miércoles, 18 de marzo de 2009

FEMINISTAS SOCIALISTAS: un balance..

Apuntes para un balance de la expresión del feminismo en la Región y México.

En sus orígenes, la propuesta feminista de izquierda, para nosotras vigente y necesaria, se concibe como un proceso cuyo objetivo prioritario es la transformación radical de la sociedad, del modelo capitalista y la erradicación del sistema patriarcal que lo apoya. Por lo que la autonomía personal y política de las mujeres es fundamental.

En la actualidad y producto de diversos elementos del proceso de evolución del feminismo y de la izquierda, existen lo que se percibe como vacíos de contenido, de ahí que surge la necesidad urgente de abrir la reflexión y el diálogo acerca de un balance profundo de la evolución del feminismo.

El proceso de discusión y debate abierto entre feministas de izquierda radical, marxista y anticapitalista, nos ha llevado a identificar inicialmente que existen diversas aproximaciones en torno a la caracterización del feminismo en la actualidad:

Quiénes suscribimos, nos preguntamos frente al debilitamiento de una expresión en una perspectiva de movimiento; ¿Que es hoy el feminismo? ¿Que es lo que está pasando con el feminismo en el país y en la región? ¿Existe el movimiento feminista actualmente? ¿Cuál es su fuerza política? ¿Qué cambió en el contexto? ¿Se puede hablar de un movimiento feminista como tal? ¿Qué es el movimiento? ¿Cuál es nuestra estructura?

1. Así como los demás movimientos en un país sin ciudadanía plena miran hacia el gobierno como su punto de referencia, también una parte importante del movimiento feminista desvío su mirada hacia ese horizonte. Esto conlleva una contradicción: por un lado, correctamente exigimos reformas para que el Estado asuma su responsabilidad en la solución de múltiples problemas que enfrentamos las mujeres. Por el otro, ante el hecho de que el Estado no tiene los cuadros necesarios para implementar las políticas públicas para hacerlo, muchísimas cuadros feministas fueron cooptadas directa o indirectamente por el Estado, a través de convenios con las ONGs, y de esta manera, se construye un vínculo que termina por dirigir su atención fundamentalmente a las instituciones y no a las mujeres mismas y sus potenciales experiencias transformadoras. Es decir, existe una relación entre las instituciones estatales y las ONGs, de tal modo que podríamos decir que las ONGs están realizando la labor de las instituciones, sea como parte de ellas o en la elaboración de “proyectos independientes” financiados por ellas.

2. Este proceso, se ve exacerbado por la legítima y entendible necesidad de muchas mujeres feministas de mantener su empleo y, por lo tanto, de conservar el financiamiento de sus organizaciones o el puesto de trabajo en el gobierno (sea éste de derecha o izquierda). Pero esta necesidad, más la práctica política cotidiana de las ONGs, en ausencia de un movimiento masivo (o de un polo feminista cohesionado e independiente) que las empuja, conlleva a consolidar una visión política ya existente que confunde, transformación con cambios de políticas públicas, movimiento con instituciones; desechando la experiencia propia de la mayoría de las mujeres como la fuerza motriz de los cambios en su propia opresión. Esta visión política se va consolidando como una clara estrategia reformista: es decir, que finca la esperanza de los cambios en la vida de las mujeres, fundamentalmente, en los cambios legales. Como corolario natural, existe la tendencia de dejar de hacer una crítica a fondo del Estado como institución opresora y patriarcal.

3. Como consecuencia del proceso en la construcción del movimiento, existe una disparidad de orígenes, ubicación y experiencia entre las feministas, distintos marcos de referencias política e ideológica, así como desniveles en la participación que se expresan en contradicciones en la práctica cotidiana, generando desde hace muchos años situaciones de malestar, incomodidad, rupturas, confusiones, marginación, exclusión y aislamiento de muchas feministas. Existen feministas que no encuentran una alternativa en las expresiones orgánicas del feminismo en la actualidad.

4. Otra situación que se expresa es la “atomización y particularización de la agenda”. Las demandas de las mujeres se fragmentaron, y con ello se decantaron en los espacios temáticos, perdiendo la perspectiva de los derechos de las mujeres como marco de referencia, cada agrupamiento y/o red temática tiene su propia agenda. Muchas feministas no conocen otra experiencia más que esta.

Algunas compañeras hacen notar que la situación descrita anteriormente ha dejado numerosos vacíos políticos y de dirección, que no se han superado; también han señalado que los planteamientos e ideas del feminismo han sido tergiversados y vaciados de su contenido originario.

5. Una crisis que se expresa también, es la fragmentación y el aislamiento de procesos sociales emergentes. La situación actual del feminismo muestra claramente que ha habido un desplazamiento paulatino desde finales de la década de los años ochenta hacia una práctica y estrategias temáticas, y/o sectoriales y localistas. Este es un proceso complejo, y en cierta forma es producto del desarrollo de las feministas y del movimiento feminista, así como del enfoque y de las estrategias que se han planteado, lo que deja como resultado la ausencia de una práctica feminista que se inserte en el seno de los movimientos sociales, sindicales y amplios. Entre otros elementos, el desplazamiento mencionado, también es producto de los cambios en la composición de algunos sectores de izquierda a partir del año de 1988, cuando se proponen ser gobierno, develándose como producto de una cultura política heredada de la época del priísmo y reforzada por los distintos gobiernos.

6. Se identifica un “deslave” ideológico del discurso feminista que se ha generalizado a partir del énfasis en el enfoque de género. Una aceptación acrítica de los discursos hegemónicos; colaboración con el Estado; pérdida de radicalidad y sustitución de métodos de lucha. Pérdida de referencias; falta de alternativas en cuanto a organización propia e independiente de las mujeres para relacionarse con el Estado. Muchas identidades están trastocadas, de cabeza y en crisis. Se expresa también un fenómeno que algunas analizan como un desfase entre: agudización de la crisis política y económica en el país; radicalización de mujeres y de algunos sectores movilizados, y la crisis que se vive y que está incidiendo en las mujeres y en las causas de los movimientos. Por otro lado, existen dinámicas instaladas y formas de actuar que no generan alternativas organizativas ni procesos formativos y autónomos en las mujeres. Por el contrario, generan exclusiones y prácticas poco democráticas. Los desfases también se expresan en las dificultades para la comprensión del concepto de autonomía, que es uno de los pilares fundamentales para la práctica política feminista.

7. Por otro lado, otra franja del movimiento, las autodenominadas “autónomas” adopta una posición radicalmente opuesta a cualquier contacto con el Estado. Este sector de compañeras mantiene en alto la crítica feminista del Estado patriarcal y retiene la idea central de que la liberación de las mujeres (que no meras reformas) va a ser obra de las mujeres mismas. Mucho del espíritu de rebeldía y creatividad de los orígenes del movimiento feminista se puede reconocer en este sector del movimiento. Sin embargo, con sus múltiples variaciones, este sector del movimiento tiende a despreciar completamente las reformas, desestimando lo que pueden significar en la vida de las mujeres comunes y corrientes y por qué éstas tendrían interés en promoverlas. Su planteamiento de la necesidad de mantener la autonomía de las mujeres frente al Estado se extiende en la mayoría de los casos a cualquier organización con hombres (mixta) y por lo mismo se hace a costa —no inevitable— de la posibilidad de hacer cualquier alianza con otros sectores de feministas, y no se diga de mujeres de los movimientos sociales que actualmente existen en el país y en la región.

8. Ante la polarización entre estos dos sectores del movimiento que se manifiesta más nítidamente en los encuentros feministas latinoamericanos (ya que en México, la mayor parte del tiempo, simplemente no se relacionan estas dos partes y cada quién se dedica a lo suyo), la gran mayoría de las feministas estamos en medio. Incluso, en el VII Encuentro realizado en Chile, todo un grupo se juntó, llamándose “Ni unas ni otras”, sin que esta expresión tuviera mayor impacto posteriormente. Entre este grupo estamos muchísimas feministas socialistas, que reivindicamos la necesidad de luchar por reformas AL MISMO TIEMPO que mantenemos una férrea crítica al Estado patriarcal y reivindicamos la necesidad de construir un movimiento autónomo amplio de mujeres y feministas, basado en la auto-organización.

Si vamos a tener un impacto en el futuro, tiene que ir más allá de simplemente enunciar que “no somos ni institucionales ni autónomas”. Tenemos que construir un perfil propio de lo que sí somos, no con afán de ser puente —aunque en momentos de construir alianzas, este papel no lo rechazamos— sino con el afán de que la gran mayoría de las feministas, que no se diga las mujeres en movimiento, tengamos nuestro propio perfil.

Perspectivas

Damos la bienvenida y celebramos los dos Encuentros Feministas que se están realizando en la Ciudad de México. Nos parece un buen momento para construir un diálogo entre todas nuestras voces, hacer un balance profundo que dé cuenta de dónde venimos, qué queremos y qué vamos a hacer para lograrlo.

La situación del pensamiento y la práctica del feminismo, sumado a las condiciones del país hacen urgente la creación de un Polo Político Feminista de Izquierda, que aglutine a mujeres feministas socialistas de México y de la región.

Nuestro reto hoy es construir una alternativa propia desde el pensamiento socialista para reflexionar y actuar desde nuestro rol con una identidad propia en el movimiento feminista y de mujeres, definirnos ante el Estado, en el contexto de la existencia de gobiernos de izquierda, con una estrategia independiente, autónoma y radical, que recupere la fuerza política del movimiento, que visibilice las repercusiones de la crisis –económica, política y social- nacional y mundial, y el impacto de la violencia, la creciente militarización, la impunidad y criminalización de nuestras acciones en el trabajo y la vida de las mujeres, y proponga un programa que incluya nuestras demandas y propuestas.

Buscaremos, dentro del XI Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, convocar a un espacio con mujeres socialistas de otros países que asistan al encuentro para compartir los avances y retrocesos de los movimientos feministas en la región.

Damos la bienvenida a los nuevos espacios que podamos crear, al Encuentro Feminista Mexicano, a otros, donde podamos verter conocimientos, habilidades, propuestas y toda nuestra creatividad para fortalecernos y avanzar hacia una sociedad sin clases; libre de discriminación, violencia, injusticia, dominación y opresión

Ciudad de México, marzo 9 de 2009

Aimé Jezabel Pérez

Alicia Mendoza

Ana María Hernández López

Carmen Ramírez

Frida Hartz

Gabriela Zanabria

Georgina Martínez

Heather Dashner

Ingrid Elisheva Camarena

Josefina Chávez

Keren Apuk Hernández

Ma. De los Ángeles Márquez Gileta

Melisa Morán

Milisa Villaescusa

Naomi Yoko Hernández

Nellys Palomo

Patricia Yllescas

Paula Regueiro

Ruth Betancur

Sairi Gómez

Sara Lovera

Yolanda Ledesma

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