sábado, 11 de octubre de 2008

Diálogo y diferencia: retos feministas a la globalización*

Sobre
Diálogo y diferencia: retos feministas a la globalización
*

Sylvia Marcos y Marguerite Wallers (editoras)

Mexico, CEIICH/UNAM, INMUJERES Morelos, 2008

Por Erika Lindig

Es el punto de vista del grupo “Alteridad y exclusiones”1 que el discurso es aquello por lo que se pelea y no el instrumento para luchas exteriores a él, y que por ello la importancia de ciertos vocablos para resistirse a las formas de dominación resulta indudable. Estos vocablos poseen una energía propia que persuade o convence de que el mundo es en efecto lo que dicen que es, y que constituye a los sujetos del discurso así como a sus relaciones sociales. En momentos oportunos son capaces de producir conmociones políticas en las sociedades y modificaciones en las formas de subjetivación de los individuos. Tal ha sido el caso del vocablo “feminismo”.

Recuerdo que hace un año aproximadamente, en una visita a México, Nelly Richard decía que ella había optado por hablar de “feminismo” en lugar de “estudios de género” porque el término provocaba incomodidad. Por lo que he podido observar, en la academia tanto como en el discurso cotidiano, ese también es el caso en México: la palabra “feminismo” sigue molestando.

Podría pensarse que esta incomodidad es un efecto deseable de la capacidad crítica que todavía hoy conserva el término en el ámbito social. Si esto es así, cuesta trabajo explicarse por qué algunas teóricas y activistas comprometidas con la lucha en contra de las muy variadas formas de la exclusión de género se resisten a abrazarlo. Un ejemplo muy contundente es de la escritora china Zhang Jie, relatado por Shu-mei Shih en el primer ensayo de este libro.

Al preguntarle algunas escritoras norteamericanas si ella y sus colegas chinas “estaban de acuerdo en expresar ideas feministas y abordar la opresión de la mujer en sus escritos”, ella contestó, de manera tajante, “que no había algo que pudiera ser reconocido como ‘feminismo’ en China y que ella no se reconocía a sí misma como ‘feminista’ o una ‘escritora feminista’”, pese a ser, como anota Shih, la “escritora con sensibilidad femenina más aclamada del país”.

Y es que sucede con el vocablo “feminismo”, como con cualquier otro vocablo estratégico, que es apropiable, y ha sido apropiado, reapropiado y exapropiado para responder a toda clase de intereses individuales y colectivos, institucionales, económicos y políticos, y también para resistir a ellos. Creo que el libro que hoy presentamos es a la vez el relato y el escenario de algunos momentos de la lucha por el término.

Sus editoras tuvieron que tomar una decisión teórica cuando lo incluyeron en el subtítulo del libro: “Retos feministas a la globalización”. Dicha decisión ubica los textos compilados en el ámbito de la teoría feminista. Sus autoras, sin embargo, muestran una preocupación a lo largo de todo el volumen: es necesario distinguir sus feminismos de un cierto feminismo “hegemónico” frente al cual se posicionan, de manera más o menos amistosa.

Así, de acuerdo con el artículo de Yenna Wu, las mujeres intelectuales en China observan que el término es una invención de Occidente y que, tal como ha sido definido en distintos momentos, es insuficiente para ofrecer resistencia a las muy particulares formas de exclusión de género implementadas por la cultura y el Estado en China, por ejemplo, un “igualitarismo” laboral que ha tenido como uno de sus efectos la mayor explotación de las mujeres en ese país.

Pero no sólo eso. Yenna Wu denuncia también la apropiación del “feminismo chino” por parte de algunas mujeres chinas “de la diáspora”, quienes “han adoptado conceptos y discursos del feminismo occidental en forma indiscriminada, y han distorsionado y simplificado demasiado la realidad de las mujeres chinas para complacer de esta manera a su audiencia universal”. A ellas les llama, junto con Li Dun, “falsas feministas chinas”, y frente a ellas reclama, de manera polémica, el derecho de las chinas “nativas” a hablar de su propia realidad. Es quizá uno de los ejemplos más radicales del rechazo a ese feminismo hegemónico que a lo largo del libro recibe diversos nombres. “Imperialismo feminista”, “feminismo del primer mundo”, “feminismo liberal de Occidente” y “feminismo del norte” son algunos de los que usa Sylvia Marcos, editora y autora en este libro.

En conversación con Shu-mei-Shi, ella muestra cómo los intereses económicos operan en las luchas feministas. Hubo un momento en la historia del feminismo, según ella, en que “se hizo visible y palpable el ejercicio de un colonialismo internacional por parte de las feministas del Primer Mundo”. Este momento, ubicado entre 1993 y 1994, las ONG’s se empezaron a institucionalizar y a responder a las políticas del Estado norteamericano a través de la asignación de recursos para proyectos en el Tercer Mundo, imponiendo sus prácticas e interpretaciones a sus colaboradoras/es de otros países, en una lucha por los “derechos de las mujeres” que no tomaba en cuenta, de acuerdo con Marcos, diferencias de etnia y de clase, como si estas no existieran. Es a este efecto homogeneizante, reductor de las diferencias, que puede tener la defensa del “feminismo” cuando responde a los más fuertes intereses económicos y políticos al que se resisten las autoras de este volumen colectivo.

Desde distintos puntos de vista socio-culturales y geográficos se intenta reivindicar la singularidad de las necesidades y demandas específicas, y también de las de elaboraciones teóricas, de las mujeres en diferentes regiones del mundo: China, África, México, la India, República Dominicana, son algunas de ellas.

Todos los artículos ofrecen contribuciones en este sentido. Desde mi punto de vista, sin embargo, este tipo de reivindicaciones corre siempre un riesgo: el de responder a la exclusión con otras formas de exclusión. Las autoras, en su apuesta por el diálogo, dan cuenta de este riesgo que siempre se corre cuando se entra en el juego de la lucha por el sentido.

Los invito a ser testigos de la lucha en la lectura de estos textos que bien podrían calificarse como representantes de “feminismos en resistencia”.


* El libro esta disponible en:
www.etienda.unam.mx/ceiich

https://www.etienda.unam.mx/artDetalle.html?artDetalle=Libro1-231&tipoArtClave=1

Also available in English:

Dialogue and Difference: Feminisms Challenge Globalization (Comparative Feminist Studies Series)

by Sylvia Marcos (Editor), Marguerite Waller (Editor), Chandra Talpade Mohanty (Editor).

Series: Comparative Feminist Studies Series

Synopsis

Feminist scholars and activists present diverse conceptual frameworks of transnational/transcultural forms of feminism. Waller (women's studies and comparative literature, U. of California, Riverside) and Marcos, a Mexican author/activist, introduce nine discourses treating efforts (e.g., international conferences, Courts of Women) to transcend First to Third World differences in addressing such global issues as violence against women and sex tourism. Several photos personalize the struggles. Annotation ©2005 Book News, Inc., Portland, OR

http://search.barnesandnoble.com/booksearch/results.asp?ATH=Sylvia+Marcos

http://www.bookfinder.com/author/sylvia-marcos/

http://www.allbookstores.com/author/Sylvia_Marcos_st.html

http://www.booksamillion.com/ncom/books?isbn=1403967644


1 comentario:

Soñadora dijo...

Suena interesante el libro, sin duda. Respecto a la polémica con el término, soy la primera en defender la igualdad sexual y la libertad de la mujer por encima de todo, y precisamente por eso el término no me parece totalmente adecuado. Sé lo que es el machismo, y lucho todos los días contra él, a veces a costa de que mis amigos me llamen pesada e incluso se enfaden a veces conmigo. Lucho, como decía, contra el machismo, y el llamado "feminismo" me suena a "lo contrario del machismo", es decir, el otro lado del péndulo: la dominación femenina del mundo. Como eso no es a lo que aspiro, ni a ser mejor que los hombres, ni a oprimirlos como llevan ellos siglos haciendo: como quiero un mundo de igualdad, prefiero no considerarme feminista, sino anti-machista, o luchadora por la libertad, o algo así. En todo caso, la terminología tampoco es demasiado importante si se tiene claro aquello por lo que se lucha ;) un saludo y enhorabuena por el blog. Ánimo desde España!