domingo, 17 de julio de 2011

Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, una mujer de la Revolución y un enigma

Araceli Zúñiga en : La (des)mesura de los días:

“Ni Dios, Ni Patrón, Ni Marido”

¿Quiénes fueron las mujeres del bicentenario y la Revolución?

¿Estas mujeres que participaron en la Independencia de México y las que participaron en la Revolución, cómo han sido seleccionadas para su mención, honra y rescate?

Hoy quisiera hablar de una de estas mujeres, prácticamente anónimas, pero que trabajaron duro, jugándose la vida y exponiéndose a toda clase de vilezas y empellones.

La que nombro hoy, con apellidos, fue extraordinaria: Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, anarcosindicalista y precursora del feminismo mexicano.

¿Quién fue Juana Belén Gutiérrez de Mendoza? Una feminista, intelectual anarquista, editora, dirigente social, escritora y parte (muy) importante de los movimientos sociales que tuvieron como consecuencia la Revolución Mexicana. Pero hay en la vida personal de Juana Belén espacios no esclarecidos. Mujer rebelde e incómoda social, desde luego. Pero, ¿por qué, a pesar de su enorme aportación al periodismo anarquista y al movimiento revolucionario es desconocida políticamente, en cierto momento, por Ricardo Flores Magón, por supuestas porquerías? ¿A qué porquerías se refería Flores Magón? Pareciese más un comentario prejuicioso, con tintes de misoginia, hacia una mujer que se atrevía (y se atrevía con mucho). Entre otros atrevimientos, estuvo el de vestirse como hombre, con corbata (casi siempre) y con traje, aunque a veces con falda, pero todo su aspecto parecía una provocación a la manera en la que debía vestir y vivir una mujer en esos años.

La historia (política) comienza en Guanajuato, con el primer número del periódico Vésper, editado por la periodista anarquista y revolucionaria mexicana Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, con el claro objetivo de combatir al gobierno de Porfirio Díaz. Con diversas interrupciones a causa de las clausuras, el periódico se mantuvo hasta 1936. Juana Belén sufriría, a lo largo de los años, persecución política y cárcel.

Pero la historia personal, política e intelectual, de Juana Belén ¡resulta fascinante! Nació el 27 de enero de 1857 en San Juan del Río, Durango, en el seno de una familia muy pobre. Sus padres fueron Santiago Gutiérrez oriundo del estado de Jalisco y Porfiria Chávez. Aún así superó su condición, se instruyó y fue autodidacta. La lectura de Bakunin y Kropotkin inclinó su pensamiento hacia la corriente anarcosindicalista.

Se casó a la edad de 12 años con un minero analfabeto llamado Cirilo Mendoza, a quién ella enseñó a leer y escribir. Comenzó a colaborar en los periódicos El Diario del Hogar y El hijo del ahuizote a los 22 años. En 1897, por su defensa de los derechos laborales de los mineros de La Esmeralda, estado de Chihuahua, fue encarcelada en la prisión Minas Nuevas.

Una vez libre, fundó el Club Liberal Benito Juárez, en 1899, y el semanario Vésper, en 1891. Desde sus páginas atacó al gobierno de Porfirio Díaz, a la Iglesia y al Estado. Perseguida, se trasladó a la Ciudad de México y en 1902 reanudó la publicación de Vésper. Se afilió al Club Liberal Ponciano Arriaga, ocupando en 1903 el puesto de primer vocal. Fue encarcelada por la policía junto a Camilo Arriaga, los hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón y Juan Sarabia en la cárcel de Belén, y luego desterrada a Laredo, Texas.

Junto a Elisa Acuña y Sara Estela Ramírez, continuó publicando Vésper, y con Acuña redactó el periódico Fiat Lux de tendencia socialista. En 1905 regresó a México y fundó Socialismo Mexicano, una organización conformada por grupos de obreros, y editó el periódico Anáhuac, órgano de difusión de la agrupación. Paralelamente colaboró en Excélsior.

Fundó Las Hijas de Anáhuac, grupo formado por unas 300 mujeres libertarias en 1907, que pedían, mediante huelgas, mejores condiciones laborales para las mujeres. Porfirio Díaz ordenó su deportación, nuevamente, a los Estados Unidos.

En 1909, se adhirió al maderismo y fundó el club feminista Amigas del Pueblo, donde participaron Dolores Arana, Manuela y Delfina Peláez, Manuela Gutiérrez, Dolores Jiménez y Muro, María Trejo, Rosa G. de Maciel, Laura Mendoza, Dolores Medina y Jacoba González. Luego de un fallido intento de rebelión patrocinado por el Círculo Ponciano Arriaga, terminó encarcelada durante 3 años en las prisiones de San Juan de Ulúa, junto a Dolores Jiménez, María Dolores Malvaes y Elisa Acuña.

En 1911, participó en la elaboración del Plan de Ayala, y fue encarcelada al declararse partidaria de Emiliano Zapata, quién (al ser liberada) la nombró coronela, encargándose ella de organizar el regimiento Victoria.

En 1914 dirigió en Chilpancingo, estado de Guerrero, el periódico La Reforma. Fue detenida durante diez meses por zapatista en 1916 por el gobierno de Carranza. En 1919 fundó El Desmonte, dedicado a la vida política y sindical; en 1921 fundó una colonia agrícola experimental en el Estado de Morelos y en 1922 publicó ¡Alto!

Fue directora del Hospital de Zacatecas, y entre 1925 y 1930 fue inspectora de escuelas federales en Querétaro y en Zacatecas. En 1930 editó el periódico Alma Mexicana y en 1932, Vésper entró en su cuarta y última época. En 1940, fundó el grupo La República Femenina, que sostenía que el desequilibrio social provenía del triunfo del patriarcado sobre el matriarcado. Continuó colaborando en diversos periódicos hasta su muerte, el 13 de julio de 1942 en la Ciudad de México.

La injusticia prevaleciente en el país a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, derivada de la opresión porfirista, incitó a diversos grupos políticos y a la sociedad en general a lanzar públicamente una serie de protestas contra la situación reinante.

La voz de las mujeres mexicanas también se dejó escuchar y, a través de diversos conductos, opuso una tenaz resistencia a las arbitrariedades cometidas por el gobierno de Porfirio Díaz. El periodismo y la literatura fueron los primeros medios de expresión utilizados por las mujeres para manifestar sus necesidades y demandas. Así, es importante mencionar a la periodista y escritora guerrerense Laureana Wright de Kleinhans, quien en el año de 1884 fundó y dirigió la primera revista feminista de México, Violetas de Anáhuac, órgano que pugnó por el sufragio de la mujer y la igualdad de oportunidades para ambos sexos.

Desde los albores del siglo XX, una parte del sector femenino de diversas clases sociales se vio inmersa en las actividades revolucionarias dirigidas por los liberales Camilo Arriaga y Ricardo Flores Magón. Las mujeres desarrollaron actividades de propaganda, se incorporaron a los clubes liberales dirigidos por hombres y establecieron los propios de su género, a través de los cuales pugnaron por la erradicación del mal gobierno. De esta forma, mujeres que pertenecían al Club Liberal Sebastián Lerdo de Tejada, en el estado de Veracruz, se separaron de éste para establecer el femenil denominado Benito Juárez, representado por Asunción Valdés, Josefa de Arjona de Pinelo y las hermanas Otilia y Eulalia Martínez Núñez, La participación de elementos del sexo femenino dentro de las filas del constitucionalismo fue de gran importancia, ya que ofrecieron sus servicios en diversos ámbitos dentro de la lucha.

Así como me ha interesado la vida y obra de Aurora Reyes, la primera muralista mexicana, hoy comentaré sobre Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, a partir de la investigación que realizó Alicia Villaneda,que obtuvo el primer lugar de los premios DEMAC 1993-1994, a los que convoca anualmente DEMAC, Documentación y Estudios de Mujeres, A.C.

Y la describe así Alicia Villaneda: ”Fue liberal cuando estaba proscrito serlo; fue maderista cuando en las cárceles del porfiriato no cabían más opositores; fue zapatista cuando Carranza dejó claro que su proyecto político no era el mismo que orientó la lucha de Villa y Zapata; fue una luchadora incansable por los derechos de la mujer en los primeros años del siglo XX”.

Pude conocer acerca de esta interesante mujer, a través de Amalia Rivera en su artículo: Una Precursora del Feminismo en México, (¿1994?): ”Poseedora de una pluma enérgica que recuerda al Lenin de los años previos a 1917, fundadora del Club Liberal Benito Juárez y del periódico Vésper, que junto con Regeneración fueron los dos diarios antiporfiristas más importantes”. ¿No da con el nombre?, pregunta Rivera. No se deprima ni crea que sus conocimientos de historia están por los suelos. Quizá ni los mismos historiadores conocían a este personaje, sin duda clave en la consolidación de la lucha revolucionaria de 1910, dado que se trata de una de las muchas mujeres que hicieron historia sin que su lucha haya sido registrada en los libros.


Se trata de Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, cuya vida y obra es rescatada para la historia de México y del feminismo por Alicia Villaneda, en una investigación que obtuvo el primer lugar de los Premios Documentación y Estudios de Mujeres, A.C. (DEMAC) 1993-1994, convocados anualmente desde 1993.

En la introducción de su estudio titulado Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, Villaneda da cuenta que se trata de una investigación que requirió años en cuanto a la recopilación de la información. La autora confiesa su escepticismo cuando, una vez reunido el material, se preguntó si habría sido posible que una mujer realizara tal cantidad de hazañas. El análisis profundo y, sobre todo, la comprensión del personaje, le permitió corroborar los datos y explicar esa energía para estar en tantas trincheras que exige la lucha cuando se trata de una mujer con profundas convicciones democráticas en pos de la libertad y la justicia social.

La autora, Alicia Villaneda busca ante todo objetividad, situar a Gutiérrez de Mendoza en una sociedad en la que el modelo de mujer era de “ángel del hogar”, pese a que –subraya Villaneda- mientras “las catrinas se afanaban en bellos bordados”, para la inmensa mayoría de las mujeres pobres resultaba “difícil apegarse a tan poético destino”. Juana Belén nació pobre, mujer, y con el tiempo fue una disidente, transgrediendo así el papel impuesto por la sociedad porfirista; incluso se le ve en una fotografía tomada en 1914 luciendo traje sastre de falda oscura hasta el suelo, pero una corbata masculina anuda el cuello de su camisa.

En su revisión concienzuda de las transformaciones sociopolíticas de principios del siglo XX, la historiadora se detiene en las manifestaciones de diversos sectores sociales que optaron por la disidencia religiosa a través de la francmasonería, el protestantismo, el espiritismo, que llegó a presentarse aun en la naciente clase obrera. Esta disidencia permitía a la mujer participar en actividades tradicionalmente asignadas al varón, según la concepción católica. Todo ello abrió cauces de participación a la mujer.

Sin inclinarse sólo al aspecto de Juana Belén como mujer, sino viéndola dentro de un todo social, la autora no sólo brinda el retrato de la mujer, sino de la época asomando por los resquicios del Partido Liberal, en donde afloran hondas diferencias ideológicas que culminaron con la escisión de magonistas y aguirristas. En el inter, Ricardo Flores Magón, antes admirador y amigo de su correligionaria, dado que se trataba de una dama, auténtica pieza clave en el frente nacional de liberales radicales, la insultó y escribió a Crescencio Márquez: “Nosotros pensamos que era indecoroso que se nos viera unidos a esas mujeres y procuramos alejarnos de ellas, pero sin darles a entender que nos daban asco. Doña Juana estaba acostumbrada a que yo la mantuviera y cuando vio que no le daba más dinero se volvió enemiga mía y del grupo. Ahora ha visto que los correligionarios están con nosotros y nos ayudan en nuestros trabajos y eso le ha llenado de despecho y por eso ataca. Si a ella le ayudaron los correligionarios no haría tal. Pero cómo le han de ayudar si ya muchos están enterados de sus porquerías” (p. 42). ¿A qué porquerías se refería Ricardo Flores Magón? No he encontrado la respuesta e infiero que se refería a un estilo de vida transgresor, absolutamente inadmisible, aun para los hombres más liberales de ese momento. Qué triste y qué vergüenza descubrirlo, porque nuestra sociedad, a pesar de grandes avances, todavía siente asco por las porquerías de lo que no entiende ni puede asimilar.

Las habladurías no hacen mella en la fortaleza de Juana Belén, enfatiza Alicia Villaneda en su investigación, y prosigue “que nunca se muestra abatida ni pierde su valentía manifiesta en sus escritos y reclamos a sus compañeros, como al mismo Madero: ‘Esto es sencillamente abominable y no se nota la ausencia de don Porfirio Díaz. De suerte que, en los momentos en que lea usted esta carta, habrá llegado ya al puesto para cuya conquista contribuimos, y nosotros, los que hemos gastado todos nuestros elementos y toda nuestra existencia por conquistar la libertad, no podemos disfrutar ni de la libertad material, lo cual no deja de hacernos reír un poco. Le ruego a usted, que si le es posible, se sirva decirme qué puedo esperar de usted en este asunto, en la inteligencia de que la libertad de Santiago me importa más que mi propia vida’” (p. 68).

Persecuciones, encarcelamientos, amenazas, maltratos, cierre de su imprenta de donde salía el aguerrido Vésper , así como otro periódico, La Reforma, que se orientó a reivindicar demandas indígenas de educación, de salud y agrarias son detalladas a través de diversos documentos, lo mismo cartas que actas y extractos del Vésper.

A la mitad de la lectura –comenta Alicia Villaneda– no podemos dejar de sorprendernos de la vitalidad y versatilidad de esta mujer que, instalada del lado zapatista, fue cercana colaboradora del Caudillo del Sur, quién la nombró coronela. Durante la toma de una hacienda, un miembro de la tropa violó a una mujer y Juana Belén ordenó fusilar al agresor. Años antes, en 1909, había fundado, junto con otras mujeres, el Club Político Femenil Amigos del Pueblo y el Club Las Hijas de Cuauhtémoc, que buscaban la participación política de la mujer, así como la valoración del género, por lo que sin duda Juana Belén se erigió como precursora del feminismo en México. Villaneda consigna, asimismo, algunas de las protestas de estas mujeres que exigían en las calles igualdad de derechos con carteles en su pecho y espalda, por lo que se les llamó las mujeres sandwich, y fueron más lejos al demandar a Madero el derecho al voto para las mujeres.

Alicia Villaneda se inclinó por este personaje, seducida por su la lucha, cuya investigación le llevó a admirarse por la falta de reconocimiento de una mujer de esa talla histórica. Sin duda, con la publicación de esta obra se sigue avanzando en el rescate de una de las muchas mujeres que han forjado nuestra historia.

Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, una mujer de la que debemos sentirnos orgullosas y rescatarla del olvido oficial.

Mexicanas: ¡Viva México!

Notas, Fuentes y Referencias:

Rivera, Amalia. “Una Precursora del Feminismo en México”, en: Revista Proceso, México, pp. 11-12.

Villaneda, Alicia. Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, México: DEMAC, 1993.

Juana Belén Gutiérrez de Mendoza. La Revolución desde la Barricada Arte Acción, exposición fotográfica dentro del Festival Internacional Cervantino 2010, (Sala Tomás Chávez Morado. Universidad de Guanajuato, Guanajuato), curaduría e investigación de Eloísa Mora.

2 comentarios:

Concepción dijo...

Hallo Araceli,

que padre artículo. Efectivamente, que poco conocemos la historia de esas mujeres luchonas. Gracias por rescatarla para nosotras.

Hasta pronto
C.

susan dijo...

excelente articulo! que orgullo de mujer, ejemplo para nunka sentirnos con limites y seguir por nuestros ideales!!