domingo, 21 de noviembre de 2010

Las violencias y los riesgos para las defensoras de derechos humanos en México.

Josefina Chávez para Cuadernos Feministas,

El Encuentro Nacional sobre Violencia contra Defensoras de Derechos Humanos en México se realizó los días 14 al 17 de octubre de 2010 en la Ciudad de México. Aproximadamente 60 mujeres de varios estados de la República Mexicana se dieron cita para intercambiar en torno a su experiencia y conocer cuáles son las violencias que están enfrentando para la realización de su trabajo en los diversos movimientos, ciudades y estados del país. Esta reunión, contribuyó a constatar que los niveles de violencia derivados de la muy controvertida política de seguridad nacional en sus múltiples dimensiones, están impactando de una manera alarmante la vida de las mujeres dedicadas a la defensa de los derechos. La intimidación, las amenazas y la muerte, son riesgos y costos que en México tienen que enfrentar las activistas comprometidas con la defensa de los derechos humanos.

Las medidas cautelares presentan en su aplicación múltiples problemas, pero sobre todo desconfianza por el descrédito y desconfianza que existe hacia las instituciones encargadas de proporcionar este mecanismo. Un ejemplo de ello es que en el Encuentro no pudo estar presente Margarita Guadalupe Martínez (Enlace y Comunicación y Capacitación) pues el Estado no le garantizó la protección hacia la ciudad de México. Otro ejemplo reciente es el de los estudiantes balaceados mientras se manifestaban y se dirigían a un foro en contra de la militarización, por la policía federal en Ciudad Juárez; ¿Quiénes los van a proteger, integrantes de la misma policía que los atacó? También en la misma ciudad Cipriana Jurado (Centro de Organización de la Mujer Obrera), amenazada de muerte, no pudo contar con la protección adecuada a pesar de la solicitud de medidas cautelares, por parte de Amnistía Internacional y de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Tuvo que salir del país. Hay una larga lista de casos a los que se suman los asesinatos e intimidaciones en contra de periodistas, actos que atentan contra la libertad de expresión.

El problema en el caso de defensoras y defensores que están denunciando los abusos y violaciones de derechos humanos de militares y fuerzas policíacas es que se incrementa la criminalización a su participación. Frente a esta realidad, ¿Cuál es la alternativa? El tema es de alta prioridad para el Alto Comisionado de las Naciones Unida, quien ha recomendado la creación de un mecanismo nacional de protección así como la adopción de protocolos especiales para la investigación de agresiones.

Durante el Encuentro se pudieron escuchar testimonios impresionantes, que ponían la carne de gallina. Sorprende, afortunadamente sigue sorprendiendo, que la mayoría de las asistentes mantienen un compromiso muy alto, una claridad de la necesidad de continuar trabajando en la defensa de los derechos humanos, en contra de la injusticia, de la impunidad. La composición de las asistentes también reflejó la pluralidad con la presencia de mujeres de muy distintas experiencias, trayectorias y movimientos. Muchas de ellas con un largo camino de lucha.

Fue un gran acierto la realización de este encuentro nacional; los antecedentes del mismo se dan meses antes, cuando en la ciudad de Oaxaca se realizó, en abril, la Reunión Mesoamericana de Defensoras de Derechos Humanos. En las memorias de esa reunión se destaca que la “información sobre la situación especifica de las defensoras de derechos humanos es aún insuficiente y muchas veces se encuentra invisibilizada por las propias instituciones, organizaciones y movimientos”. De ahí que hay una coincidencia en la necesidad de desarrollar diagnósticos para conocer y profundizar en cuáles son las características y la especificidad de la violencia que están enfrentando las mujeres defensoras en los países de Centroamérica y México.

El punto clave es visibilizar, y simultáneamente contribuir a la generación de apoyos para la protección de la integridad de las mujeres defensoras. Y en otro plano también sustentar elementos para la creación de mecanismos reales de protección. La visibilización en este caso implica reconocer y difundir la legitimidad de su trabajo y de sus convicciones, así como la justeza de todas las luchas y causas que están defendiendo; las mujeres de Juárez, de Atenco, de Chiapas, de Oaxaca, las Triquis, las de San Juan Copala, las de Guerrero, Guanajuato, Veracruz y de muchos otros estados, contaron sus historias, las de la violencia en sus lugares, en sus movimientos, como viven el día a día, como enfrentan los infiernos en donde ellas se desenvuelven. De muy diversos orígenes, pero eso sí todas por igual agredidas, amenazadas, hostilizadas. En varias de las sesiones, de pronto se escucha el silencio solidario frente al dolor de las pérdidas, de los asesinatos y encarcelamientos de los seres queridos; por las mujeres asesinadas por ser mujeres, de los muertos por quienes se sigue luchando para que la justicia los arrope; ¿Nueva utopía?

Son las mujeres que se atreven a levantar la voz; encarar a las fuerzas militares y sus violaciones sistemáticas a los derechos humanos; a las distintas corporaciones policiales para marcarles el alto a sus impunidades; que enfrentan en carne propia el incremento del paramilitarismo. El objetivo es reconocer el aporte de las defensoras; sumar esfuerzos; fortalecer vínculos; reaccionar con eficacia frente a los riesgos y ataques por el trabajo de activismo, denuncia y defensa de los derechos. Para las coordinadoras y organizadoras así como las asistentes es claro que se está enfrentando un avance del autoritarismo, de los sectores mas conservadores y de la derecha y que esto está presente en toda la región, se están empujando políticas que contribuyen a instalar contextos y ambientes de miedo en la población. De ahí la importancia del análisis, del intercambio, de contar con espacios que posibiliten la reflexión personal, que en este caso adquiere una dimensión fundamental; el cuerpo es el lugar en donde la estrategia del miedo ataca. El cuerpo es pues el espacio de libertad a recuperar para renacer. Construir las fortalezas que se necesitan pasa por el reconocimiento colectivo en todos los sentidos.

Las mexicanas defensoras de derechos humanos hacen las listas de los contenidos de la pesadilla cotidiana; intimidaciones, amenazas de todo tipo, a su integridad y libertad; difamación para deslegitimarles como voceras públicas; violencia y ataques verbales obscenos; desapariciones forzadas; clima de justificación mediática de las agresiones por estar participando; agresiones y hostigamiento sexual y burla de las autoridades; las amenazas en general incluyen connotaciones sexuales. En el extremo está la muerte.

Cuando toca el turno de analizar las causas el análisis se torna más complejo, un clima adverso para las mujeres defensoras se respira. El contubernio Estado-Iglesia, sale a relucir; el impacto de las políticas de seguridad nacional que favorecen la ruptura del tejido social; la desarticulación de los movimientos sociales; las redes de trata, de corrupción; la violencia feminicida, la misoginia. Y mucho más.

La ventaja de poder remontar las políticas desarticuladoras es precisamente la realización de esta reunión nacional; el análisis de la coyuntura que permea los ámbitos de trabajo proporciona a la vez las rutas, los encuentros, la fortaleza, la necesidad de acuerpamiento; para responder juntas a las emergencias, para arropar a las perseguidas, para dar solidaridad a las que lo necesitan con urgencia; para seguir luchando porque solo así cambiaremos las cosas; Ahí estaban de carne y hueso. ¿Como le hace, compañera? Pregunta una mujer a otra: “ yo soy una mujer triste, así vivo, con tristeza, todos los días cuando llego a mi casa por la noche después de la reuniones, pongo música a todo volumen y me pongo a llorar, así todos los días”


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