, de imposición, de violencia, de muerte y de exterminio?
El problema del feminicidio, propongo, en este escrito, lo abordemos desde dos aristas: desde lo histórico social y desde el ámbito de lo familiar y subjetivo.
En primera instancia, considero que el acontecimiento del feminicidio es un dispositivo de exterminio, de intimidación, que atenta a la genealogía de las mujeres que pertenecen a una determinada condición social. El dispositivo del feminicidio tiene parangón con aquel mecanismo de exterminio que llevó a la hoguera, a las salas de tortura y a los audios de fe, a cientos de miles de mujeres durante la época medieval y aquí, en América, durante la colonización.
Las mujeres fueron acusadas de herejía, de estar en pacto con el diablo, de magas, de hechiceras y brujas. La violencia que se ejerció contra éstas en la quema de brujas, en las persecuciones, en la tortura, tenía como finalidad la imposición de un nefando mecanismo de control jurídico y judicial para la extracción de la verdad, este instrumento fue el de la inquisitio, de la enquête, dispositivo que consistía en un simple método de pregunta y respuesta, y que durante sus inicios se auxilió de otros dispositivos como el de la tortura, la persecución o la hoguera, para lograr imponerse y, finalmente, quedar instituido como el método jurídico y judicial por excelencia para la conquista y la enunciación de la verdad en torno a un delito y a un acusado.
En estos momentos en que el sistema actual, el capitalista, se encuentra sumido en una profunda crisis económica; en las instituciones esta crisis también tiene sus efectos, devela el agotamiento, lo ineficaz y lo disfuncional de éstas. De la misma forma se ve disminuido el sistema jurídico y judicial, los cuales están siendo desbordados, por lo que considero que estamos asistiendo a la emergencia de un “nuevo” mecanismo de control, quizá más terrible que la misma inquisición, es más el feminicidio advierte el ingreso de un “nuevo” y nefasto mecanismo, que ya anuncia las características de sus métodos y estrategias. Y que en algún momento, todos y todas estaremos en condiciones y condicionadas a reproducir. Esto, si seguimos la lógica y leemos las lecciones de la historia.
La inquisitio es un mecanismo de control que se impuso a partir del fuego y de la muerte, finalmente éste triunfó, se impuso de tal manera que hoy día no es utilizado sólo en los procesos jurídicos para alienarle al otro su verdad, sino que de él se vale la mayoría de las averiguaciones, ciencias, investigaciones, etcétera. Más aún, lo utilizamos todas y cada una de nosotras en el curso de nuestra cotidianidad, cada día, contra el otro, o sencillamente como hábito. Todo “investigamos”, todo preguntamos, de todo extraemos una respuesta, una verdad. ¿Qué hiciste, dónde estás, con quién estás, qué piensas, por qué no actúas? Y más aún, nuestros sentidos están condicionados al servicio de esta técnica, de la inquisitio, de la enquête. Nuestra mirada… buscando siempre extraer la verdad del otro, para diagnosticarlo, vigilarlo, controlarlo y, finalmente, excluirlo.
De hecho existen disciplinas que nos preparan, que nos condicionan para ello, nos “brindan estrategias” para interpretar las señales del cuerpo, de las miradas, de los silencios, nos preparan para que incluso, sin que el otro hable, emitamos una conclusión de su conducta, un juicio, un dictamen, un diagnóstico y siempre una condena.
El método de la inquisitio, de la enquête es un método de control, que comenzó a utilizarse en el siglo VI-VII, que rebasó el ámbito de lo jurídico y judicial y de lo económico, y que se instaló en nuestra subjetividad, garantizando así su reproducción hasta nuestros días, sin más necesidad del fuego y de la muerte. Otra estrategia que empleó la inquisición para la fortuna de sus juicios, fue el método de la denuncia, la inquisición emitía un edicto para que se denunciaran las faltas a la fe y ésta era observada, siempre había quién se presentaba a denunciar al otro ante el tribunal de la santa fe, sobre todo, fueron los familiares y amigos quienes acudían ante el tribunal inquisitorial así, de manera cercana y familiar se consolidó la inquisición.
Desaparecida una vez que ya no fue más necesaria, el método inquisitorial quedó legitimado por el sistema jurídico y judicial, el cual sigue vigente. Sin embargo, este sistema tampoco escapa a la crisis de civilización a la que estamos asistiendo, por la corrupción, la ineficiencia, la intervención del crimen organizado, etcétera. Quizá el feminicidio sea un mecanismo no sólo para reactivar el sistema jurídico y judicial, seguramente terminará endureciéndose cada vez, y generando un nuevo tipo de subjetividad, también, más sometida a este sistema jurídico, judicial y social, a este sistema de control, de dominio y de exterminio.
Otro aspecto interesante es el de la territorialidad en la que se están cometiendo los feminicidios. Si comparamos este aspecto con los lugares dónde se instalaron los Tribunales de la inquisición, fueron sobre todo en los estados y pueblos que más fascinaron a la Corona, a la Iglesia, a los conquistadores, a las expediciones. Ellos, quienes anhelaban una España poderosa, y que llegaban tarde a la acumulación originaria de capital en Europa, recuperaron con América este momento histórico del desarrollo del capitalismo a nivel mundial, a través de la explotación de los indios y negros y del saqueo de la riqueza de las minas, entonces, ¿dónde creen que se instalaron los tribunales de la santa fe, de la santa iglesia, de la santa inquisición? En los pueblos de Minas: Zacatecas, Durango, Taxco, Guerrero, Estado de México, Pachuca, Durango y Guanajuato, principalmente. Es curioso que en estos estados, hubiera brujas, magas, hechiceras, adivinas, adúlteras, mentirosas, renegadas de la fe, judaizantes, etcétera, según el Catálogo de la Santa Inquisición. Y así, conforme se descubría la riqueza de nuestro territorio, ahí se instalaban misiones y tribunales de la Santa fe, para someternos al cristianismo y la cristiana explotación.
Habría de analizar qué sucede en nuestro territorio que cada vez son más los estados en los cuales se está propagando la ola de violencia y feminicidio.



Las desgarraduras del amor

Más que besarla, más que acostarnos juntos;
Más que ninguna otra cosa, ella me daba la
Mano, y eso era amor.
Mario Benedetti

El amor es dar lo que no se tiene a quien no lo quiere.
Jacques Lacan
Viñeta
Zulema Hernández, fue localizada el 17 de diciembre del 2008 en la cajuela de un auto Bora azul en el Estado de México. Una nota periodística señala que “(...) la mujer presenta marcadas la letra 'Z' en distintas partes del cuerpo“. Las letras fueron marcadas con objetos punzo cortantes, así como con pintura de color negro en los glúteos, espalda, ambos senos y abdomen”.
El gran amor de Zulema, fue el mismo amor que la llevó a su muerte. Zulema no conoció a su padre y la relación con su madre estuvo inscrita en actos de violencia desde antes que ella naciera, según lo que le contó su madre.

Del amor cortés a los cortes del amor
El amor romántico es una invención que surge en los intersticios del medievo y la modernidad, tiene su más próximo antecedente en el amor cortés.
En éste, los amantes están imposibilitados del contacto físico y de una relación corporal, sólo entran en relación a través del lenguaje, entre ellos se ha construido una vigilancia y un control extremo en términos culturales, físicos y técnicos. Ante esta imposibilidad, la conquista amorosa se realizaba únicamente a través de la palabra, del lenguaje, de la música y de la poesía, la inspiración del amor cortés inventa una erótica que se fundamenta en la idealización de la dama, quien a través del juego y del imaginario, conduce al trovador hacia la sublimación y la creación. Así, el amor cortés resuelve los grandes misterios de la sexualidad, del amor, de la vida, de la creación; de todo lo que puede convocar el enigma del ser la mujer y que es resuelto a través de esta forma, que es el amor cortés.
¿Y el amor en Occidente cómo se teje, cómo se construye?, ¿cómo amamos en estos tiempos?, ya no de enfermedades, de epidemias, de cólera, de indiferencia, sino de miedo, de terror, de violencia, de exterminio, de muerte?
El profundo mecanismo de construcción de una subjetividad individualista, ensimismada, temerosa e impotente para alcanzar las metas sociales de prestigio, de reconocimiento, de ascensión, de estatus social, inevitablemente llevaría a la violencia extrema entre unos y otros.
La clínica psicoanalítica orientada a niñas, mujeres y adolescentes rescatadas de secuestradores, proxenetas o traficantes, impacta por las historias de amor y de dolor (muy similares a las de Zulema), la mayoría provienen de familias enraizadas en discursos de violencia y desamor, donde las funciones y el orden en la familia están no sólo desdibujados, sino denigrados, agraviados, deshonrados, devaluados o carentes y vacíos de las figuras y referentes que ordenan y estabilizan la subjetividad, y que conceden un lugar en el mundo de lo simbólico y de lazo social con la cultura.
 Quienes deciden esta ruta infame de existencia, lo hacen reproduciendo u ”obedeciendo” un discurso familiar que proviene del padre o de la madre; no vislumbran en su nueva actividad un delito o un peligro, a veces es una forma de asegurar, piensan ellas, una “mejor” vida para sus hijos, o para que sus padres se sientan orgullosos de ellas. Lo más enigmático, inexplicable, ininteligible, confuso, difuso, ominoso, es explicar el vínculo que se construye entre (no quiero hablar de víctima y victimario) el hombre que las somete a quedar atrapadas en los discursos y en los dispositivos de la prostitución, de la trata de mujeres, del crimen organizado, del tráfico de estupefacientes, y que terminan siendo objeto de un acto violento: el feminicidio.
La mayoría de estas mujeres establecieron algún vínculo amoroso con el agresor, y si aceptamos que toda relación implica una demanda de amor, en este caso, la demanda es fallida, parece que estas mujeres están imposibilitadas de sostener una demanda de amor “adecuada” que las lleva a malinterpretar el maltrato y/o los celos como signos pasionales o de interés. Es como la reedición de lo que se llamó el síndrome de Estocolmo. Esta demanda de amor fallida parece que hace síntoma en estas mujeres y el síntoma es signo de que algo ha quedado atrapado en el cuerpo y en alma, generando un malestar físico y emocional, este síntoma, por supuesto, no puede ser aliviado por procesos o trámites jurídicos, por ello es necesario explicar, pero desde otro lugar, esta situación en la que muchas mujeres están atrapadas.
Habría que considerar como trascendente que la ruptura entre lo público y lo privado se está desvaneciendo, lo privado se desdibuja, lo que lo constituye está cayendo cada vez más en el ámbito de lo público: el control de la natalidad, el control del cuerpo, el ejercicio de la sexualidad, las definiciones sexuales, el divorcio, la educación… todo el ámbito de lo privado, es decir, la estructura de la familia se modificó, las relaciones de pareja, los vínculos afectivos: las funciones fundantes de la subjetividad, las funciones parentales, por lo cual, participamos de una crisis en estas funciones, provocadas por el mismo sistema.
La figura paterna ya no se sostiene en el ideal, ni tampoco posibilita el vínculo con lo social, sino que se presenta, en el caso de la referencia al padre, como un padre perverso y autoritario, o bien ausente y débil, y esta declinación de la figura paterna, de la función que garantizaba el orden, la transmisión de valores, de estabilidad económica, etc., tiene sus consecuencias.
Sucede de igual forma en el ámbito del espacio de lo público, de los ideales, a partir de los cuales también se constituye la subjetividad. Las figuras patriarcales están en total decadencia, el padre en la lógica del perverso que se apropia del derecho a poseer a todas las mujeres, incluyendo a las hijas, como el gran padre de la horda primitiva, que al crecer los hijos los expulsaba de la horda, para él quedarse con todas las mujeres. El padre se atribuye el derecho no sólo de agredirlas físicamente, sino de violarlas e incluso matarlas, y lo mismo puede hacer el novio, el esposo, el maestro, el jefe, o cualquier “autoridad” patriarcal, desde el padre de familia, pasando por el padre de la iglesia, hasta el mismo presidente.
Esta declinación de las figuras patriarcales tiene además otras consecuencias. Desde el psicoanálisis el padre es el referente, el garante de la ley, de la transmisión del orden de lo simbólico, del lenguaje, de la cultura. Su imposibilidad de sostenerse en este lugar, ha generado el debilitamiento o la ausencia de estos mecanismos, del lenguaje, que es lo que nos permite constituirnos en sujetos, y éste está cada vez más ausente de nuestra práctica, cada vez más recurrimos a señales, a símbolos; pensemos en los mecanismo de comunicación en internet, o los ademanes o señas del #132, o el tipo de propaganda utilizado por los medios de comunicación, más invadidos por imágenes que por el lenguaje, y aquí quiero referirme también a ese emblema de “No más sangre”, esto, en términos del psicoanálisis, se llama denegación, si le quitamos el No, se lee “más sangre”, porque el ICC niega la negación, es decir, terminas utilizando signos, símbolos, emblemas que resultan equívocos.
Esta ausencia del orden de lo simbólico, del lenguaje, lleva a expresar sobre otro lugar, sobre otro territorio, lo que no puede ser nombrado con la palabra. Sobre el cuerpo inscribimos aquello que no podemos poner en palabra, porque el lenguaje ya no nos es concedido, desde que nuestro cuerpo ha sido marcado con la ausencia, con la violencia.
Históricamente el cuerpo siempre ha sido marcado, por ejemplo, en las sociedades tribales el tatuaje y las incisiones eran símbolo de estatus social, o bien, el cuerpo representaba un espacio sociosimbólico en el cual se inscribían historias, leyendas, mitos, recuerdos y deseos.
En la época actual, las heridas y los tatuajes se inscriben en el cuerpo como marcas, como heridas en la carne, que remiten a una ausencia, que nos proporcionan una referencia, una pregunta sin respuesta, un enigma sin solución. Como los cortes infringidos en el cuerpo de Zulema, que evidentemente reflejan una violencia extrema no sólo contra Zulema sino contra todo el ser de la feminidad, que parece rodear la pregunta que desde todos los tiempos no ha podido ser descifrada, ¿qué es una mujer? Interrogante que ya no se realiza en el análisis, en la literatura, en la pintura, en la poesía, sino en lo real del cuerpo, a la mujer se le interroga aniquilándola, destazándola.

* Feminista, filosofa, integrante del colectivo de Feministas Socialistas. Ponencia presentada en el Foro sobre Feminicidio convocado por la agrupación de Feministas Socialistas.

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