Palabra de Antígona
Por Sara Lovera*
La incursión de las mujeres en la toma de decisiones y en las áreas parlamentarias, le han dado aire nuevo a muchos temas, a muchos asuntos de carácter social, a muchas iniciativas y programas que de otro modo no existirían. Ello independientemente de quién juzgue, qué mujeres y cómo estén actuando en el círculo del poder económico macro.
Hoy no falta casi ni un segundo para que los partidos políticos desaten una intensa actividad preelectoral. Esta semana ya se discuten listas, aliados, alianzas entre partidos y desde luego casi nadie piensa, todavía, en los programas.
Durante el periodo legislativo que terminará en agosto próximo se consiguió una modificación al COFIPE que elevó de 30 a 40 por ciento el número de candidaturas y probables escaños para un sexo distinto y, como siempre, el hilo se rompe por lo más delgado, quiere decir que un mínimo de 40 por ciento serán lugares para las mujeres de todos los partidos.
A las mujeres progresistas del país les preocupa la actitud que ante ello tome la izquierda, ahora así, izquierda sin adjetivos, en virtud del caos del Partido de la Revolución Democrática, el priismo cada día más acendrado del Partido Socialdemócrata y el machismo, viejo e impenetrable, del Partido del Trabajo y de Convergencia.
Y preocupa porque hay zonas de la izquierda que inopinadamente, sólo piensan en los hombres, nos siguen mirando a las mujeres como adicionales, víctimas, mártires o fieras enemigas. Lo cierto es que nuevamente tienen ante sí la oportunidad de hacer democracia y no por paternalistas, sino por una clara realidad que nos beneficiaría a todos.
La presencia de un polo feminista de izquierda en las elecciones de 2009, independientemente del programa legislativo, será fundamental para discutir en la plaza pública asuntos centrales de la democracia: el laicismo, los fundamentalismos, la economía familiar, el desempleo, la violencia contra las mujeres y también contra los hombres, los presupuestos para el desarrollo social y las libertades fundamentales, tanto como la promoción y protección de los derechos humanos.
Y no lo digo de oquis. La presencia creciente, aunque lenta, de las mujeres en los espacios de poder, ha permitido discutir y acordar cuestiones tan trascendentes como la distribución del ingreso, en programas de sostenimiento de las familias; los proyectos productivos y la vida y desarrollo de los niños que vienen cada año a este mundo.
Sin la perspectiva femenina, que dijo a tiempo el horror de lo que se venía en Ciudad Juárez, donde nada se arregla, pero sí se conoce cómo debería arreglarse, el trabajo de las feministas ha sido fundamental.
Y qué más. Al frente de la defensa del petróleo, en las calles y los pueblos, en las zonas habitacionales, en los frentes del trabajo, las mujeres llamadas Adelitas, le dieron una gran cobertura a esta lucha, ganada a medias y perdida a medias. Igual que en los años 30, las mujeres estuvieron, con sentido común e histórico bien al frente.
Prácticamente ningún partido político tiene un programa para detener a la derecha y al ultra conservadurismo en ésta época. Solamente las mujeres organizadas, en distintos frentes lo tienen claro. Ni un sólo día han dejado de reaccionar a los avances de la derecha, cuyo tema central esta semana es la discusión de los obispos en torno a lo que ellos admiten y consideran un tipo de familia.
Qué hubiera sido si se les deja actuar libremente. Nada es más tremendo que imaginar un crecimiento sin orden ni control, de la población. Las mujeres de este país usan anticonceptivos hace 35 años, de otro modo los problemas del país serían mucho más graves. Casi nadie toma nota de esta realidad, apuntalada desde hace esos 35 años por los grupos feministas del país, las organizaciones populares de mujeres trabajando hombro con hombro con montones de mujeres feministas que se fueron de sus pequeños grupos a lo que se llamó, feminismo popular.
Y en materia legislativa, son las mujeres diputadas, del centro a la izquierda, quienes han denunciado y legislado sobre la trata de personas, sobre el divorcio, la maternidad libre y el aborto; sobre los presupuestos democráticos y sobre la violencia.
Habrá quienes dentro de la izquierda esa flexible, amplia, diversa, de muchos signos, que no ha pensado en que sin las mujeres progresistas, sus programas, por lento que avancen, se hubieran hecho agua, sin las militantes de los movimientos, que hace rato han dejado a un lado la idea de complementar la lucha para adherirse a ella por sus propios intereses y eso, eso le hace muy bien al camino de la democracia que lo seguimos sintiendo tan lejos.
Dónde hubieran quedado los derechos humanos, sin la lucha de las mujeres, sin Rosario Ibarra, sin las hermanas, esposas, amigas y madres de las víctimas de la guerra sucia.
Estas son las cosas en las que habría que horadar en los próximos meses. Llevar a la plaza pública a mujeres progresistas y comprometidas, igual al parlamentos que a las planillas municipales y a los gobiernos estatales. Bastaría con cumplir con el Estado de Derecho. Veremos.
*Periodista mexicana. Cumplió 40 años de vida profesional en 2008. Corresponsal de Semlac en México, integrante del Consejo del Instituto de las Mujeres del Distrito Federal y todos los lunes conduce Mujeres en Movimiento y forma parte de la Mesa Periodistas del Canal 21, el Canal de la Ciudad de México en TV por Internet. Nominada a 1000 mujeres por el Nobel de la Paz. saralovera@yahoo.com.mx
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