Por Susana Diaz *
Los hechos se dan en Xoxocotla, Morelos, el día 9 de octubre del año 2008, día en que el Gobierno el Estado de Morelos encabezado por Marco Adame Castillo, de extracción panista, escribe una de las páginas más negras de violencia de la que tengamos memoria, fue el comienzo de muchas y larguísimas horas de incursión policíaca y militar en esta comunidad indígena del sur Morelos.
Ese día se decidió “abrir” la carretera que tenía tomada la comunidad desde hacia 8 días, en apoyo a maestras y maestros en paro contra la Alianza Educativa.
El día anterior se había utilizado la fuerza pública contra la población de Tres Marías, en Huitzilac, al norte de la entidad; mujeres, niñas y niños manifestaban su apoyo y pedían al gobierno una solución a este problema, la respuesta fue pronta: gases lacrimógenos en contra de quienes se manifestaban, una mujer detenida y varios hombres también.
Amayuca, ubicado en la zona Oriente del estado siguió en la lista de represión, la mañana del 9 de octubre a las 12:30 hrs., las fuerzas policíacas arremetieron contra la población que tenía cerrada la carretera llamada cuatro caminos. El saldo, 49 personas detenidas, a las once de la noche seguía el operativo; los policías se introdujeron a las casas de la población en pueblos y comunidades aledañas, muchas casas fueron afectadas; familias completas, golpeadas. No hubo distingos, lo mismo se golpeó a hombres y mujeres mayores que a niñas y niños, les robaron, amenazaron, vejaron.
En estos hechos fueron detenidas cinco mujeres, quienes fueron remitidas a Torre Morelos, sede de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado, no sin antes amenazarlas con violarlas y desaparecerlas; las llevaron a los campos de cultivo y aparentaron que cumplirían sus amenazas.
En la noche de ese mismo día, nos avisaron que iba la policía municipal y estatal a Xoxocotla, todo fue confusión, la policía fue enfrentada por la población; cinco policías retenidos y el pueblo de pie, sin dar un paso atrás, miles de hombres, mujeres, niñas y niños reunidos defendiendo su pueblo, sus ideas, su dignidad.
La información corre; “Va la policía federal, el ejército también. De los helicópteros de la federal no tardan en bajar cientos, miles de efectivos; tanquetas y convoyes, la milicia, están arribando a Xoxocotla”.
El pueblo entrega a los policías retenidos, aparentemente todo terminó.
Al día siguiente la incursión de la policía federal fue brutal, arremetió contra la población civil, roció con gases lacrimógenos el pueblo, a pie, por aire y en vehículos. El pueblo entero fue perseguido, no hubo lugar seguro.
Frente a todo esto, la historia que cuenta Pedro, un periodista que estuvo presente en el lugar, habla del valor de las mujeres de Xoxocotla, de la confianza de un pueblo en sus nanas:
“De verdad, mis respetos para las y los de Soso, que bárbaros! Llega la policía, se forman, avanzan, el pueblo incendia llantas para evitar que se acerquen, lanzan piedras, se atrincheras, hay mujeres y hombres viejos, jóvenes, niñas y niños, todo el pueblo, las campanas habían sonado, era urgente estar en la carretera, los cohetes también habían llamado”.
“Los policías se agrupan, el ataque es inminente, el pueblo se junta, pensamos, mis compañeros de la prensa y yo, que se retiraba, la expectación crecía, cuando de entre la multitud sale un grupo de personas, caminan hacia el contingente de policías que ha se hallaban con sus cascos y toletes preparados para la represión, nos quedamos con la boca abierta, quienes caminaban hacia la policía eran las mujeres, las más viejas, las NANAS, las que han parido a los hombres y mujeres de este pueblo, las sabias, las madres, las abuelas”.
“Corremos a ver a que van, y somos testigos de una de las escenas más impactantes de las que yo recuerde, con lágrimas en los ojos, les dicen a los policías que tengan piedad de su pueblo, que ellos también tienen madre, esposa, hermanas, hijas, tal vez y que cualquiera de las que iban a golpear pudiera ser una de ellas. Imploraron, suplicaron, juntas hombro con hombro, al frente de la gente, de su gente, poniendo su cuerpo primero para que sobre ellas cayeran los primeros golpes y, entonces, sucedió lo que no esperamos ver: Los elementos policíacos, muchos, los que estaban al frente, se bajaron el visor del casco, en sus ojos había lágrimas, la formación, por unos segundos se rompió, el comandante que iba al frente supo que su operativo no funcionaría, en ese momento, las mujeres cambiaron el rumbo, no tuvieron los policías el ánimo para golpear y masacrar como se esperaba, por ello les retuvieron cinco elementos, por ello tuvieron que solicitar refuerzos.
Porque lo viví, se que el pueblo de Xoxocotla es único y las mujeres de ahí, mis respetos”.
*Integrante de la Centro de Derechos Humanos Digna Ochoa
2 comentarios:
Esas son las mujeres de mi pueblo, en donde naci como organizacion, cuando se constituyó la Comisión Independiente de Derechos Humanos luego de la masacre en Xoxocotla del 22 de enero de 1989.
Gracias Susana, por transmitirnos esta experiencia.
Saludos
Castor
GRACIAS SUSANA POR REGALARME TU VERSION. lAS MUJERES DE XOXOCOSTLA MERECEN ESE HOMENAJE. lA DIGNIDAD SIEMPRE CONMUEVE Y ES LO QUE NADIE NOS PUEDE ARREBATAR
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