domingo, 20 de noviembre de 2011

La Seducción al Servicio de la Revolución. El papel de las mujeres en cuatro periódicos insurgentes.


Ana María Hernández López*

No admires de las damas grandes proezas, pues tienen por armas las bellezas.1

Las historiadoras mexicanas han avanzado en la tarea de visibilizar a las mujeres en los procesos sociales e históricos, con tropiezos y aciertos, han documentado la presencia de mujeres en múltiples espacios sociales, institucionales, políticos. En este sentido coincido con Gabriela Cano y Verena Radkau cuando señalan que “se trata no tanto de una ‘historia olvidada’, sino de una historia que aún no ha sido escrita”.2

Pero la búsqueda continua y se hace con fuentes poco estudiadas como las biblio-hemerográficas que dejaron de ser sólo documentos de referencia para pasar a ser objetos de estudio de la historia. Desde el libro, pasando por gacetas, revistas, folletos, memorias, hojas sueltas, hasta la prensa o periódico, se ha verificado que los periódicos, además de sus contenidos, son importantes por los datos o información que pueden proporcionar, ya que al ser productos culturales dados en un contexto, nos habla de fundadores, editores, colaboradores, mensajes, destinatarios, manufactura y circulación de los mismos. Coincidimos con Miguel Ángel Castro al decir que prensa ha servido a los ciudadanos para exponer, atacar, defender, discutir, informar, opinar, educar, amenazar, convencer e instruir, y algunas acciones más que constituyen el poder de la palabra, la imagen y el discurso.3 De ahí el interés por su estudio.

En este texto se analiza el papel de la mujer en la prensa insurgente, trataremos de dar respuesta a las siguientes interrogantes: ¿las mujeres estuvieron involucradas en la producción del periódico? o ¿sólo fueron tomadas en cuenta cómo destinatarias de un mensaje?, ¿qué tipo de mensaje?, ¿qué papel se le asigna a las mujeres en este contexto de cambio y transformación de la sociedad a través de la prensa?

La prensa insurgente

Los independentistas revolucionarios, conscientes de la importancia de contar con un periódico para difundir la justicia de su lucha, explicar y convencer de sus justos motivos, desmentir lo publicado por el grupo opositor, educar e instruir, además de propiciar el debate político, elaboraron una serie de periódicos, que en conjunto se conoce con el nombre de la “Prensa Insurgente”. Ésta se compone de nueve periódicos publicados entre el 20 de diciembre de 1810 y el 26 de abril de 1817, durante siete años y con todas las condiciones materiales y humanas en su contra saldrán a la luz. Para el objetivo de este artículo únicamente nos referiremos a los siguientes periódicos: El Despertador Americano, El Ilustrador Nacional, Ilustrador Americano y el Semanario Patriótico Americano, que fueron publicados entre el 20 de diciembre de 1810 y 17 de enero de 1813.

No se cuenta con estudios que afirmen que los periódicos hayan tenido gran difusión, lo que si podemos señalar es que circuló en las ciudades más importantes y hasta en el extranjero. El proceso de consolidación de la prensa misma, en cuanto a periodicidad y permanencia fue difícil, ya que se trataba de un medio subversivo que atentaba contra el orden establecido, y así como fueron asediados y acorralados los contingentes insurgentes, la misma suerte corrieron los periódicos. Quizá a estas condiciones, además de la dificultad de contar con los insumos (prensas, papel, tinta, tipos móviles, etc.), se deba la poca proliferación de periódicos, si los comparamos con los 2,000 que surgieron durante la Revolución Francesa de 1789.

Las mujeres en la prensa

El momento de crisis revolucionaria sin duda movilizó a las mujeres, algunas de éstas se salieron de sus papeles tradicionales y otras dieron a sus papeles tradicionales un significado político. Silvia Marina Arrom4 abunda en este sentido cuando señala “que millares de mujeres fueron movilizadas tanto por la causa realista como por la insurgente, principalmente en las provincias, pero buen número también en la ciudad de México, sin embargo es difícil determinar la cantidad de mujeres que participaron y en qué ámbitos.5 Tampoco sabemos sobre alguna mujer que haya participado en la concepción, elaboración, escritura, edición e impresión de los periódicos insurgentes. Lo que sí es notorio es que en un momento determinado de la contienda fue destinataria de un mensaje específico. Parece ser que sus actividades no sólo influyeron en el curso de la confrontación, sino que tuvieron efectos sutiles en la forma de ver a la mujer en esa época.

El primer dato que resalta es que de las 470 páginas publicadas por los cuatro periódicos revisados, sólo en un total de 20 se les menciona. En los tres primeros periódicos6 las mujeres son referidas sólo como víctimas de la guerra, como parte de ese pueblo amorfo donde caben todos: niños, ancianos y mujeres:

…vosotros diréis que visteis en las calles de aquel infeliz pueblo a las vírgenes y mujeres ser víctimas de la desenfrenada lascivia de los satélites del irreligioso Andrade: vosotros diréis que visteis llevar por prisioneras a todas las mujeres que consideraban útiles al serrano de San Gabriel, y que sólo escaparon de su torpeza las que su edad o deformidad hicieron despreciables”... “Pero, ¿quién lo creerá? Aun en el acto mismo del ataque, tiempo en que el horror y la muerte volaban por aquellos lugares, las libertinas tropas de los europeos no se abstuvieron... de sus vicios, peores que de bárbaros; pues en las mismas calles y casas satisfacían brutalmente estupros inmaduros, asesinatos de niños, mujeres y ancianos indefensos...7

Cuando aparece el Semanario Patriótico Americano, ya habían pasado dos años del inicio de la guerra. En términos editoriales ya se tiene una experiencia acumulada, estamos ante la presencia de un periódico más ideológico, cuyo propósito esencial es “manifestar a la faz de todo el mundo la justicia, la necesidad y conveniencia de los motivos que han armado contra la obstinación de sus tiranos”.8 Pero también el gobierno virreinal ha echado a andar diversas estrategias para contrarrestar el avance de los insurgentes, una de ellas va a ser la publicación de gazetas, folletos y periódicos con el único objetivo de desmentir el avance insurgente, sus ideas, denostar a sus dirigentes, y desacreditar las actividades de las mujeres insurgentes; los primeros que se percataron de la real fuerza de éstas fue el bando realista al documentar abundantes casos de mujeres que simpatizaban con los insurgentes… pero más allá de la simpatía, existían formas más activas de animar el espíritu de rebelión, como la sedición y la seducción que fueron menos frecuentes, pero castigadas con mayor rigor por parte de los realistas”.9

Al mostrar la eficacia de su fuerza, estas mujeres contribuyeron a la opinión de que ellas eran competentes y reforzaron la idea de que su cooperación era esencial para el alcance de los objetivos nacionales, así nos podemos explicar que sea en el Semanario Patriótico Americano, en su número 19 del domingo 22 de noviembre de 1812, cuando aparece el primer artículo destinado exclusivamente “A las damas de México” con una extensión de siete páginas, y concluye en el siguiente número con una extensión de dos.

Las seductoras

...Señoritas mexicanas, ninguna nación del orbe os excede en hermosura, y antes bien tenéis la ventaja de exceder a otras muchas en aquel arte, gracia y donaire propias solas de nuestro suelo. Sois por lo mismo capaces de lograr iguales o mayores triunfos por vuestros encantos, y ningún tiempo más oportuno que el presente en que vuestra patria se ve empeñada en sostener una lucha tan gloriosa, en que se disputa nada menos que la libertad...

Nada tenéis que no sea un precioso regalo de la liberal mano de vuestra madre America, y llegó ya el tiempo en que imperiosamente os pide la ayudáis a sostener sus inviolables derechos.10

El papel de seductoras que se les asigna a las mujeres en aras de la libertad de la América liberal, parece que fue puesto en práctica, por lo menos tres investigaciones lo mencionan.11 Así mismo es evidente un rasgo que caracteriza a las publicaciones periodicas desde la primeras gazetas coloniales: exaltar las cualidades del ser americano, ayudando a expandir la semilla del nacionalismo criollo.

El que las mujeres sean las destinatarias de un texto con el objetivo de que sus encantos sean puesto al servicio de la patria, se sustenta en el mismo periódico con ejemplos sacados de la historia universal:

...pero apenas acierta la historia a señalarnos algunos de estos mismos hombres [Aquiles] que haya podido resistir a las encantadoras armas de la belleza… humillándose dóciles a las encantadoras voces de una hermosura que apenas insinúa cuando inmediatamente ve rendido y postrado a sus pies…convirtiéndose en un corderito dócil y obediente... y enseña a obedecer al que hasta entonces sólo había sabido mandar […] Aún los mismos vencedores han necesitado los dulces preceptos de una mujer para completar sus triunfos.12

Para reforzar el discurso criollo, se apela, también en el caso de las mujeres, a lo prodigioso de ser americano: “A los benéficos influjos de su clima debéis la hermosura de esos rostros que embelezan a cuantos los ven: vuestra delicada tez, la dulce modulación de vuestra voz y lo que es más, la innata docilidad de vuestros corazones son frutos del suelo americano”.13

Pero el mensaje de este artículo tiene una particularidad, está dirigido a un público femenino ilustrado, con una posición privilegiada, pues el llamado es para sacarlas de su inmovilidad o superficialidad, la patria las llama a convencer a los hombres indecisos. Las prescripciones son de un “deber ser” regulado, ya que no se les invita a los campos de batalla, se les insta a que desde su espacio privado sirvan a la patria. No se pide una participación razonada, sino más bien afectiva, utilizando sus encantos. Su participación va a ser valorada en cuanto tenga un servicio de acuerdo a la necesidad de “el otro”, no para ellas mismas, como seres pensantes.

Esa delicada voz que no llega a los oídos sino para posesionarse del corazón, ese gesto, ese accionar tan sencillo pero tan gracioso como eficaz, ese es el que pide la América para auxiliar en su causa… que venza en amores, quien haya sabido vencer en el campo del honor, quedando para siempre privados y excluidos los cobardes que no supieren comprarlos a este precio.14

La mujer no necesitaba de una instrucción especial para el cometido que se le pedía; su papel se reducía a presionar, a condicionar su atención, cuidados y amor a aquellos que estén dispuestos a quitar sus temores y miedos y se decidan a participar en el movimiento insurgente. Para el cumplimiento de este deber histórico la virtud más socorrida será la de la obediencia. Se transgreden las pautas sociales a partir de que su contraparte masculina sublevada, dicta las normas de comportamiento que tendrá que utilizar para convencer a los indecisos, se permite una cierta libertad con el único objetivo de ser parte de la historia. El texto va a cumplir la función de convencerlas y señalar las pautas a seguir:

Valeos de cuantos arbitrios os sugiera vuestra fecunda imaginación. Revestid algunas veces vuestras hermosas caras de seriedad y enojo, y echar una mirada desdeñosa a esos insurgentes tímidos y vergonzantes dándoles a entender que no mudara vuestro aspecto hasta que no cese su inacción, y despierte de su profundo letargo…

Y explicarle que un insurgente, un verdadero patricio no se compone de papeles y quejas, sino de gloriosas acciones que se consiguen ensangrentando las armas en los combates....

“Vosotras doncellas ilustres, cuya gracia, recato y hermosura os ha granjeado innumerables pretendientes que aspiran al sagrado vínculo del matrimonio desechad ante todas cosas a todo gachupín…; y por lo tocante a los hijos de la patria decidles que seréis suyas; pero que mientras la América combate está cerrado el tiempo de las nupcias, y sólo queda abierto el campo de batalla donde se ha de obtener la preferencia de vuestra mano, pues estáis resuelta a no dar ni entregar vuestro corazón sino al que haya sabido antes liberaos de la esclavitud en que todos gemimos.15

El contenido del Semanario Patriótico Americano núm. 19 muestra, lo que está presente en la mayoría de las prensas insurgentes, que las y los destinatarios fueron el sector social más educado e ilustre de las ciudades novohispanas, no era una prensa destinada para el pueblo. Su objetivo, más que informar, era el de convencer, en este caso, a las mujeres dispuestas a prestar sus servicios a la patria siguiendo los lineamientos específicos por la urgencia de las circunstancias, evidenciando dónde está la función de cada sexo, la de ellas desde el espacio de la casa y ellos en las trincheras, en los periódicos, en los incipientes espacios públicos.

Poco se sabe de la respuesta de las mujeres a este llamado, salvo lo que se documenta de aquellas que fueron apresadas por espías, sediciosas y conspiradoras. La parte visible de la participación de las mujeres es documentada sólo cuándo éstas invaden los espacios públicos o típicamente masculinos, es decir, los campamentos o son parte del grupo dirigente.

El proyecto ilustrado insurgente prosigue con la visión tradicional de no reconocer la presencia de la mujer en la esfera pública. El hecho es que en este proceso liberal las mujeres no forman parte de la universalidad tan pregonada de libertad e igualdad. Así concepciones como igualdad, libertad, espacio público serán derechos de los hombres, de los “iguales” o de los que creen serlo; o de los que se reconocen como los únicos ciudadanos. 

Notas

1. Semanario Patriótico Americano, Núm. 19, domingo 22 de noviembre de 1812, p. 165.

2. Gabriela Cano y Verena Radkau, “Libertad condicionada o tres maneras de ser mujer en tiempos de cambio (1920-1940)”, en Revista Secuencia, núm. 13, enero-abril 1989, México, Instituto Mora, p. 216.

3. Miguel Ángel Castro, “Una ojeada a una muestra de dos décadas de la prensa mexicana: 1856-1876”, en Celia del Palacio Montiel (coord.). La prensa como fuente para la historia, México, Universidad de Guadalajara, Miguel Ángel Porrúa y CONACyT, 2006, p. 73.

4. Silvia Marina Arrom, Las mujeres de la ciudad de México, 1790-1857, México, Siglo XXI, 1988, p. 48.

5. Como parte de los festejos del Bicentenario de la Revolución de Independencia se editaron varios libros sobre las mujeres más destacadas, se rescataron a muchas otras, pero todavía falta mucho por hacerse en este aspecto.

6. Nos referimos a El Despertador Americano, Ilustrador Nacional e Ilustrador Americano.

7. El Despertador Americano, Núm. 5, del jueves 10 de enero de 1811, p. 35, e Ilustrador Nacional, Núm. 6. Tom. I, pp. 21-23, Sultepec, sábado 16 de mayo de 1812.

8. Semanario Patriótico Americano, “Plan de este periódico”, Núm. 1, sin fecha, p. 1.

9. Carmen Saucedo Zarco, Ellas, que dan de qué hablar. Las mujeres en la guerra de independencia, México, INEHRM/ Instituto Nacional de las Mujeres, 2010, p. 41.

10. Semanario Patriótico Americano, Num. 19, domingo 22 de noviembre de 1812, p. 165 y 167.

11. Silvia Marina Arrom, Las mujeres de la ciudad de México..., op. cit.; Carmen Saucedo Zarco, Ellas, que dan de qué hablar..., op. cit.; y Jean Franco, Las conspiradoras, México, El Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, 1994.

12. Semanario Patriótico Americano, Núm. 19, domingo 22 de noviembre de 1812, p. 166.

13. Ibid.

14. Ibid.

15. Ibid., pp. 168 y 169.

* Feminista, editora, profesora-investigadora e integrande del Grupo de Estudios de Género de la UACM.

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