por Irma Saucedo González para Cuadernos Feministas
¿Quién era Alí?
Alí Dessiré Cuevas Castrejón era estudiante de Letras Clásicas de la UNAM, poeta, feminista que formaba parte de una colectiva y estaba comprometida con todas las causas por un mundo más justo. Nació el 19 de septiembre de 1985, estaba por titularse y contaba en su haber con varios poemas publicados. Acababa de cumplir 24 años la mañana del 20 de septiembre pasado cuando Osvaldo Morgan Colón, el hombre que supuestamente la amaba y quien fuera su novio durante casi un año, le asestó 25 puñaladas y luego intentó suicidarse. Los testigos presenciales, quienes estaban aún en casa del asesino después de la fiesta de cumpleaños, llamaron a la ambulancia primero y a la policía después.
La indignación y la rabia
Cuando me enterédel asesinato de Alí, en una red electrónica que mantienen mis colegas y amigas Norma Mogrovejo y Francesca Gargallo para el seminario sobre el Sujeto Feminista de la UACM, sentí una oleada de indignación y rabia. Hacía relativamente poco tiempo me había enterado del asesinato de una ex compañera de escuela de mi hijo de 19 años: a ella la había matado, a golpes, el hombre que la pretendía, y seguro, decía amarla.
La indignación y la rabia son emociones que no debemos de hacer a un lado las mujeres, por tanto tiempo “entrenadas” para guardar silencio ante la violencia machista que enfrentamos día a día. Sobre todo en los tiempos que corren donde toda noticia se olvida al siguiente día, con la misma rapidez con la que cae la esperanza de una ciudadanía inmovilizada por el horror de la debacle política mexicana.
Debemos de mantener la información directa y el apoyo concreto a las mujeres tanto como los discursos de debate político para que no se olviden de que en México una de cada dos mujeres (amiga, hermana, vecina, madre o novia) ha sufrido algún tipo de violencia por parte de su pareja erótica- afectiva.
Quizádebemos recordar una vez más que la vida social humana, en todas las formas que conocemos, no está inmune a la violencia: el uso agresivo de la fuerza física de individuos o grupos contra otros. La noción de otro, muestra que la diferencia es constitutiva de la vida social y fuente permanente de tensión y conflicto. Esta tensión y conflicto puede incrementarse por la cercanía espacial y afectiva existente entre los sujetos, por lo que las relaciones erótico-afectivas representan un caso particular del fenómeno de tensión y conflicto en las relaciones humanas.
La violencia no estáfuera de nuestras vidas. No estáallá, en otro lugar. Se puede presentar en nuestra cotidianeidad cada vez que entablamos una relación erótico-afectiva porque muchos hombres todavía creen tener derecho a controlar los pensamientos, acciones y movimientos de las mujeres que dicen amar. La violencia contra las mujeres en tanto hecho no difiere mucho de la violencia social, puesto que la acción violenta se realiza simple y llanamente porque se tiene el poder subjetivo y real de llevarla a cabo.
Algunos datos
Las encuestas realizadas sobre la dinámica de los hogares (ENDIREH 2003 y ENDIREH 2006), la realizada en al ámbito de salud (ENVIM 2006), y, más recientemente, la realizada para mujeres indígenas (ENSADEMI 2008)1 muestran que la violencia es un grave problema para las mujeres mexicanas sin importar nivel socioeconómico, edad, religión o etnia.
La última Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH, 2006) reporta que una de cada dos (46.7%) de las mujeres de 15 años y más declararon haber sufrido algún incidente de violencia de parte de su pareja afectiva a lo largo de su última relación.
Las mujeres que declararon algún tipo de violencia en su relación de pareja identificaron una variedad importante de tipos de actos violentos: 84.3 % declaró haber recibido agresiones emocionales; 60.7% recibió algún tipo de agresión para controlar sus ingresos; 44.6% sufrió algún tipo de violencia física, y 18.1% declaró que había sufrido diversas formas de intimidación o dominación para tener relaciones sexuales sin su consentimiento.
Sin embargo, sabemos poco sobre los homicidios cometidos en contra de las mujeres en diversos estados del país. Hasta hoy, 2009, existe muy poca o nula confianza sobre la forma en que se registran estos datos ya que en muchas ocasiones no se cuenta con informes desglosados por sexo en las Procuradurías Estatales y locales.
El caso más emblemático es el de Ciudad Juárez, para el cual hasta la fecha no existen cifras confiables. Esto fue detectado desde el 2003 por Aministía Internacional, quienes reconocieron en el 2003 para Ciudad Juárez y Chihuahua, más de 370 mujeres asesinadas, de las cuales al menos 137 presentaron violencia sexual. Aunado a esta cifra, hay más de 70 jóvenes desaparecidas de acuerdo a las autoridades, cifra que podría superar las 400 según organizaciones no gubernamentales.2
El estudio realizado por el Observatorio Ciudadano, creador de una base de datos con información de trece estados de la República Mexicana, identificó un total de 1 014 homicidios dolosos de mujeres en los trece estados de estudio, en el periodo que comprende del 1 enero de 2007 al 31 de Julio de 2008. Como muestra el informe, la información de este tipo de delitos es poca, inconsistente y dispersa.3
Un artículo reciente sobre los asesinatos de mujeres en el Estado de México indica que a unos días de que termine el presente año, el número de homicidios dolosos contra mujeres en esa entidad es equiparable a los 161 registrados en 2008, ya que hasta el momento van 156 casos.4 La Fiscal….admitió que de dichos ilícitos sólo en 38% de los casos se cuenta con una averiguación previa determinada. Es decir, que la Procuraduría estatal logró detener y presentar ante un juez al presunto responsable del ilícito.
Sabemos poco o nada sobre los asesinatos de mujeres en la mayoría de los estados de la República y para el Distrito Federal.
Un poco de historia
Hace aproximadamente 25 años empecé a debatir el tema de la violencia contra las mujeres dentro del heterogéneo movimiento feminista mexicano que, en esa etapa, trabajaba arduamente para llegar a todos los sectores de la sociedad mexicana en un intento por “sensibilizar” a la población sobre la condición de subordinación, maltrato y violencia experimentado por las mujeres. Se organizaban talleres con mujeres en el movimiento urbano popular, grupos de reflexión, seminarios de debate, redes, organizaciones no gubernamentales de mujeres, etc.
En todo este proceso, y en el periodo anterior de activismo que marcó la emergencia del llamado neofeminismo mexicano, participaron mujeres jóvenes y universitarias que estaban convencidas de la necesidad de transformar a la sociedad mexicana para que se respetara a las mujeres en todos los ámbitos de la vida.
Sin embargo, y pese a los avances logrados en cuanto a la participación política de las mujeres, su incursión en el trabajo y la universidad, así como en puestos de representación política; el fenómeno de la violencia contra las mujeres no sólo no ha disminuido, sino que se ha transformado para manifestarse de la manera más cruel debido a la impunidad rampante en Ciudad Juárez, el Estado de México o el Distrito Federal.
Debido a la falta de espacio no contemplaré todas las aristas que deberían ser analizadas en este tema. Sólo mencionaré las que a mi parecer son fundamentales para volver a recordarles a las jóvenes mexicanas que ninguna mujer está a salvo y que es fundamental retomar los seminarios, grupos de reflexión, denuncias, debates y escritos sobre la violencia contra las mujeres.
I La impunidad
La impunidad con la cual los hombres siguen violentando a las mujeres que son cercanas a ellos es uno de los temas que debemos abordar en el país y en la ciudad de México. Aún cuando en el Distrito Federal ha gobernado un partido que se identifica como de izquierda, los programas de atención a las mujeres que denuncian algún tipo de violencia siguen siendo la última prioridad de los gobiernos de la ciudad y los delegacionales.
Estos programas son los que cuentan con menos recursos y en muchos casos sus direcciones son premios dados a mujeres partidistas, sin tomar en cuenta su conocimiento o experiencia en el tema. Así encontramos grandes deficiencias, poca o ninguna supervisión y evaluación de los programas; y una cerrazón permanente al diálogo con los espacios de debate feminista y activista. Desafortunadamente esta actitud de las y los políticos nos recuerdan las actitudes del PRI.
Hace falta una verdadera vigilancia ciudadana de los servicios y constante demanda de alto a la impunidad.
II El silencio: No creas tener derechos.
El silencio con el cual las jóvenes mexicanas guardan el maltrato de los hombres que les rodean no es diferente al que ocurría hace 25 años. Siguen teniendo miedo y, a veces, vergüenza de contárselo a las personas cercanas a ella por temor a ser criticadas o a “perder” al hombre que creen amar.
Ahora muchas jóvenes creen que los derechos obtenidos en los últimos 25 años por las mujeres serán una protección contra la violencia. Empecemos a recordarles que lo único que les puede proteger es su acción clara, decidida y contundente para alejar de sus vidas a los hombres que las celan, menosprecian, dictan su forma de vestir y las cercan impidiéndoles mantener contacto con su familia, amigos y amigas cercanas.
Repitamos un y otra vez los indicadores de riesgo en una relación erótico- afectiva pero, sobre todo, abramos la Universidad Nacional Autónoma de México, secundarias y preparatorias, a seminarios permanentes de prevención de la violencia en el noviazgo. Sólo así podremos llegar a las jóvenes mexicanas que creyeron tener derechos.
III Mantener la indignación en alto
La llamada guerra contra el narcotráfico ha saturado los ámbitos de debate público y los medios de comunicación en nuestro país fomentando la desesperanza e inmovilización ciudadana y la minimización de los actos violentos cometidos contra las mujeres.
La indignación ante la violencia y la injusticia es un elemento fundamental para promover acciones de cambio social porque lo que garantiza la reproducción inter-generacional de la violencia contra las mujeres son, entre otras cosas, la impunidad y el silencio alrededor de este tipo de violencia.
La indignación ante el asesinato de una mujer como Alí debería convocarnos a todos y todas a actuar para impedir la impunidad y evitar otros asesinatos.
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