Me acerco a usted como feminista parte de la corriente autónoma, para agradecerle por su nota: “Latinoamérica: Dos feminismos y dos reuniones en México” en la que toma la posta de informar a la comunidad la realización de nuestro encuentro: Haciendo comunidad en la Casa de la Diferencia a desarrollarse del 12 al 15 de marzo en México. Que se haya tomado el tiempo en colocarnos en los medios informativos que regularmente nos invisibilizan, no podemos negarle que realmente nos tomó por sorpresa ya que nos sabemos parte de las voces contra hegemónicas que recorren nuestro continente. Le agradezco también de parte de mis compañeras que en su nota nuestro encuentro aparezca a la par de un evento de la magnitud y legitimidad oficial como el XI Encuentro Feminista LAC, un evento que cuenta con tantos recursos (financieros, institucionales, comunicacionales, gubernamentales).... Vale decir de nuestra parte que al idear este encuentro no hemos más que soñado e intentado habilitar un pequeño y modesto espacio para el debate, la reflexión y la alimentación colectiva de ese grupo "minoritario" de feministas y lesbianas feministas que por diversas razones nos sentimos fuera de la lógica hegemónica que se ha impuesto en el feminismo latinoamericano y por tanto en sus diferentes espacios, tal como los Encuentros Feministas Latinoamericanos y Caribeños (EFLAC).
Dada la oportunidad que nos brinda, me gustaría abordar, en relación a las afirmaciones de su nota, algunas cuestiones que me parecen importantes en torno al proyecto feminista autónomo en el momento histórico del feminismo en la región.
Para empezar, y porque su nota hace referencia a ello, me gustaría abordar la cuestión de la producción de una mirada histórica sobre nuestros movimientos, que me parece no es un tema menor. En ese sentido me gustaría expresarle por un lado mi satisfacción por que su nota recoja de manera sucinta parte de los inicios de la corriente autónoma. Efectivamente vale recordar el trabajo y la labor pionera de feministas latinoamericanas que como Margarita Pisano, pero no sólo, han sabido hacer una lectura crítica de su momento histórico y asumiendo el lugar de la agencia cumplieron el rol trascendente de denunciar y enfrentar los desvaríos de una buena parte del feminismo latinoamericano que desde finales de los 80 estuvo dispuesto a abandonar su propuesta contracultural a cambio de una entrada en el ámbito de las instituciones, los gobiernos de turno y el pujante espacio de la tecnocracia transnacional desde donde desde hace ya varias décadas se pretende dirigir los destinos de nuestros países. Junto a Pisano –junto a ella y no bajo su paraguas, fueron y siguen siendo muchas las feministas que han colaborado, liderado y alimentado a la propuesta de la autonomía feminista. Vale recordar a manera de ejemplo, a varias de las voces destacadas de este movimiento desde los inicios de su recorrido, entre ellas: Ximena Bedregal, Francesca Gargallo, Edda Gaviola, Elizabeth Álvarez, Julieta Paredes, Maria Galindo, Maggi Bellotti, Marta Fontenla, Ochy Curiel y quien le habla… y muchísimas otras que nos salieron al encuentro también. Han sido muchas las voces que desde diferentes regiones del continente han no sólo nutrido sino parido la autonomía feminista y han sido muchos los caminos recorridos por cada una de ellas. Y es un honor para todas y cada una reconocernos mutuamente como parte de esa construcción. Porque un proyecto, una propuesta política no se construye desde una sola cabeza y eso lo sabemos quienes nos hemos opuesto a las formas hegemónicas de construcción de la historia por los grupos hegemónicos. En el caso particular de la corriente autónoma, dado nuestro espíritu anti autoritario, creyente en la construcción de historias colectivas, no nos interesa en particular la (re)producción y perpetuación de la forma convencional del relato histórico basado en la idea de liderazgos mesiánicos a los cuales sigue una colectividad. Reconocer a la otra por sus aportes y su trayectoria, otorgarle capacidad de autoría, no debería llevarnos a ese lugar común de la multiplicidad de voces aglutinadas e iluminadas por la luz de una voz principal. No sería justo ni para esa voz, que necesariamente no tendría que sentirse responsable de los haceres y los compromisos de cada individualidad del grupo, ni sería justo para el resto que se empeña en su propio tránsito y mirada del mundo. Pero aun más, asumir esta vieja lógica para explicar la autonomía feminista tal como viene desarrollándose desde finales de los 80, sería desconocer la trayectoria no coherente, conflictiva y en permanente revisión de esta forma particular del feminismo latinoamericano. Así, debería decirle Sra. Lovera, que de hecho el feminismo autónomo guarda a su interior, más allá de lo que nos une, debates fuertes e importantes, que quedarían ocultos por esta visión parcial, y personalista de la historia que usted ha procurado relatar.
Por otro lado, cabría decir que en este recorrer de individuas, colectivos, alianzas, cercanías que soberanamente sortean sus designios, la autonomía feminista latinoamericana no puede aceptar -y de hecho muchas de nosotras no aceptamos, el intento de concederle una identidad fija desde el momento de su nacimiento hasta el fin de los tiempos. Mucha agua ha caído, el momento ya no es el mismo que a principios de los 90, muchas hemos repensado algunas de nuestras posturas y hemos complejizado nuestra comprensión de la realidad a la luz de los cambios coyunturales y el avance de los regímenes de poder. Con el correr de los años muchas de las que hemos alimentado la corriente autónoma, muchas de las que nos hemos identificado allí, hemos ido transformando, ampliando y complejizando nuestra mirada crítica sobre el feminismo y así como nuestra propuesta. Son muchas, profundas e interconectadas las problemáticas que nos conmueven e impulsan nuestro accionar. A al menos unos 15 años de actuancia por caminos alejados de las lógicas hegemónicas, nuestra experiencia acumulada es mucha y de ella guardamos un tesoro que hemos ido recolectando a cada pequeño paso. Cualquier intento de comprensión de lo que somos y de lo que intentamos aportar tendría que partir de este reconocimiento. No creo que haga bien a nadie, ni al movimiento mismo alimentar el relato oficial sobre lo que la autonomía es. No debería usted olvidar que en base al relato oficial de los grupos poderosos se construyen las cimientes de su poderío, la historia corriente se asienta sobre el silenciamiento de las voces que le enfrentaron. Y así el feminismo de la tecnocracia de género, con sus alianzas estratégicas con patriarcas y capitalistas, con los gobiernos de turno y sus alianzas con los grupos que sustenta el poder, con su nuevo espacio transnacional privilegiado, ha perpetuado una imagen congelada de la autonomía en el tiempo –como si fuera ésta incapaz de superarse a sí misma, y pretende, en este próximo XI EFLAC, hacer un juicio político a la misma y a los grupos que la alimentan, llamando a pensar, con una perversión de las peores, a los “fundamentalismos feministas”, acusación con la que ya sabemos desde hace algunos años pretenden deslegitimarnos.
Feminismo plural llama usted a un feminismo que al mejor estilo de los grupos vencedores, intenta con la peor desfachatez asumir la representatividad de todo el feminismo bajo la retórica del plural: “los feminismos”, se placen en decir una y otra vez al tiempo que con una saña de las peores pretenden no sólo dar la estocada final a los feminismos aglutinados en torno a la autonomía, sino borrar de una vez y para siempre cualquier vestigio histórico, cualquier relato siquiera minoritario que no repita el que totalitariamente intentan imponer a las nuevas generaciones feministas y de mujeres.
Ya seguramente sabrá usted que desde que hemos anunciado haciendo uso de medios alternativos – y sin más pretensión que hacer saber a quienes así se sienta interpeladas-, la realización de este encuentro autónomo, se ha desatado la imaginería popular feminista y no nos han faltado las voces premonitorias que anuncian la catástrofe que se avecina. El regreso público de las autónomas se anuncia como la tormenta en alta mar, como una invasión bárbara al civilizado encuentro feminista…la ola de preocupación al respecto realmente parece más digna de una película yanqui sobre el peligro ruso durante la guerra fría, que realmente lo que es.
Desde entonces, no hemos parado de explicarle a relacionadas, a muchas de las que no están dispuestas a “quemarse” -aunque se casen de decirnos sus inconformidades con ciertas formas del poder feminista-, a despistadas más o menos pegadas al discurso institucional - y a sus beneficios-, y hasta a amigas cercanas, que no, que no se preocupen que vayan tranquilas a su XI Encuentro, que ya no nos interesa seguir perdiendo el tiempo en una batalla cerrada con nadie, que preferimos juntarnos entre nosotras y trabajar por nuestro feminismo y que nuestra intervención en el XI, si es que al fin la decidimos, será para hacer lo nuestro que no es precisamente lo que el cuento oficial se ha empeñado en hacer decir a la autonomía, sino lo que hacemos día a día, cuando no nos encontramos con las institucionales, es decir: hacer movimiento, trabajar a nivel de lo simbólico, intervenir en la vida de la gente. Ni más ni menos.
Pero ya sabe, también, no ha valido, y no valdrá seguramente, explicar mil veces. Después de todo siempre es mejor un conejillo de indias que nos salve. Y siempre será mejor decir que algo no te gusta mientras no haces nada para cambiarlo y dejas a otras la responsabilidad histórica, que es también, seguramente, posibilidad de equivocación.
Muchísimas gracias por su atención,
Yuderkys Espinosa Miñoso
29 de enero 2009
Buenos Aires.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario