lunes, 6 de junio de 2016

Autonomía y modernidad


 Aime Jezabel Pérez Godínez*

En el presente texto se aborda el término de autonomía como estrategia política de las mujeres, situándola en el contexto de la sociedad moderna.
La modernidad se proclama heredera de un siglo de revoluciones científicas y del conocimiento, de la razón y el pensamiento en abierta confrontación con el poder divino y religioso, refutando sus tesis fundamentales por poco más de un siglo —el XVIII—, particularmente en Europa Occidental. Varios son los hechos que contribuyeron a la Modernidad como forma de vida, en este caso me interesa la relevancia de la Revolución Francesa en términos políticos, a saber porque: constituye un poder civil independiente, juzga a la Corona y la sentencia a la guillotina degollándola públicamente por graves crímenes cometidos contra el pueblo; proclama al pueblo libre, independiente y soberano del poder divino en todo sentido y para ello asume el poder legítimo que es el poder político en su territorio-Nación; constituye poderes público civiles, sus órganos y estructuras; constituye al Estado como ente del poder  civil representativo y democrático que se basa en el derecho1 para regular este pacto cívico entre ciudadanos que tiene por fin preservar la vida y la propiedad para garantizar el bienestar común, el desarrollo con justicia y paz.
Fue la misma revolución que negó la ciudadanía a las mujeres e institucionalizó a través del Código Civil de Francia, la sumisión de la mujer respecto del hombre definiéndola de por vida como “menor de edad” y, por tanto, bajo la tutela de un hombre: padre, hermano, esposo, cuñado, sobrino, hijo, pariente y, en su caso, el Estado asumía la tutela.
Todo lo anterior, aderezado con la primer dosis de ola romántica sobre la feminidad, los mismos pensadores que habían teorizado sobre el Estado, su carácter y en general caracterizaron a la sociedad moderna, promueven estándares sociales sobre el “ser mujer”, “el amor romántico”, “la ama de casa”, la “familia moderna”, el “ser mamá”, “lo bello y la belleza”, “la pareja” heterosexual y una serie de tópicos y construcciones sociales sobre el sexo y la sexualidad que sistemáticamente reproduce la idea de las mujeres como objetos sexuales, de servidumbre y reproducción al servicio de la sociedad. La misma revolución política que tuvo fuerza de voluntad para degollar a la nobleza y proponerse el desarrollo, bienestar, justicia y paz, fue incapaz de reconocer a las mujeres como iguales, libres y soberanas como ciudadanas.
Nos referimos a este aspecto de la historia por considerar que expresa el carácter de la opresión sexual en la relación establecida por el Estado moderno con las mujeres, donde en fondo y forma expresa la política de someter a las mujeres usando los medios de los que dispone. Si bien desde una perspectiva histórica las mujeres han conquistado derechos, desde una perspectiva política, el poder político está altamente concentrado en el ente del Estado.
La lucha es frontal, y la autonomía es estratégica como perspectiva y proceso para recuperar el poder de decisión: en lo general y en lo particular, en lo político y en lo privado, de pensamiento y de acción, de creencia y posición. Porque hemos conquistado derechos, mas es irrenunciable el análisis de nuestra situación actual, el devenir de las instituciones modernas y las tareas del feminismo en el momento actual, donde la vida en general y la política en particular se encuentran institucionalizada.
Es irreductible la crisis que como humanidad vivimos, donde si bien el grueso de los pactos que la modernidad se planeta como centrales para su desarrollo son vigentes  también viven una profunda crisis de legitimidad. Frente a lo cual la reacción del poder político ha sido la imposición normativa, de leyes, así como el uso de la violencia en contra los pueblos y sus luchas en nombre del progreso, el desarrollo, la democracia, el medio ambiente, la equidad de género y cualquier discurso que pueda ser usado como unificador, como una cortina de humo que encubre los intereses de la gente que concentra el poder de decisión sobre la vida, la muerte y el futuro de la sociedad moderna.  
El problema con la institucionalidad es que tiene por fin controlar y vigilar el comportamiento de las personas en algún espacio, siendo por definición la institución expresión de normas y reglas, ideas dada por válidas. La modernidad toma por base la conciencia humana y el poder que representa para la creación del futuro y es, en efecto, pero la modernidad ha fallado y el conjunto de las banderas políticas que sostiene son ilegítimas.
Por fortuna ese es problema de la modernidad; la crisis es abierta, está en juego el devenir de la humanidad.
Hay quienes señalan que el feminismo es la hija incómoda de la modernidad, me resulta muy incómodo establecer relaciones parentales con algo más que con la familia consanguínea y sus ramificaciones. Lo explico más como una lucha política por nuestro poder político, el poder ser. La historia del feminismo es la historia de miles, millones de vidas transgredidas, la posibilidad de realizar una crítica radical al status quo de la sociedad moderna y crear, a través del pensar y hacer, formas de vida donde las mujeres experimentamos libertad, independencia, soberanía, el poder ser.
La decisión política que es el feminismo en la modernidad ha construido un caudal innumerable de ideas y acciones de la liberación y emancipación de las mujeres, otras posibilidades de ser mujer y de construir socialmente el espacio común, herramientas y recursos de pensamiento indispensables para pensar, luchar y crear futuro.
En un país como México, donde el grueso de la participación política de las mujeres y, en general, la participación política es institucional, la autonomía es una estrategia política en la medida que anima a la conformación del poder individual y colectivo; el poder ser, conformando a través de la vivencia del espacio, formas sociales sororarias, sin violencia. Una estrategia que permite tomar distancia de la norma, lo normal y el Estado para resolver un problema social, de todos los problemas por excelencia complejo, en forma creativa, en afirmativo para la humanidad.
Por esa posibilidad posible, ese pensar libertario, en abierta ruptura con los pactos de violencia y creando otros mundos.

* Feminista socialista, militante del PRT.

Nota a pie
1. Particularmente los principios del Derecho Romano.


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