Centro para los Derechos de la Mujer Nääxwiin, A.C.
11 de marzo de 2011
- Mujeres indígenas proponen que la Procuraduría Agraria se reúna con las mujeres de los núcleos agrarios.
- El Jefe de Residencia de la Procuraduría Agraria en Matías Romero reconoce la importancia de que en las asambleas ejidales y comunales se hable y se reconozcan los derechos agrarios de las mujeres.
Mujeres indígenas de 17 comunidades de los municipios de Matías Romero, San Juan Guichicovi, Santiago Ixtaltepec y Santa María Petapa, convocadas por el Centro para los Derechos de la Mujer Nääxwiin a participar en el Foro por el derecho de las mujeres al acceso a la tierra, analizaron la situación que viven las mujeres mixes, zapotecas, zoques y mixtecas con respecto a la tenencia de la tierra en los ejidos del Istmo Oaxaqueño. En el marco de la celebración del Día Internacional de la Mujer, reconocieron que en sus comunidades indígenas la tierra es territorio, agua, cultura, tradición, recursos naturales, pero también es lo que está en la tierra y debajo de la tierra como las minas y donde están sus muertos. “Venimos de la madre tierra y del maíz, tenemos la vida porque tenemos tierra y es lo que nos permite vivir a hombres y mujeres. Es parte de nuestras raíces, de nuestra identidad y de la lucha contra el colonialismo por nuestro territorio”. “Nuestros antepasados lucharon; buscaron un lugar a donde vivir, construyeron sus casas, sembraron camote, milpas, chayotes, frijoles, calabazas jitomates, chiles. Si la tierra no tuviera cuidados y nutrientes no tuviéramos alimento. Ahora que vivimos una crisis alimentaria, tenemos que buscar para el alimento y no dejar de sembrar”. Nosotras, dijo Zoila José, en nuestra cultura tenemos que respetar a la madre tierra, haciendo rituales al sembrar, a manera de agradecimiento, llevando animales para el sacrificio.
Las mujeres expresaron que en todas las comunidades de la región el derecho agrario se hereda y los padres prefieren dejar el derecho en manos de los hijos y no de las hijas; algunas mujeres tienen derechos porque son viudas y la comunidad se los cede, sin embargo hay comunidades en las que prefieren asignar la tierra a otro ejidatario y no a la viuda del derechoso. Manifestaron que quienes son ejidatarias lo son gracias a que recibieron herencia de parte de sus padres, madres o abuelos como un compromiso para cuidarlos en su vejez y sólo algunas porque el derecho les fue cedido por sus esposos; que en ningún caso tienen a su nombre la tierra porque la ley o las comunidades lo hayan promovido. No tener la tierra a nombre propio trae varias consecuencias para las mujeres, como el no tener acceso a crédito aunque ellas cuiden trabajen, limpien, nutran, protejan y cultiven la tierra. Cuando los hombres emigran, quienes se hacen cargo de los cultivos, de los animales y cuidan la tierra, son las mujeres principalmente; como también son ellas quienes se hacen cargo del bienestar de sus hijas e hijos. Sin embargo las mujeres y hombres no hemos sido valorados por igual ni hemos tenido las mismas oportunidades. Eso no es justo porque las mujeres aportamos mucho trabajo, conocimientos, saberes, cultura, vida, en la familia, la comunidad, y el país. Señalaron que es común que los esposos salgan a trabajar a otros lugares o simplemente las dejen llevándose los documentos y en ocasiones venden las parcelas o el ganado sin tomarlas en cuenta, quedando desprotegidas junto con sus hijos e hijas.
El representante de la Procuraduría Agraria en la zona enfatizó que la ley reconoce a hombres y mujeres el derecho a tener a su nombre una parcela, y que si un ejidatario tiene un título de derecho agrario y quiere vender la parcela, debe notificarle por escrito a su esposa y en el contrato se debe anexar la notificación de la esposa e hijos como derecho del tanto, por lo que reconoció que es necesario que en las asambleas ejidales y comunales se hable de los derechos agrarios de las mujeres y se reconozcan estos derechos. Al mismo tiempo aceptó que las mujeres de esta región enfrentan graves problemas relacionados con los derechos agrarios pues de 10 casos que atiende, siete u ocho son de mujeres que acuden buscando protección porque sus esposos se fueron y se llevaron los documentos de las parcelas.
Otro de los problemas que señalaron las asistentes es que el terreno en el que se construye la casa familiar, generalmente es del suegro de la mujer; esto trae una serie de dificultades porque ellas no tienen autonomía: la familia del esposo las vigila y se entromete en todos los asuntos. Cuando la mujer vive violencia no tiene ninguna posibilidad de quedarse en la casa porque el terreno está a nombre del suegro, si la mujer no quiere vivir en esa situación es frecuente que los familiares no la dejen sacar sus pertenencias ni llevarse a los hijos e hijas con ella; si logran salir se quedan sin un lugar en donde vivir y con muy pocas posibilidades de conseguir un trabajo cuando tienen hijas o hijos pequeños. Lo mismo ocurre cuando el hombre hace pareja o se casa con otra mujer.
Durante el evento varias mujeres expusieron al representante de la Procuraduría Agraria la necesidad de que esa instancia difunda el derecho de las mujeres a la tierra, entre las autoridades comunitarias agrarias y las asambleas porque es muy común que a ellas no les crean. Además cuestionaron los beneficios del Programa PROCEDE “pues en los pueblos donde el programa entró ya no hay la libertad de cortar leña, de abastecernos, porque los terrenos ya tienen dueño. Es necesario que las mujeres tengan tierra para que ellas puedan cosechar, nosotras como mujeres buscamos para abastecernos de leña y agua.” Apolinaria Santana, Coordinadora de la Casa de Salud de las Mujeres Indígenas, Manos Unidas A.C. de Ometepec, Gro., coincidió con sus compañeras del istmo que en el estado de Guerrero se viven condiciones semejantes.
Al término del panel, el titular de la Residencia de la Procuraduría Agraria en Matías Romero, se comprometió a promover la capacitación en la perspectiva de género en el Consejo Técnico de esa dependencia y a poner atención en aquellos aspectos que las mujeres demandaron para que el personal de esa institución dé un trato a las mujeres tomando en cuenta su condición como mujeres de comunidades indígenas. Las regidurías e instancias municipales de Salud y de Equidad de Género de San Juan Guichicovi, de Derechos Humanos e Igualdad de Género de Juchitán, así como la representante del Centro de Salud en Matías Romero se comprometieron a trabajar en sus instancias y entre instituciones para que las mujeres y hombres reciban una atención sin discriminación de género, y por otra parte se declararon decididas a impulsar en las comunidades indígenas la difusión del derecho de las mujeres a la tierra. En cuanto a las organizaciones presentes como el Refugio Regional para Mujeres en situación de violencia, el Centro para los Derechos de la Mujer Nääxwiin y la Casa de Salud de las Mujeres Indígenas, Manos Unidas A.C., refrendaron su compromiso para organizarse, caminar juntas y entre todas las mujeres luchar y seguir defendiendo el derecho de las mujeres al acceso a la tierra, así como los demás derechos que tienen las mujeres.
Posteriormente como resultado del trabajo en mesas, las participantes de las diferentes comunidades acordaron capacitarse junto con otras mujeres y autoridades ejidales que muchas veces desconocen los derechos y buscar poco a poco que la participación en las asambleas deje de ser un espacio de decisiones entre hombres y se les escuche también a ellas. En las asambleas ejidales, dijeron, sólo participan quienes tienen derechos ejidales, que en gran mayoría son hombres, sin embargo cuando hay conflictos agrarios, se convoca en general: ejidatarios y avecindados, hombres y mujeres. Entonces, no es justo que se niegue a las mujeres el derecho a participar en las asambleas concluyeron.
Estela Vélez Manuel
Presidenta del Consejo Directivo
Centro para los Derechos de la Mujer Nääxwiin.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario